Cultura

La Mutter, clásica y mediática

En Anne-Sophie Mutter coinciden la excelencia artística y la habilidad para encumbrarse en los predios mediáticos. Es una de las grandes violinistas de nuestra época y el territorio en que proyecta su arte alcanza a públicos no necesariamente entrenados o habituados a lo que solemos denominar música clásica.

Quizá esa cualidad suya haya sido determinante a la hora de concederle a la violinista alemana el Polar Music Prize 2019, que este martes se hará efectivo durante una ceremonia en Estocolmo. En su caso, el jurado puntualizó: “Mutter es un fenómeno musical que, durante más de 40 años, ha emocionado a audiencias de todo el mundo con su virtuosismo y asombrosa claridad”.

A falta de la consideración de la música en los Nobel –solo califica la literatura–, el Polar ha devenido significativo sucedáneo. En un principio no, pero a medida que se fue consolidando –este año se cumplen tres décadas de su instauración por iniciativa de Stig Anderson, productor y representante del célebre grupo sueco ABBA–, el Polar es visto como una especie de Nobel de la Música.

Lo avala el prestigio de los que han recibido el galardón, de Paul McCartney a Metallica. Es costumbre conferir anualmente dos premios, para favorecer tanto a los cultores de la música popular como a la de concierto. En una lista aparecen, por citar pocos ejemplos, Ray Charles y Led Zeppelin; y en otra el compositor György Ligeti y la mezzosoprano Cecilia Bartoli. Casi todos los premiados nacieron y viven en Europa y Estados Unidos; apenas el comité de selección ha puesto mirada y oído en el tercer mundo. Las excepciones han sido la cantante sudafricana Miriam Makeba, el director y promotor venezolano José Antonio Abreu, el cantautor brasileño Gilberto Gil, el citarista indio Ravi Shankar y el Instituto Afgano de la Música.

Esta última mención inclinó la balanza para que en el 2019 el Polar ampliara su rango nuevamente a entidades, como la afgana, que desarrollan proyectos de alto valor humanitario en la esfera musical. Es por ello que se proclamaron tres premios; además de la Mutter, lo recibirán The Playing For Change Foundation, entidad no lucrativa que mediante 15 escuelas a lo largo del mundo ofrece educación musical a niños económicamente desfavorecidos, y el rapero estadounidense de origen barbadense Grandmaster Flash.

Perteneciente a esa raza de violinistas excepcionales entre los cuales se hallan Isaac Stern, David Oistraj y Yehudi Menuhin, la Mutter, en sus 56 años de vida ha conquistado vastas audiencias. Empezó en las alturas: en 1976 el mítico Herbert von Karajan la invitó a la Filarmónica de Berlín y un año después debutaba como solista en Salzburgo con dos conciertos de Mozart, dirigidos por Daniel Barenboim.

Prácticamente nada le es ajeno en cuanto al repertorio que aborda, como puede observarse al repasar su extensa discografía con la firma Deustche Grammophon. Su talento inspiró a compositores como los polacos Witold Lutoslawski y Krzystof Penderecki y la rusa Sofia Guibalduina a escribir conciertos para ella.

Además del rigor técnico con que saca adelante cada obra, la Mutter trata de cumplir con una la siguiente divisa: “La música es una manera de contar historias y transmitir sentimientos; si no posees esa capacidad, échala a un lado y dedícate a otra cosa”.

Bajo esa filosofía la violinista comenzó a incursionar desprejuiciadamente en repertorios en apariencias distantes de los clásicos. Un punto de giro fue el disco que grabó justo al año de iniciar su relación amorosa con el director Andre Previn, que abre y toma su título de la pieza que este dedicó a ella, Tango, song and dance (2003). Dicho sea de paso, el álbum incluye una muy interesante versión del magnífico trabajo que otro grande del instrumento, Jascha Heifetz, hizo de los pasajes más conocidos de la ópera Porgy and Bess, de George Gershwin.

En los últimos tiempos, la Mutter ha estado enfrascada en la grabación de versiones concertantes de las bandas sonoras cinematográficas de John Williams, el hombre que tanto ha contribuido a identificar grandes producciones de la industria hollywoodense. De más está decir que los medios de comunicación han hallado en esa proyección pasto abundante para la propaganda.

El propio Williams convocó a la intérprete a los estudios de la Sony en Los Ángeles, donde personalmente dirigió la orquesta acompañante. Estimulado por ella, llegó a escribir Marking, una obra para violín, arpa y cuerdas.

La Mutter ha incluido partituras de Williams en sus presentaciones, como Across the stars, uno de los temas de La guerra de las galaxias: el ataque de los clones, en el concierto de gala por los 120 años de Deustche Grammophon, con la Staatskapelle de Berlín, conducida por Manfred Honeck.

Tanto Williams como Mutter confesaron haberse divertido con la grabación del tema de Hedwig, la lechuza que recibió Harry Potter un día de cumpleaños. El maestro dijo que era como “el encuentro Potter con Paganini”, mientras la alemana revivió “algo semejante a lo que sintió Sarasate al tocar la fantasía sobre la música de la Carmen, de Bizet”. Juro que es una versión entretenida.