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Desde la Cuarta Transformación Republicana, urge el marco legal para la certificación científica y social de la carrera mercantil de repaisajización radical en la Península de Yucatán

Antropólogo Jorge A. Franco Cáceres  

Introducción

Nunca compartimos con el gobierno central y los poderes regionales que la repaisajización radical, según los intereses de las megaempresas transnacionales del turismo premium, fuera la opción estratégica para enfrentar la maltrecha situación económica y social de los estados de Quintana Roo, Yucatán y Campeche.

Tampoco nos convenció ese discurso tecnocrático del gobierno de Enrique Peña Nieto repitiendo que la economía regional debía diversificar sus ofertas de servicios turísticos de clase mundial en el futuro inmediato, apostando de modo resuelto por la urbanización panorámica o escénica de las zonas marinas y costeras desde obras y servicios elitistas.

Si la presunta solución estructural del régimen tecnocrático eran los megaproyectos de enclaves exclusivos con edificios lujosos y de escenarios fantásticos –con tecnologías de espectáculos cercanos siempre a las zonas arqueológicas y las comunidades tradicionales, pero al margen de la investigación avanzada y el desarrollo planificado–, no cabía duda en nosotros de que no habría futuro para los bienes comunes y los patrimonios nacionales en nuestra región. No lo habría porque se despreciaba desde el mismo Estado mexicano que estos legados son los únicos que podían ser determinantes para la continuidad de los paisajes culturales y la sostenibilidad bajo las condiciones realmente existentes de uso mercantil y cambio climático.

En consecuencia, no tenemos duda de que, desde la Cuarta Transformación Republicana y para que el Programa Nacional de Turismo sea consecuente con el patrimonio cultural y el legado ancestral, urge el marco legal para que se proceda a fondo en la certificación científica y social de la carrera mercantil de repaisajización radical en la península de Yucatán.

Postura crítica irreconciliable con los intereses de los megaproyectos turísticos de interés transnacional

Durante años hemos sido analistas críticos de las posturas turísticas de los poderes del Estado mexicano y los grupos empresariales detrás de la presidencia de la República, en el sentido de que rechazamos que el modelo regional de desarrollo sostenible podía ser una realidad prodigiosa a partir de paisajes seductores desde la simpleza teórica de las facilidades del mercantilismo salvaje y los privilegios a las empresas transnacionales.

Por esa razón, sostuvimos que la carrera turística era una componenda política a partir de la utilitaria hipótesis, en el sentido de que dichas empresas podían conseguirlo de forma más rápida y efectiva –con mayor eficiencia que el sector turístico nacional–, agregando ellos que la competitividad en términos de calidad total era el camino a seguir desde las inversiones extranjeras y los negocios panorámicos o escénicos, para resolver las carencias laborales y las necesidades familiares. Insistimos, no compartimos nunca nada de esto.

Adicionalmente, debemos señalar que lo que se realizaba en la península de Yucatán en el campo turístico no tenía capacidad de potenciar la política turística nacional, al punto que el turismo premium sirviera para incrementar el PIB a través del turismo global. Tampoco tenía fuerza para favorecer la sostenibilidad del desarrollo regional en las áreas estratégicas y las zonas vulnerables con los paisajes culturales mejor cotizados por sus atractivos ancestrales o tradicionales. Menos aún servía para fomentar la creación de empleo calificado y la educación de excelencia en las ciudades turísticas, etc., que son hasta hoy los problemas más graves, además de la violencia y las adicciones en las sociedades regionales.

Nuestra apreciación terminante sobre este último argumento oficial fue y sigue siendo que no es cierto eso de que ignorando la fórmula explosiva del uso mercantil desaforado y el cambio climático incierto en México–, el turismo de clase mundial podía contribuir a la generación de mayores oportunidades económicas y sociales. Tampoco consideramos cierto eso de que lo conseguiremos de modo eficiente si lográbamos avanzar más allá del turismo de sol y playa del Caribe mexicano, en las temporadas definidas en función de los intereses extranjeros.

