Uno de los iconos más representativos de Yucatán es el muelle de Progreso, aunque no siempre percibido así, quizá debido a su preponderante condición funcional y utilitaria. Por su serie de arcos y su extensa longitud es siempre objeto de atención, pero también existen factores técnicos a considerar en su valoración.
A pesar de su importancia marítima y comercial, Progreso no contaba con un muelle con la capacidad requerida para el número de operaciones que se efectuaban. Luego de ganar lo que ahora llamamos una licitación internacional, en 1937, la compañía danesa Christiani and Nielsen Co. inició la construcción del muelle que empezó a prestar servicios desde 1941 aunque fue entregado oficialmente en julio de 1947, ya integrado con la Aduana Fiscal.
El muelle original se conforma de 146 entre-ejes integrados por arcos de medio punto soportados por dos pilares y un cabezal o viga, todos de concreto simple con agregado de piedra caliza de la región.
La construcción del muelle constituyó una novedad técnica por ser la primera de su tipo en emplear acero inoxidable como refuerzo para evitar la corrosión y contracciones en el concreto de los cabezales o vigas. Es la construcción más antigua del continente americano en haber empleado esa técnica.
Los entre-ejes están asentados directamente sobre el terreno marino, sin anclajes, ya que su propio peso es suficiente para las cargas que se le apliquen. Originalmente tuvo 1,752 metros de longitud y el muelle fiscal 50 x 205 metros de área.
Ha sido tan eficiente la construcción, que no ha sufrido ningún daño importante por los distintos fenómenos meteorológicos que han azotado a Progreso desde que concluyó su construcción. En 1985 fue ampliado hasta alcanzar 6 km de longitud, lo que permitió alcanzar mayor profundidad para barcos de mayor calado.
Existen imágenes de la construcción del muelle a cargo de la compañía Christiani and Nielsen Co., fotos proporcionadas por la Administración Portuaria Integral de Progreso, Yuc. También existen fotos pertenecientes al fondo Bernardino Mena Brito en el Cahily de la Sedeculta.
Un hecho a tener en cuenta es el folleto de Manuel Cirerol Sansores, titulado “El proyectado nuevo muelle del Puerto de Progreso, Yuc. será un fracaso”, publicado en 1936. Al tener como antecedente estudios realizados por una compañía europea en 1909, el arquitecto, arqueólogo, cineasta, fotógrafo, dibujante y escritor yucateco consideraba que la construcción ya autorizada del nuevo muelle daría lugar a una rápida y enorme acumulación de arena debido al continuo movimiento del mar de oriente a poniente, lo cual provocaría que el mar se retirase, dejando un enorme playón, además de que tendría costos enormes.
A partir de ello, propuso un diseño de muelle bajo el sistema de puente colgante con bases de concreto en forma elíptica para soportar torres dotadas de cables sostenedores de la plataforma. Afirmaba que este sistema sería más económico y duradero.
Pero los daneses trajeron técnicas más avanzadas y agregaron materiales de la región para adaptarse a las condiciones climáticas y marítimas de Progreso.
Están por estudiarse las consecuencias sociales y económicas que ocasionó la creación de este nuevo muelle, bautizado originalmente como “Héroes Aduaneros”, ya que conforme a la aseveración de los cronistas progreseños Romeo y Rubén Frías Bobadilla, “varias agrupaciones portuarias con centenares de obreros quedaron desplazadas por ser innecesarios sus servicios y muchos tuvieron que emigrar con sus familias a otros lugares”.
Por lo pronto, en el Museo de la Ciudad de Mérida se pueden apreciar espléndidas fotografías de Javier Barrera y de Christian Rasmussen relativas al muelle construido por una empresa de Dinamarca.