Joaquín Tamayo
Martha Gellhorn (1908-1998) sentó las bases de lo que hoy es un corresponsal de guerra. Sus participaciones en casi todos los conflictos bélicos del siglo XX le otorgaron la autoridad moral y la potestad literaria suficientes para asumirse como una de las precursoras del periodismo realizado en el lugar de los hechos, al pulso de los acontecimientos y en simultáneo con las pérdidas en un campo de batalla.
La Guerra Civil Española, la Guerra de China, la de Finlandia, la II Guerra Mundial, los juicios de Nuremberg, Vietnam y las guerras de Centroamérica fueron algunos de los episodios más relevantes de su carrera. Aunque también se le recuerda por ser la tercera esposa de Ernest Hemingway, hay que dejar en claro que cuando se casaron Martha Gellhorn tenía ya a cuestas una sólida reputación de escritora.
Se abrió paso en un ámbito reservado casi siempre para varones. No obstante, demostró un temperamento ideal para conducirse en situaciones extremas. Valiente, ingeniosa y llena de sentido del humor, la reportera poseía además un estilo escritural atractivo, ameno; sabía mantener el interés de los lectores en torno a la historia que contaba.
Por lo regular, en sus textos abundan la minuciosidad de los datos, las descripciones del ajetreo en el frente de combate, junto con los pasajes desgarradores y de alto contraste entre el júbilo de la victoria y la desgracia de los vencidos.
Políticamente, solía estar del lado de las causas leales al pueblo, del lado de los indefensos. Pese a ello, su mesurada subjetividad nunca creó sesgos ni fue tendenciosa al instante de transmitir noticia alguna.
El rostro de la guerra, publicado en castellano en el año 2000, recoge sus reportajes y crónicas más importantes durante sus distintos viajes en condición de corresponsal.
En casi 400 páginas sobre la violencia y la muerte entre naciones, razas y credos se trasluce un deseo de esperanza y la búsqueda de armonía social. Gellhorn estuvo en las guerras para explicar el sentimiento destructivo inherente a la humanidad. A diferencia de su célebre esposo, que vio en las cruentas luchas una tentativa del valor del hombre frente al hombre mismo, ella sólo descubrió la decadencia producto de la maldad y de la codicia.
Por ejemplo, en sus artículos sobre los juicios de Nuremberg, depuso su noción de objetividad para tomar una posición política ante los protagonistas del Holocausto. En unas cuantas líneas, Gellhorn interpretó los signos del cinismo y la prepotencia en los exjefes nazi pese a ser juzgados por la atrocidad de sus crímenes.
En la crónica Senderos de gloria, la periodista narró la total ausencia de remordimientos de los verdugos: “La terrible boca de Goering dibujaba una sonrisa que no era tal, sino un hábito que sus labios habían adquirido. A su lado, Hess, dos agujeros oscuros en lugar de ojos, movía como un pájaro su cuello largo sobre el que se alzaba una frente estrecha: misterioso e inquisitivo.”
Otra contribución de la escritora al periodismo en materia de estilo fue su pericia a la hora de relatar los sucesos en primera persona, en una época en la cual predominaba la creencia de que los géneros periodísticos debían narrarse de forma neutra, sin la intervención del reportero.
La inteligencia de Martha Gellhorn, sin embargo, mostró la discreta aplicación de esa voz verbal a través de los textos en los cuales fusionaba su punto de vista con la información al desnudo. Esta práctica derivó en una prosa ágil, de una poética vertiginosa y dramática por su tono contenido.
Cada uno de los artículos del El rostro de la guerra actúa, a ratos, como una especie de diario, de recuento de las tortuosas jornadas luego de los combates. Es, al mismo tiempo, la bitácora de una mujer solidaria, de una mentalidad congruente consigo misma y del itinerario de un pensamiento libre, sin ataduras. Durante años, los críticos pretendieron hallar en la obra de Gellhorn las huellas de Hemingway, su influencia y su embrujo estético. Nada. Martha Gellhorn y Hemngway sólo compartieron el espíritu de aventuras. Fuera de eso, el suicidio. Martha, al igual que su ex esposo, también se quitó la vida.