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Gran convocatoria internacional

Juan Diego Casanova Medina

Un solo jugador nacido en México aparece entre los primeros 50 lugares en el Torneo Internacional de Ajedrez “Carlos Torre Repetto In Memoriam”, un evento ejemplar que a lo largo de sus 30 ediciones se ha convertido en motivo de orgullo para Yucatán y genera entusiasmo, admiración y hasta envidia , de la buena y de la mala.

Nadie en Yucatán se queja de esa situación, sino todo lo contrario. Los combatientes del tablero de la Península entera valoran la gran oportunidad de medirse con las estrellas, Maestros Internacionales y Grandes Maestros.

Lo mismo acontece con los visitantes del resto de la República, incluso los niños, quienes ahora también tienen la oportunidad de adquirir a muy bajo costo un fogueo de primera, incluso internacional, pues varios países enviaron representantes en las categorías Sub-8, Sub-10 y Sub-12, así como en los Grupos Mérida y Yucatán. Ya no se digamos en el Magistral.

De ahí estriba la magnitud, el esplendor del “Carlos Torre” porque entrega normas internacionales.

Por algo será que el Estado se encuentra a la vanguardia nacional del juego ciencia y es visto como un oasis para los ajedrecistas de todas las categorías y especialidades, sean jugadores, entrenadores, árbitros, organizadores, proveedores de material ajedrecístico, etcétera.

Pero el resultado del esfuerzo de tantos yucatecos, incluso autoridades, dirigentes, empresarios y padres de familia, también es blanco críticas negativas. ¡Para Ripley!

En las redes sociales no faltan falsos sabihondos que enfatizan el hecho de que viajen al extranjero muchos estímulos económicos. Se olvidan que esas figuras, salvo excepciones, costean su transporte, alojamiento, comida e inscripción.

Y en todo caso, no ven, o hacen como que no lo miran, la espléndida derrama económica que dejan en Yucatán tantos visitantes, como hicimos notar en parte hace un par de días en esta misma sección en una nota titulada “Turismo ajedrecístico en Mérida”.

Lo curioso es que quienes critican negativamente esta competencia, de la cual están orgullosos los yucatecos, no son ni jugadores ni dirigentes. Y por supuesto que en defensa del evento en esos mismos medios surgen múltiples voces que refutan los tendenciosos señalamientos y ponen de relieve los beneficios que aporta a Yucatán el “Carlos Torre”.

Los envidiosos del “Torre” se comportan como aquel que siempre ve el vaso medio vacío en vez de medio lleno o como un vendedor de calzado que visite alguna marginada región de Africa y se queje de que nadie usa zapatos en vez de apreciar la oportunidad en un sitio donde todos andan descalzos. Cuestión de enfoques.

Quienes no sólo ven casillas negras en la vida, sino también las blancas, valoran el hecho de que cientos de mexicanos, decenas de ellos talentos en constante progreso, se fogueen, sin tener que salir de la patria, frente a decenas de estrellas internacionales.

Pesimistas y mediocres, en cambio, prefieren ignorar hechos como que el yucateco José Alejandro Ancheyta Tejas se haya coronado, con siete victorias en igual número de partidas, en el Grupo Yucatán.

Fue el único en todo el “Carlos Torre” que tuvo marca perfecta, pese a que ahí jugaron nada menos que 10 cubanos, dos alemanes, dos venezolanos y también representantes de Estados Unidos, Guatemala y hasta gente que, por ignoradas razones, jugó bajo la bandera de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, por sus siglas en francés).

Además de Alejandro, premiaron otros 10 mexicanos, uno de ellos yucateco, Jorge Eduardo Moguel López. Y eso sin contar los premios especiales que, como en todos los grupos, incluyeron, entre otros, al Mejor Yucateco, Mejor Femenil Yucateca y Mejor Senior Yucateco.

Que se sepa, en los tradicionales torneos de élite que se realizan alrededor del mundo, exceptuando a Rusia, no aparecen en los primeros lugares ajedrecistas locales y a nadie se le ocurre criticar ese hecho.

Independientemente del aspecto deportivo, hay que mencionar la oportunidad de los visitantes de conocer los diversos atractivos de Yucatán, aunado a los recorridos por centros comerciales y la sana convivencia de los jugadores con sus padres o entrenadores.

La afición al ajedrez no sólo se vivió en el Palacio de la Música, sede del evento, sino también en otros sitios. Por ejemplo, en la “Casa del Ajedrez” se vio al Maestro Internacional Benjamín Góngora Montes firmando autógrafos sobre tableros, a solicitud de chiquillos que lo reconocieron cuando adquirían material ajedrecístico. Y eso que el capitalino no alcanzó premio alguno.

En ese mismo sitio, el reportero pudo ver cómo una nutrida delegación de guerreros del tablero infantiles y sus padres, entre compra y compra, se tomaban selfies en centenarias escaleras de piedra y le hicieron espontáneo reconocimiento a su entrenador.

No hay duda, en materia de ajedrez, como Yucatán no hay dos.