Texto y fotos de Enriquito Núñez.
Especial para POR ESTO!
Hoy vamos a conocer otra de las plazas del centro histórico de La Habana. Su construcción comenzó casi paralelamente con la Plaza de Armas, a poco menos de 200 yardas de aquella, sobre una ensenada que fue rellenada para tal propósito en 1628. Debe su nombre a la iglesia de estilo barroco y convento de la Orden Tercera de los frailes franciscanos, cuya construcción se inició en 1548, e inaugurado 1575. la flanquean por su lado sur. La iglesia sirvió como cementerio de gran parte de la nobleza colonial de los siglos XVII y XVIII. Las calles Oficios, Amargura, Baratillo y la avenida del Puerto marcan la ubicación de esta plaza, abierta hacia el flanco de la bahía, donde otrora fondeaban los galeones españoles y hasta hace una semana lo hacían enormes cruceros provenientes de los Estados Unidos. En realidad fue la tercera plaza construida en la ciudad, pero en nuestro recorrido no vamos a seguir un orden cronológico, sino la lógica de andar a pie, descubriendo La Habana Vieja. En una reunión del cabildo de la villa, se decidió su construcción, según reza el acuerdo:
“Se acordó aderezar la calle del convento de San Francisco y cerrar el causillo que hace una fuente, que está enfrente de las casas de cabildo, hasta dar en el convento de San Francisco y allí hacer una plazoleta, porque es útil y porque allí las armadas aderezan las pipas para en que hacer agua las armadas y flotas y en tiempo que están aquí ocupan toda la calle las pipas etc. Se acordó gastar cien ducados para el efecto. En cabildo del día 7 de diciembre de 1629 se acordó gastar otros cien ducados ‘para aderezar la plaza de San Francisco’”.
En un antiguo mapa de la villa de 1603, con la firma del arquitecto Cristóbal de Roda, se puede observar que en aquel entonces el mar penetraba hasta buena parte del espacio que ahora ocupa la plaza, y se ve también que había una caleta donde atracaban los barcos. El primitivo entorno de lo que luego se convirtió en plaza, estaba dominado a fines del siglo XVI por variadas actividades comerciales y sociales, como eran la aduana, la cárcel y el propio cabildo. Fue el espacio circundante el que se rellenó para convertirlo en sitio para fiestas patronales, procesiones del convento de la orden franciscana, actividades propias del cabildo habanero, como las populares Ferias de San Francisco cada 3 de octubre hasta 1841, cuando se decretó la secularización del convento franciscano. Pero sobre todo actividades de aprovisionamiento de mercancías y agua de los buques, desembarco y embarque de tropas. El sitio cobró gran importancia en el devenir de la ciudad, y hacia el siglo XIX estaba signado por una fuerte actividad comercial, lo que se puede constatar en las fotos de la época, en las que se observan multitud de carretones y hasta las paredes de la antigua basílica completamente tapizadas de propaganda comercial.
El uso principal de esta plaza, aparte de servir de punto de abastecimiento de las flotas, fue el de depósito de las mercancías que llegaban al puerto, lo que duró hasta que se construyeron los tinglados de los muelles. Todas las casas que rodeaban la plaza fueron construidas u ocupadas desde el inicio por familias adineradas e importantes. A fines del siglo XVIII su entorno mejoró, al ser empedrada la calle de los Oficios y terminarse la edificación del nuevo Convento de San Francisco de Asís. Las viviendas de la aristocracia habanera también embellecieron el lugar con los nuevos códigos arquitectónicos, y la plaza se convirtió en un espacio importantísimo de la ciudad. En ella se encontraba la primera fuente que hubo en la urbe, de la que consta su existencia desde el año 1600, cuando se encontraba ubicada entre las casas del cabildo y el muelle. La que se encuentra hoy es la llamada Fuente de los Leones, una de las fuentes habaneras más bellas y de mayor simbolismo, y que fuera traída desde Italia en 1836. Su construcción se debe al artista Giuseppe Gaggini, el mismo escultor que hiciera la estatua de la India o de la Noble Habana, quien la esculpió en mármol blanco de Carrara basándose en los bocetos dibujados por el coronel don Manuel Pastor y transformados por el arquitecto Tagliafichi. Fue obsequiada a La Habana por Claudio Martínez de Pinillos, conde de Villanueva. Ante el temor de que se dañara por accidente debido el intenso tráfico de vehículos y personas, la fuente fue trasladada primero a la Alameda de Isabel II ?o Paseo Martí o Paseo del Prado? y luego al Parque de la Fraternidad, hasta regresar a San Francisco y ocupar su definitiva ubicación un poco más al suroeste del primitivo emplazamiento.
La Plaza de San Francisco, también conocida como Plaza de las Palomas, por la multitud de estas gregarias aves que la habitan, está rodeada de varias instituciones, edificios, centros culturales y museos, principalmente la Basílica Menor y Convento de San Francisco de Asís, cuya torre fue en una época la más alta de la ciudad. En la actualidad, la Basílica es una sala de conciertos y en su museo se exhibe una extensa colección de arte religioso. En su parte trasera se construyó un bello jardín en tributo a la Madre Teresa de Calcuta, donde se levantó recientemente una pequeña iglesia ortodoxa griega. La Lonja del Comercio, edificada en 1909, y que alberga hoy en día oficinas comerciales y diplomáticas, así como la emisora Habana Radio, de la Oficina del Historiador de la Ciudad. En su punto más alto se encuentra la bella estatua de Mercurio. Otras estatuas engalanan el entorno de la plaza: La de fray Junípero Serra, la estatua sentada de Federico Chopin y la de El Caballero de París, personaje vernáculo de La Habana del pasado siglo. Entre los edificios más importantes se encuentran el Palacio de los marqueses de San Felipe y Santiago de Bejucal, del siglo XVIII, convertido hoy en un lujoso hotel. El edificio de la Aduana de La Habana, de la segunda mitad del siglo XIX, el estudio galería de Nelson Domínguez, y la casa-galería de la pintora venezolana Carmen Montilla.
La bella Plaza de San Francisco de Asís es un sitio de mucha actividad cultural y artística, y ha sido sede de importantes exposiciones al aire libre, escenario de los pasacalles de la compañía Gigantería, de representaciones de la Compañía de Teatro Infantil La Colmenita, conciertos, y del Festival de Danza Callejera La Habana, Ciudad en Movimiento. Por todo ello, y por la existencia de excelentes restaurantes, como El Café del Oriente, es sitio de obligado peregrinar y reunión de nacionales y extranjeros. Hasta hace escasamente cuatro días, la Plaza de San Francisco se veía colmada semanalmente de miles de cruceristas norteamericanos, que arribaban a La Habana en enormes y lujosos barcos de pasaje por la terminal marítima ubicada frente a la plaza. Hoy, al acercarme allí para hacer las fotos que acompañan este artículo, el lugar estaba prácticamente vacío, sin la habitual concurrencia de los viajeros de los Estados Unidos, que empezaban a conocer ávidamente desde allí la ciudad antigua. En uno de los más abusivos y perjudiciales actos del bloqueo del gobierno estadounidense contra Cuba, una pérfida decisión encaminada a privar a nuestro país de recursos provenientes del turismo, y a sus propios conciudadanos del derecho de viajar libremente a Cuba, el presidente Donald Trump suspendió los viajes de cruceros a partir del día 5 de junio, a pesar de lo cual la hermosa Plaza de San Francisco de Asís será, sin lugar a duda, uno de los sitios históricos donde más resplandecerá la celebración por el 500 aniversario de La Habana.