Ariel Avilés Marín
La riqueza del teatro está también en su amplia variedad de géneros, lo cual le da una versatilidad casi ilimitada; una de ellas, y muy lucidora por cierto, es el teatro musical, que combina en su seno actuación y capacidad de cantar y bailar. En esta gustada variedad dramática se inscriben la ópera, la opereta, la zarzuela, la revista musical y muchas variantes más. En el primer tercio del S. XX se da el proceso de transición en España, de la zarzuela, género genuinamente español y que por herencia cultural llega a Cuba y ahí también sienta sus reales, a la revista musical. Una obra marca emblemáticamente esta transición, “Las Musas Latinas”, que algunos estudiosos clasifican aún como zarzuela, y otros más la incluyen ya en la revista musical; cosa muy similar sucede con la gustadísima obra “Las Leandras”. Con el paso del tiempo, las líneas de uno y otro género se van separando y marchando cada una por su lado y siguen escribiendo su brillante historia sin interferir la una con la otra.
Ahora, en nuestra ciudad, en el ámbito de Casino Life, el grupo de teatro “Maycama Cabaret” nos ha presentado una divertidísima comedia titulada “Se Busca Príncipe Azul”, la cual es verdaderamente desternillante de risa. El ingenio adosado a lo largo de la acción, nos va conduciendo por pasajes que van pasando de los equívocos pícaros y graciosos a puntos en los que se toca el absurdo, y en algunos pasajes se llega al esperpento; el caso es que en esta afortunada puesta en escena el respetable va a reír con ganas, y sale con el alma regocijada y relajada. Esta puesta fue una de esas noches que debemos repetir cada vez que se pueda, pues le hacen mucho bien al alma y son una magnífica formula contra el stress que tanto daño hace a la vida cotidiana actual. El libreto es de la autoría de Carlos Caballero, y de él mismo la bien lograda escenografía. Karim Lizama es el encargado de prácticamente toda la parte técnica de la producción y a su atinada acción debemos elementos tan importantes como los efectos y juegos de luces, la musicalización de la puesta y todos los demás efectos necesarios para crear el ambiente creíble de la obra. El vestuario fue muy lucido y es una creación colectiva del grupo; destacamos los espectaculares trajes que lució la reina Primavera. Nos gustó en especial la manera ingeniosa para presentar a la mágica criatura que mora dentro del espejo, el cual es un verdadero ejemplar de esperpento.
El ingenio de Caballero juega con nosotros, pues nos lleva por caminos intencionalmente guiados hacia una percepción falsa, la cual resulta ser totalmente otra a final de cuentas. Como sucede con el libreto de Emmanuel Schicaneder en La Flauta Mágica de Mozart, los personajes y acción van dando un giro para, al final, llegar a otro destino del que el espectador pudo haber imaginado. Ya desde el título de la obra hay truco, pues nos pasamos esperando la aparición del buscado príncipe azul, que no llega nunca, porque no tiene razón de ser ni de llegar. El ingenioso engaño está en hacernos creer que la protagonista de la historia es May Nieves, y la villana lo es la reina Primavera; finalmente, entre risas, descubrimos que los protagonistas reales son precisamente Primavera y Clodomiro, el exterminador, que llegan a un divertido final feliz y viven plenamente su amor. Además, hay un segundo truco ingenioso; todo nos hace pensar que la trama es una parodia del gustado y tradicional cuento de Blanca Nieves, pero de pronto, la reina grita: “¡Guardias, que le corten la cabeza!” y rompe con la trama para invadir la de otra historia, también de gran tradición como lo es Alicia en el País de las Maravillas; y para caer más aún en el absurdo, en vez de asomar los guardias, sale al escenario el Sombrero Loco y la sala se cae de risa.
La trama es salpicada con nuevas intromisiones de otros cuentos. May Nieves, por consejo de exterminador, huye al bosque a esconderse; Clodomiro le ha sugerido ocultarse con los siete enanos, mineros trabajadores, pero la princesa May no acepta, pues: “Son siete hombres solos desde quién sabe cuándo, no, me van a hacer algo”, y entonces decide esconderse en un palomar; ahí tiene un gracioso encuentro con un ratón, al que de primera intención rechaza: “¡Ay, no! A mí los ratones me dan mucho asco”, pero el amable roedor la pone al corriente de que los ratones, en los cuentos, auxilian a las princesas. May le relata al ratón todo lo sucedido, y éste le dice: “Te tengo que transformar para que la reina mala no te encuentre”, y en un santiamén, con tan sólo pasar por detrás de un árbol, May sale espectacularmente vestida con un brilloso traje de lamé color rosa mexicano. Ya en esas fachas, se esconde en el palomar a esperar la llegada de su príncipe azul.
Clodomiro, el exterminador, ha llevado a la reina Primavera un corazón falso para aparentar que ha dado cuenta de May. La reina descubre el engaño y grita: “¡Que le corten la cabeza!” y Clodomiro tiene que huir perseguido por el Sombrerero, quien trata de cumplir la orden de la reina. Furiosa, Primavera exclama: “¡Inútil, todo tiene que hacerlo uno misma!” Y mediante un conjuro se transforma en una horrible bruja y prepara una pócima para dañar a May. Para hacer aún más pícara la trama, resulta que a May no le gustan las manzanas, ella ama las bananas, así que la bruja aplica la pócima a una de éstas, en medio de unas reflexiones sobre May y su gusto por las bananas, que da material para una serie de pícaros albures. El Sombrerero presenta a Clodomiro ante la reina, y ésta le exige que la lleve a dónde May está escondida. A mal de su pesar, el exterminador tiene que cumplir la orden y conduce a la bruja a donde está May. Llegan al lugar y la bruja engatusa a May para que le acepte una banana, no una, varias. Se arma un gracioso juego con las bananas y finalmente May se la come; ante la impaciencia de la bruja, no pasa nada, la bruja se va desesperando, se da cuenta de que Clodomiro tiene una de las bananas, se la quita y se la come ella.
En la confusión, las bananas se han mezclado y confundido y la reina empieza a sufrir los estragos de su propia pócima, que había quedado en la banana que tenía Clodomiro. Cae dormida profundamente. Clodomiro se desespera, trata de reanimar a Primavera y la besa; al beso de amor, Primavera despierta, ella y Clodomiro se miran y salen de escena con las manos entrelazadas. La historia de amor tiene un final feliz como todo cuento que se respete. En este caso, el aplauso del público va acompañado de las risas por el ilógico e inesperado desenlace.
El reparto de la puesta quedó de la siguiente manera: La reina Primavera es la gran actriz María Sierra; Clodomiro, el exterminador, Carlos Caballero, quien se multiplica actuando y dirigiendo a la vez; May Nieves es May García, quien es una excelente actriz, gran cantante y también diestra bailarina; el joven actor Jordi Filidor es el Sombrerero Loco.
La comedia está salpicada de números musicales y bailables. A Primavera y a May les toca interpretar conocidas canciones como La Maldita Primavera (pues ella odia su propio nombre) popularizada por Yuri; Muera el Amor, por Rocío Jurado. Un cuerpo de baile formado por Desiré Mecalco y José Rodríguez, pone también alegre nota al espectáculo con sus lucidas coreografías. Nos agradó mucho su versión de Vuela Paloma. En fin, “Se Busca un Príncipe Azul” es una divertida y amena comedia musical, una buena oportunidad de pasar una noche agradable y de reír con ganas con los albures y picardías de esta puesta teatral.
Salimos de Casino Life con el ritmo de Vuela Paloma danzando en el alma.