En síntesis, no compartimos las obsesiones políticas o empresariales por el crecimiento turístico de calidad premium en los términos de los mercados globales, refiriéndonos con esto a que consideramos fórmula mágica la llegada masiva de turistas por temporadas altas o al establecimiento exclusivo de visitantes con segundas residencias. Tampoco lo hicimos por la entrada de ingresos transnacionales por turismo con tasas de crecimiento superiores al 10 %. Empero, sí observamos que hay impactos letales de la repaisajización radical de las empresas transnacionales del turismo de clase mundial en los ámbitos ancestrales, los sistemas naturales y las convivencias comunitarias, que juzgamos hay que analizar en los estudios pormenorizados de las diferentes situaciones críticas y las problemáticas crónicas ocasionadas por el sistema turístico existente en Quintana Roo, Yucatán y Campeche. Esto significa emprender un proceso de certificación científica del despojo patrimonial y el saqueo mercantil de la carrera de repaisajización, a partir de estándares perfilados desde el marco legal para el avance del desarrollo sostenible y la reversión del cambio climático en nuestra región.

Certificación científica de la carrera de repaisajización radical: estándares indispensables para proyectos turísticos de empresas transnacionales de clase mundial en términos de desarrollo sostenible y

cambio climático

1.- ¿Qué es la carrera mercantil de repaisajización radical?

El concepto de repaisajización surge como precisión teórica de la urbanización de los paisajes culturales en las zonas marinas y costeras de los Estados Unidos y Europa Occidental. Se empezó a utilizar en los años sesenta, incluso con otras acepciones, como desarrollo de paisajes culturales urbanos, desarrollo paisajístico marino-costero, construcción de paisajes turísticos, etc. Se refiere, en concreto, a los afanes políticos y empresariales de desarrollo urbano a partir de la transformación de los espacios tradicionales y los territorios ancestrales mediante enclaves panorámicos y sitios escénicos para actividades diversas, sin que esto signifique compromiso cierto con la calidad de vida de las poblaciones locales ni con el patrimonio cultural donde procedía la urbanización. Si como tal no implicaba ningún compromiso humanístico con el sistema natural y la convivencia comunitaria, en su acepción radial solo connotaba el cumplimento puntual del despojo patrimonial y el saqueo mercantil.

En definitiva, sostenemos que la carrera mercantil de repaisajización radical de las empresas transnacionales del turismo de clase mundial es un modelo regional de crecimiento especulativo, que impacta de modo incierto al sistema económico, de modo despiadado al orden social y de modo implacable al sistema natural, ya que tiene que ver con la economía global de consumo recreativo de servicios de calidad premiun. Está asociado a la construcción inmobiliaria de lujosos conjuntos, el crecimiento masivo de ciudades turísticas, al uso indiscriminado de combustibles fósiles y las emisiones de CO2 a la atmósfera, con aportes agregados al calentamiento global y el cambio climático, la generación de residuos líquidos y sólidos, etcétera.

Para certificar y validar la carrera en cuestión en la península de Yucatán, nos corresponde concertar una serie de pautas científicas de sostenibilidad y una serie de indicadores públicos de reversión del cambio climático, que evidencien si lo que realmente sucede con los proyectos turísticos involucrados en el proceso de urbanización turística de los espacios-territorios de las zonas marinas y costeras es asertivo o disruptivo en referencia a lo que muchos compartimos como desarrollo sostenible.

2.- ¿Qué significa el desarrollo sostenible para la carrera mercantil de repaisajización radical en la península de Yucatán?

El concepto de desarrollo sostenible proviene de los organismos internacionales de los años setenta, incluso con significados diversos como desarrollo sustentable, ecodesarrollo, crecimiento sustentable, etc., que sucumbieron a los afanes urbanísticos al ceñirse a modelos desarrollistas que despreciaban la relación de las sociedades modernas con la tradición ancestral y la naturaleza originaria. Se refiere el concepto a la consecución metódica y sistemática del desarrollo integral en tres vertientes: espacio-territorial, medioambiental y sociocultural, para que se garantice la calidad de vida humana actual sin comprometer el futuro de las nuevas generaciones, y para que también se libere el entorno urbanizado de impactos letales sobre los patrimonios culturales y los recursos naturales.

