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Falleció 'El Tigre” Vera

Por Freddy Ríos

Con 80 años a cuestas, falleció uno de los iniciadores de la lucha libre en Yucatán llamado José Dolores Vera Sosa, el gran “Tigre” Vera, a quien también se le conoció como “La Sonrisa del Millón”.

“El Tigre” Vera comenzó a entrenar lucha libre en el gimnasio Mérida de don Mario Escalante, a principios de la década de los 60s, cuando vivía por el rumbo de la Ermita.

En ese entonces, los aprendices locales se apoyaban en lo que veían de los forasteros que visitaban el terruño en las funciones de postín del Circo Teatro Yucateco y en la plaza de toros Mérida. Así las cosas, “El Tigre” emprendió la cacería en el bando de los rudos, sus coetáneos en aquella aventura fueron “El Atómico” Argáez, Genaro Contreras, El Dandy, Pantera Negra, el progreseño Gran Goro, El Búfalo y Chamaco Góngora, entre algunos otros.

Fue campeón estatal de peso welter, cinturón que arrebató a la primera Amenaza Roja en la arena Club de Amigos y bajo la promoción de don René Villalobos Aguilar.

En muy pocas etapas de su carrera se le vio en el bando técnico, sin embargo, el 22 de noviembre de 1968 se recuerda un gran encuentro en la modalidad de los entonces novedosos relevos australianos.

Fue en la arena Club de Amigos, ubicada en la calle 58 por 71 del centro de Mérida, donde Vera hizo equipo con el rey de las patadas voladoras, “Chamaco” Góngora, y Raúl Cancino, los rufianes de enfrente respondían a los nombres luchísticos del Murciélago Gutiérrez, el Gran Goro y el Búfalo. El encuentro se definió en favor del bando técnico, pero no sin antes haber desquiciado al público con una demostración de pundonor y profesionalismo que ya se está olvidando.

La semana siguiente, las heridas habían sanado y Vera hizo pareja con el futuro maestro yucateco Carlos García para enfrentar en la lucha estrella a los fuereños Sandokan y Máscara Roja, y quedó a la vista que los rivales del patio eran más peligrosos que los importados, al salir Vera y García victoriosos de manera clara y sin tanto escándalo.

Comenzaba así a cimentarse en Yucatán un deporte espectacular, de una mexicanidad absoluta, dotado de un atractivo singular para el público de todo el mundo. Venían empujando fuerte Carlos García, Carlos Acosta, Espartano, Irlandés, Gran Tawa (El Magnífico), Guerrero Maya, Ráfaga Pavía, César Rodríguez, El Zorro, El Destroyer y un etcétera que se iba multiplicando, pero antes de eso, “El Tigre” Vera y contemporáneos les habían puesto ya la mesa.