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Tres Cánones del Toreo: Aguantar, Templar y Mandar

Por Ele Carfelo

La fiesta de toros es tan deslumbrante, que de los niños y jóvenes que asisten a las celebraciones taurinas, un elevadísimo porcentaje de ellos, alguna vez suspiraron por llegar a torear, para sentir la emoción que un torero siente al pasarse cerca de la cintura, a un fiero animal, armado de un trapo rojo. Y de ellos… un porcentaje considerable emprende el intento de hacer suya la difícil profesión. Y cuando obtienen algunas satisfacciones triunfales en sus primeras aventuras en un ruedo, todos sueñan con llegar a ser UNA FIGURA DEL TOREO… un triunfador, que sienta el aplauso, que obtenga la fama, y desde luego, la posibilidad de obtener altas remuneraciones económicas.

En ocasiones anteriores, he comentado en la columna, que para lograr este propósito, hacen falta unos requisitos, como la suficiente afición, el valor, el amor a la naturaleza y a los animales, capacidad física, y un gran gusto por la belleza. Pero, desde luego, un sentimiento de ARTE que le impulse a buscar lo bello.

Si se tienen estos requisitos, la profesión taurina exige el aprendizaje de una técnica, mezclada con una visión plástica de una realidad virtual, que luego se plasmará en imágenes, todo ello, basado en unos pocos conceptos, que son muy fáciles de definir, pero brutalmente difíciles de aplicar: son los CANONES DEL TOREO.

Son pocos, pero rigen el toreo, y tres de ellos son inamovibles y permanecen inalterables al paso de los años.

La TAUROMAQUIA, de Pepe Hillo, no es un folleto de instrucciones para un torero recién publicado, sino que data de 1796, y ya aparecen en ella, al menos parcialmente, estos tres principales cánones en cuestión, que todo aficionado tiene o debe tener fijos en su mente, como sus conocimientos “de cabecera”: los he mencionado y tratado de ellos en mis escritos, y son: AGUANTAR, TEMPLAR Y MANDAR.

AGUANTAR quiere decir en idioma taurino, que una vez que se ha hecho el cite y el toro entre “en jurisdicción”, los pies han de permanecer quietos, fijos en el lugar donde el torero se ha dispuesto en el momento de citar.

TEMPLAR es moderar el paso del toro con el movimiento del capote o la muleta, dando lugar a que baje la cabeza y se acople a la velocidad que el torero desee llevándolo prendido a los vuelos del trapo.

MANDAR significa controlar al toro con el engaño, obligándolo a seguir la trayectoria definida por el torero, desde que el pase comienza, hasta que termina, para quedar colocado en el lugar necesario para continuar, o finalizar la serie de pases.

Todo ello, busca “estructurar” una faena, que vaya conduciendo al toro, utilizando sus cualidades, para ir obteniendo el mayor lucimiento, haciendo una exposición del arte del toreo, hasta el momento adecuado para lograr la estocada, la “suerte suprema”, que termina la faena, y corona el triunfo… o desmerece con un fracaso.

Pero eso no es todo… el toreo es mucho, muchísimo más. Esto es apenas lo FUNDAMENTAL.

elecarfelo@hotmail.com

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