Luis Carlos Coto Mederos
Nicolás Guillén
IV
654
Versos de quien recibió La Galleta a quienes se la dieron
Homenaje humorístico rendido a Guillén por el diario Pelo Duro que le otorgó la “Orden de La Galleta”, en Uruguay, 1947.
Muy queridos Pelo Du-
y Alfredo Mario Ferré-:
gracias por esta galle-
que alumbra mi vida oscú-.
Al dejar el Urugú-
lloro con desesperá-;
detesto mi suerte escá-,
y con acento rabió-,
grito a los ojos de to-:
¡Pucha, que soy desdichá-!
¡Adiós, amigos cordiá-,
compañeros de gurú-!
Siempre he de acordarme mu-
de esta tierra tan simpá-.
Aquí me sentí en mi ca-,
como si en Cuba estuvié-,
y hasta aumente mi diné-
por si acaso fuese po-:
¡ahí no más me vuelvo lo-,
cuando agarré la quinié-!
Aprendí a comer el bi-
con “fe” de carne de va-;
aprendí a cebar el ma-
y a embocar bien la bombí-.
Y si una mujer boní-
pasó a pie o en automó-,
¡pucha!, grité con descó
como un uruguayo pu-:
¡vengan a ver este chu-!
¡Mírala, che, que fenó-!
¡La tiró! Ya no hay mané
de que el viaje se demó-,
y todo el mundo conó-
que me voy el día primé-.
Mas no es larga la carré-
desde aquí hasta la otra orí-:
cualquier día, de improví-,
vengo volando o a na-
para comprarme una ca-
frente a la estatua de Arti-.
655
Paisaje
(Décimas estilizadas)
Un sol sin sol da solibio
a la encantada laguna
donde en dos puntos se aduna
para ser más. Un anfibio
músico imparte en el tibio
aire, vuelo –lejos, cerca–:
y arde sobre verde tuerca
que aprisiona el cristal roto
el propio lugar remoto
donde rabo tuerce puerca.
¡Qué pura para mi duelo
camina palma dormida
sobre la calma escondida
cerrada en su propio velo!
Un mamoncillo –consuelo
de imaginados mameyes–
decolora rubias greyes
sobre un silencio de estaca,
y ausente del monte vaca
sólo pastan turbios bueyes.
¡Si tantas veces vinieras
cuantas aquí necesito
para frutos! Si en el grito
con que florecen palmeras
me miraras. Y estuvieras
sobre verdor de algarrobo,
–espina sujeta jobo–
que en la paz silencio duro,
entonces, para mi apuro,
Abela* despierta bobo!
Voz de pitirres difuntos
y de caimanes despiertos
localizan los inciertos
potreros en varios puntos.
En los caudales presuntos
se parte en dos la sabana,
y –silencio de mañana–
el ímpetu vago afea
para devenir batea
lo que empezó palangana.
*Artista de la plástica cubano creador de un personaje popular llamado “el bobo”.
656
A Corea, en Pyongyang
Con la sagrada emoción
que de mi pecho rebosa,
te traigo, como una rosa
palpitante, el corazón.
No es pasajera ilusión
lo que en tu sueño diviso,
pues diviso un paraíso
que seduce y que recrea,
como tu pueblo, Corea,
como tu pueblo lo quiso.
Logró el yanqui traicionero
traer la guerra a tu tierra;
pero al final de la guerra
tu acero venció a su acero.
Hoy te admira el mundo entero
en tu glorioso destino,
pues con fulgor peregrino
que a toda hora destella,
te alumbra como una estrella
Kim Il Sung en tu camino.
Ay, yo sé que tu alegría
tiene un velo que la empaña,
y es que una bandera extraña
te empaña la luz del día.
Nadie al verte notaría
lo que mi cariño nota,
pues, aunque tu insignia flota
con libre y abierto trazo,
tu rostro sin un pedazo,
es una medalla rota.
El enemigo no sabe
(aunque seguro se crea)
que Corea con Corea
son las dos alas de un ave.
Con gesto profundo y grave
el pueblo, y la frente erguida,
de nuevo ofrece su vida
y se lanza a la batalla:
¡Al fin tu rota medalla
será una medalla unida!