436
El burro
El burro tocó la flauta
por un rebuzno casual,
y aquel soplo musical
no trazó ninguna pauta.
Por esa acción tan incauta
nadie lo creyó un artista;
mas reveló un panelista
que el jurado omnipotente
calificó de excelente
al burro como flautista.
José Antonio Fulgueiras
437
El servicio del Qué Bien
Cuando estuve en el Qué Bien
que funciona en Yaguajay
leí las cosas que hay
en letras: Qué Bien se ven.
Queriendo tomar el tren
que andaba en hora normal,
no pedí nada especial,
sino que sencillamente
solicité al dependiente
un refresco natural.
Y éste dijo sin demora:
Bueno, mire, compañero,
tiene que adquirir primero
el “tique” en la contadora.
Bien, detrás de una señora
que estaba en cola marqué.
Un cuarto de hora se fue
consumiendo lentamente,
hasta que, naturalmente,
por fin el “tique” compré.
De nuevo en el mostrador
me dijo el hombre: Lo siento,
debe tomar un asiento
para servirle, señor.
Mirando a mi alrededor
se desocupó la silla
que ocupaba una chiquilla,
y ya sentado y de frente
me despachó el dependiente
un refresco de vainilla.
Mire si era natural
aquel refresco, señor,
que sólo le hallé sabor
a un agua de temporal.
Y yo pensando: Qué Mal
el servicio del Qué Bien.
Lamento en un cien por cien
lo inútil de la demora,
porque en esa media hora
que perdí, se me fue el tren.
Luis Compte Cruz
438
Genio obsoleto
Un día en un basurero
una lámpara encontré,
enseguida la froté
con un paño y con esmero.
Salió un genio y dije: Quiero
que me traigas al momento
cien saquitos de cemento,
cuatro rollos de cabillas,
una caja de puntillas
y tablas pa´l cerramento.
Yo sé que vienes de lejos,
de una región muy remota,
pero añádele a la nota
varias cajas de azulejo.
Demuestra bien tus reflejos,
cumple al punto la misión,
pide prestado un camión
y con andares sencillos,
resuelve tres mil ladrillos,
arena, piedra y rajón.
Consigue, no seas remiso
ni te pongas tan huraño,
las piezas para mi baño
y baldosas para el piso.
El destino fue el que quiso
que te hallara en la basura;
busca también la pintura,
vuela por el cielo añil
y encuéntrame un albañil
que no le guste la usura.
El genio, desde un rincón,
me contempló de soslayo
y me respondió: Caballo,
tú pidiendo eres campeón;
no busques la solución
con un genio milagrero.
En esto no eres primero,
pues el que antes me tenía,
como yo no resolvía,
me botó en el vertedero.
Joaquín Andrés Castells