Por Ele Carfelo
La gran tendencia de todos los espectadores de deportes y espectáculos, y que también son aficionados a la fiesta de toros, es considerar ésta nuestra fiesta de seda y arena, como si fuera otro deporte, por la similitud de los lugares donde se presenta, que son planicies rodeadas de gradas, desde donde los espectadores disfrutan los sucesos que se verifican en la planicie central.
En los deportes, las dimensiones de la planicie central, siempre son estipuladas en el reglamento bajo cuyas normas se celebra el deporte en cuestión, y estas dimensiones son siempre las mismas, a menos que el deporte en cuestión, sea practicado por atletas de distintas edades o categorías. Así, las dimensiones de estas planicies pueden ser variables, según la categoría o edad de los practicantes.
En el toreo, no sucede así. Por lo general, la FORMA de la planicie central donde se realiza el espectáculo, es REDONDA… CIRCULAR, y por eso se le llama REDONDEL.
Para practicar los deportes, las superficies donde corren los participantes son, por lo general, de prados para el fútbol y el béisbol, de madera para el básquetbol, de pavimentos especiales para atletismo y carrera de vehículos motorizados, de arcilla, cemento o pasto para el tenis, en cambio para las plazas de toros son de ARENA.
En cuanto a las dimensiones del trazo de los límites que se indican para señalar las marcas de “OFF SIDE”, son pintadas en el piso. Hay que señalar que para los deportes, el no respetarlos, son motivo de variados castigos señalados por los árbitros correspondientes. En la fiesta de toros, es diferente. Las dimensiones de los diámetros de los límites de la plaza son variables, según el espacio de que se disponga para destinar para los festejos, y las gradas para los espectadores, y no existe una uniformidad.
Cuando la fiesta de toros se popularizó, las corridas se celebraban en las plazas de los pueblos, y se improvisaban los redondeles, que casi nunca eran redondos, porque los espacios disponibles eran casi siempre cuadrados, de modo que así se celebraban y los espectadores “gustaban” desde las ventanas de las casas, o desde los balcones de las casas de dos pisos, o desde las azoteas, aunque pronto se comenzaron a buscar espacios donde se pudieran construir graderías con postes de madera y estructuras de madera, como hasta la fecha se hacen en muchos lugares de Yucatán. Cuando se comenzaron a generalizar las plazas redondas y de mampostería y concreto, se imitaron en mucho, a los cosos que construían los romanos, como los que vemos en las películas donde actuaban los “gladiadores” y se cometían aquellas matanzas de cristianos.
Volviendo a las dimensiones, siempre siguen estando limitadas por los espacios de que se disponían para su edificación, y esto inclusive en cuanto a su trazo. Como ejemplo citamos que las plazas de toros más importantes del mundo, no son uniformes en cuanto a dimensiones y formas.
Pero resulta que desde que los observadores y estudiosos del toro y su comportamiento en una corrida, que son los que a través del tiempo han razonado acerca de cómo se puede disfrutar mejor la fiesta, con más emoción, con menos peligro, con mayor disfrute para aficionados, toreros, ganaderos y empresarios, concluyeron que el lugar en el que puede ser mejor al máximo una corrida, es en un redondel. Y desde hace mucho tiempo no se construye una Plaza cuadrada. TODAS SON REDONDAS. En primerísimo lugar porque, sencillamente, es que para que las plazas de toros sean redondas, tiene que existir UNA RAZON. La razón porque las plazas de toros son REDONDAS PARA SIEMPRE, no es porque así las diseñaron unos arquitectos. Las plazas de toros son redondas porque así lo imponen LOS TERRENOS Y LAS QUERENCIAS. Unicamente lidiándose un toro en un redondel, puede la distribución de los terrenos servir de base a una lidia razonada y armónica, y pueden, sobre todo, reducirse las querencias a su más mínima expresión. ¿No está claro? ¿Qué harían esos toros cobardones, que buscan refugio en las tablas, sin esquinas, de la barrera continua que circunda el ruedo, si se encontraran de pronto con que la barrera doblada en ángulo de una plaza les ofrece el seguro asilo de un hermoso rincón? ¡NO SALDRIAN DE AHÍ!
¡Por eso las plazas de toros son redondas!
Creo que esta es una razón clarísima. Voy a seguir adelante en la columna.
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