Deportes

Polvo de Estrellas

Gabriel Zapata Bello

La humildad en la grandeza deportiva de Eutimio López, el fondista yucateco

Sus xanakehuel (sandalias) de suela de llanta sostenidas a sus tobillos con soga se las elaboraba el mismo y le servían para ir diariamente a su milpa, por la madrugada, corriendo los 11 km desde su domicilio para cortar leña verde, la cual traía corriendo también de vuelta con un mecapal amarrado a su cabeza y espaldas, para luego convertirla en carbón, que vendía por las tardes en las calles de Espita. Eutimio López Padilla, mayahablante, natural de esa villa de oriente, al convocarse los segundos Juegos Deportivos Ejidales en 1938, fue requerido por el alcalde espiteño para indicarle que debería competir para conformar la selección local en los primeros Juegos Deportivos Peninsulares el día de la inauguración del majestuoso Estadio Salvador Alvarado el 1 de feb de 1939.

Corriendo con sus xanakehuel triunfa ampliamente en las competencias de 1 500, 5 000 y 10 000 metros y además en ésta última impone el récord nacional ejidal con 33 minutos. Enterados de Eutimio, los campeones nacionales de 5 000 y 10 000 metros deciden venir a la inauguración del Estadio para correr a manera de exhibición, siendo que el 3 de febrero de 1939, Eutimio ganó oficialmente ambas carreras, aunque los capitalinos hicieron menos tiempo que el espiteño; éste había corrido por primera vez con zapatos tenis y además en una pista ovalada, cuando sus triunfos anteriores habían sido en rutas lineales.1

Picado en su amor propio, el 4 de febrero el espiteño solicita participar en el Maratón, prueba final de los juegos a celebrarse al día siguiente. Los organizadores le recomiendan no participar guiado por el orgullo, pero Eutimio insiste y participa. Iniciaron el Maratón 4 corredores a las 6:45 am a las puertas del Estadio con dirección a la carretera a Progreso; uno desfallece a los 8 km, el otro desiste a los 15 km; el favorito es Roger Vázquez, un fondista meridano que 4 años antes había ganado un maratón; al llegar a Xcanatún retornan y faltando 4 km para llegar al Estadio, Eutimio acelera y deja atrás a Vázquez. A las 10 con 12 minutos, el carbonero espiteño entra por la puerta norte del inmueble y la banda de música entona sus dianas, entonces cruza Eutimio el arco del triunfo y bajo una estruendosa ovación de 10 mil almas, completa la vuelta y media al óvalo a toda velocidad para cruzar la meta sin ningún signo de fatiga, con un tiempo de 3 hrs. con 20 minutos.2

Semanas después, Eutimio y su esposa Macrina Baeza, con sus 3 pequeños hijos deciden venir a Mérida en búsqueda de un mejor futuro; vivió en un humilde cuarto por el rumbo del Centenario y mantenía a su familia vendiendo cacahuates, pepitas y garapiñados por las calles. Cierto día, realizando su labor, pasa por la Plaza Grande y el gobernador Humberto Canto Echeverría lo reconoce e instruye que contraten a Eutimio como intendente en el edificio central de la Universidad de Yucatán.

En agradecimiento al gobernador quien lo había conminado a seguir corriendo, Eutimio vuelve a entrenar por las madrugadas, antes de ir a sus labores. En febrero de 1940 se realizan los Segundos Juegos Deportivos Peninsulares, en los cuales Eutimio gana en dos días seguidos las pruebas de 1 500, 5 000 y 10 000 metros, rompiendo los récords estatales de estas pruebas.3 Al día siguiente, en la prueba de maratón, Emilio López, hermano menor de Eutimio, gana con un tiempo de 4 hrs. 20 minutos. Eutimio, sintiéndose comprometido con la afición local, había pedido a su hermano venir a Mérida a completar el maratón en su lugar.

Por más de 35 años el gran corredor se dedicó a sus labores de limpieza en la Universidad y logró que sus hijos heredaran dicha labor en la misma institución. Falleció en marzo de 1986.

Del merecedor de las más estruendosa ovación que se haya dado en nuestro gran templo deportivo, a quien las bellas señoritas de esa época le ciñeron la corona de olivos mientras el sólo asentía con la cabeza pues desconocía el castellano, sólo existe un nicho con su foto luciendo su indumentaria atlética, en un rincón de la modesta casa de la colonia Santa Rosa que adquirió con su esfuerzo y que actualmente vive su hija María Guadalupe López Baeza, ella de 80 años.

1 Diario de Yucatán, El campesino espiteño Eutimio López ganó la prueba de los diez mil metros, 4 de febrero de 1939, p. 8.2 Diario de Yucatán, El panadero espiteño Eutimio López ganó sensacionalmente en 3 horas 20 minutos el kilométrico maratón, 6 de febrero de 1939, p. 2.3 Diario del Sureste, El primer día del segundo encuentro atlético estatal, 1 de febrero de 1940, p. 2.; Se continuó desarrollando ayer el encuentro estatal, 2 de febrero de 1940, p. 2.