Sin lugar a duda, el modelo de desarrollo en cuestión promulga las ventajas estructurales de un modelo regional de desarrollo sostenible, que establezca límites al sistema económico, social y ecológico –especialmente sobre los aspectos desaforados del mercantilismo global–, que tienen que ver con la economía consumista, la programación arbitraria, la inversión especulativa, la política pragmática, la construcción masiva, la urbanización oportunista, la investigación alineada, la educación utilitaria, el abuso energético, el despilfarro habitacional, la destrucción biodiversa, la contaminación atmosférica y oceánica, el calentamiento global, la acumulación residual, etcétera.

En consecuencia, para certificar la sostenibilidad de la carrera mercantil de repaisajización radical en los estados de Quintana Roo, Yucatán y Campeche, hay que proceder para la construcción de diversas series de caracteres y varios modelos de indicadores vinculados a las iniciativas de las empresas transnacionales del turismo de calidad premium; se trata de acceder a detalles que nos informen lo que realmente sucede con el presunto modelo turístico de desarrollo regional, en las expresiones críticas en las áreas estratégicas y crónicas en las zonas vulnerables.

3.- ¿Qué significa el cambio climático para la carrera mercantil de repaisajización radical en la península de Yucatán?

El concepto de cambio climático surge en 1896, usado por el científico sueco Svante Arrhenius (1859-1927). Este investigador proclamó que los combustibles fósiles podrían dar lugar o acelerar el calentamiento de la tierra. Estableció también una relación entre concentraciones de dióxido de carbono atmosférico y temperatura. Fue en los años ochenta que esta teoría resurgió entre los científicos avanzados y las organizaciones ecologistas hasta impactar en los medios masivos y los círculos políticos, destapando datos apabullantes para el futuro de la civilización humana, como un aumento de 0.6 ºC en la temperatura media de la Tierra, un incremento de 18 cm en el nivel del mar y fenómenos naturales incongruentes con las manifestaciones climáticas establecidas. Según Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) y la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-ONU), “el término cambio climático solo es correcto cuando se aplica para referirse a aquella modificación que se ha producido en un clima como consecuencia, directa o indirecta, de la actividad humana, a lo cual habría que añadir la variabilidad natural del clima”.

No cabe duda de que el cambio climático es un fenómeno que puede ser letal para la sostenibilidad del desarrollo regional, así como también es un fenómeno ineludible para la certificación de la carrera mercantil de repaisajización radical de las empresas transnacionales del turismo de clase mundial. Decimos esto porque, si bien puede obedecer a causas naturales –como la composición atmosférica o las corrientes oceánicas–, el cambio climático procede también a partir del cada vez más impactante factor antropogénico, que son los grandes proyectos de la industria turística de calidad premium en las zonas marinas y costeras.

A decir verdad, hay una forma en que los desarrollos inmobiliarios y los servicios exclusivos suman impactos múltiples sobre las condiciones atmosféricas y oceánicas de nuestra región, misma que procede a evidenciar, debido a que las empresas señaladas han influido de manera decisiva sobre el conjunto de factores que apuntalan los efectos extremos del cambio climático en la península de Yucatán. Se trata de actividades como la deforestación de las islas de barrera, las pequeñas islas y las áreas de manglares, la emisión de gases de efecto invernadero de los servicios de transporte aéreo, marino y terrestre, junto con la alta demanda de energía y pródiga emisión de residuos de las zonas turísticas y los enclaves exclusivos, que son claves de la carrera mercantil que procede certificar.

Otras preguntas a responder sobre la certificación científica de la carrera mercantil de repaisajización radical en la península de Yucatán

- ¿Cómo se puede certificar el avance del desarrollo sostenible y la reversión del cambio climático de la carrera mercantil de repaisajización radical de las empresas transnacionales de las empresas de clase mundial?

- ¿Qué implican los conceptos despojo patrimonial y saqueo mercantil en términos de certificación científica del modelo turístico de desarrollo regional?

- ¿Cómo pueden plantearse estudios científicos, perfilar estrategias institucionales, diseñar sistemas legislativos y tecnológicos, construir realidades sociales, e incluso, rehabilitar paisajes culturales frente a la carrera mercantil de repaisajización radical?

- ¿Funcionan los sistemas científicos de certificación independiente de avance del desarrollo sostenible y de reversión del cambio climático frente a los intereses y los privilegios de carrera mercantil de repaisajización radical de las empresas transnacionales del turismo de clase mundial?

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