Antropólogo Jorge A. Franco Cáceres
Introducción
La Presidencia de la República (PR) y el Congreso de la Unión (CU) deben saber que en el mundo del poder y el dinero que la industria turística global impone a la vida comunitaria de los campesinos mayas del centro de Quintana Roo, el concepto avanzado de estatus de resiliencia viva no tiene interés alguno. El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) no pueden ignorar que, una vez instalados en el círculo turístico de clase mundial, con negocios y servicios que significan el respaldo de la Banca Mundial y el Estado mexicano a sus grandes proyectos en el Caribe mexicano, las autoridades y los empresarios regionales ignoran su significado y menosprecian la relevancia del concepto para la integración nacional.
También han de saber en la PR y el CU que ahí, entre financieros, calificadoras, banqueros, gestores, planificadores, administradores, etc., del turismo premium, no importa que el estatus actual de resiliencia en la Zona Maya sea el estado de resistencia de los seguidores de la Santísima Cruz frente a las circunstancias de avasallante predominio industrial y comercial creadas en torno suyo. A decir verdad, entre los líderes mercantiles y jefes políticos se comparte jubilosamente que si los campesinos mayas están confundidos o abrumados por las atenciones ponderadas a los visitantes extranjeros, tendrán que sobreponerse a una situación que ahora les corresponde enfrentar como personas libres. Pregonan, en consecuencia, que deben verla como una oportunidad generosa de la apertura mercantil más que otra adversidad traumática.
He aquí la postura discriminatoria regional del turismo global, que AMLO y MORENA deberán conocer para que el Programa Nacional de la Cuarta Transformación Republicana (PNCTR) proceda de modo consecuente con los derechos ancestrales y los bienes comunes del pueblo maya macehual.
La PR y el CU quizá desconocen que sujetos a presiones externas, que significan tensiones internas debidas a los proyectos turísticos, los adultos mayores y los jóvenes macehuales enfrentan todo tipo de rigores para no ser inconsecuentes con su cultura y su identidad. Por esta razón, no conviene que los poderes estatales ignoren que en medio de necesidades no resueltas y aspiraciones no atendidas por las instituciones oficiales, estos campesinos comparten que romper con el estatus compartido de resiliencia viva –con la idea de buscar un estado de complacencia personal al servicio de la industria turística–, no implicará nada relevante o trascendente para la historia maya y la religión macehual.
Ciertamente, la PR y el CU deben asumir que si las comunidades macehuales no proceden a la reformulación resiliente de sus recursos políticos, psicológicos y sociales en función de los proyectos turísticos y los intereses extranjeros en la Zona Maya, es debido a que estos no representan una oportunidad cierta para su vida tradicional y menos para su legado ancestral. Un error histórico sería que ambos poderes desprecien que esto significa también que dichos proyectos e intereses no entrañan la posibilidad de aprovechar la situación creada para ayudarlos a crecer como personas libres y desarrollar potenciales humanos, sino solo la resolución política de forzarlos hacia una condición enajenante y de humillante servidumbre hacia una élite mundial.
Aspectos que la PR y el CU deben saber sobre la gestación e imposición del desprecio turístico al estatus de resiliencia viva en la Zona Maya
Poco importó al Estado mexicano el estatus de resiliencia viva en los espacio-territorios mayas de Quintana Roo, al iniciar el desarrollo urbano de Cancún para precipitar el auge turístico que avanzó hacia cientos de playas paradisíacas y otros sitios costeros del Caribe mexicano. Recordemos que esta ciudad terciaria surgió como resultado de una exploración paisajística en los sexenios de los presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, para encontrar ámbitos vírgenes en las costas tropicales para centros turísticos de atractivo mundial. Escogido el sitio paradisíaco al margen de la decisión de la población originaria de identidad maya, este proyecto regional contó con fuerte apoyo del gobierno federal para atraer la inversión extranjera. Entre ambos sectores, público y privado, gestionaron exclusivamente los negocios turísticos y autorizaron a las empresas constructoras, que crearon la infraestructura hotelera y el desarrollo inmobiliario que actualmente predominan en las costas quintanarroenses. Nada les fue consultado a las comunidades macehuales.
La expansión de la industria turística en Quintana Roo continuó hacia otros espacios-territorios de la península de Yucatán, siguiendo el primer modelo discriminador experimentado, es decir, rechazando también el estatus resiliente entre los pescadores locales y los campesinos mayas. Se procedía así para que los proyectos hoteleros e inmobiliarios avanzaran al ritmo dictado únicamente por las inversiones nacionales y transnacionales en los paisajes culturales de Islas Mujeres y Cozumel, en la Riviera Maya, Holbox y la Costa Maya, y también en la reserva de Sian Kaan del municipio Felipe Carrillo Puerto. En pocas palabras, el desarrollo turístico se realizaba con o sin la anuencia de la población originaria sobre los destinos de los paisajes culturales, generalmente despojándola de sus derechos comunes y marginándola de los usos ancestrales, a fin de facilitar los negocios privados y servicios exclusivos en las playas y las costas.
Las playas y las costas del municipio Felipe Carrillo Puerto han sido las últimas de interés para la industria turística global, debido al estatus de resiliencia viva que aún sobrevive en la Zona Maya. No cabe duda de que los empresarios turísticos conocen las fortalezas y habilidades de los campesinos mayas para ser ellos mismos en sus entornos ancestrales, así como tampoco ignoran sus limitaciones y defectos debidos a los años de conflicto social, para continuar siendo dueños de ellos y a través de la marginación sistemática obligarlos a subsistir por sus propios medios. Tampoco desconocen que en esos paisajes culturales y reservas naturales no pueden trazarse metas que solo tengan en cuenta sus necesidades comerciales y sus sueños empresariales, porque hay comunidades con un estatus resiliente compartido, que no les permitirán desarrollar los proyectos turísticos a costa de sus derechos ancestrales.
A pesar de todo, siguiendo la línea despectiva del modelo patentado en Cancún hacia el estatus de resiliencia viva, los desarrollos turísticos y los servicios elitistas han invadido ya los espacios-territorios de la Zona Maya y la reserva de Sian Kaan, esgrimiendo siempre en sus promocionales globales la belleza natural, la paz social y el legado cultural, como atractivos para el turismo de clase mundial que busca actividades recreativas y deportivas.
Los atractivos culturales, sociales y naturales de la Zona Maya no están a disposición de la industria turística global, debido al desprecio histórico que esta ha compartido con el Estado mexicano hacia el estatus resiliente de los campesinos mayas. Sin ninguna disposición de ayudarlos a reformular sus recursos humanos en función de las nuevas circunstancias creadas, no pueden reclamarles flexibilidad política y social ante las situaciones realmente desintegradoras de los proyectos del turismo premium. Tampoco pueden pedirles en forma legítima que se sobrepongan psicológicamente a ellas, renunciando a su cultura e identidad para integrarse al “ecoturismo comunitario”. No cabe duda de que la globalización turística en la Zona Maya sucumbe debido a su propio rechazo al proyecto humanístico serio para tener alguna utilidad intercultural para la resiliencia viva en las comunidades macehuales.
Así las cosas, para AMLO y MORENA todavía está abierta la pregunta sobre el futuro turístico del municipio de Felipe Carillo Puerto ante el estatus resiliente actual de los seguidores de la Santísima Cruz. ¿Es posible que se siga impulsando un turismo de clase mundial en Sian Kaan a partir de proyectos despectivos hacia la resiliencia viva, y el mismo tipo de turismo desde proyectos enajenantes en la Zona Maya?
Podemos decir al respecto que, a pesar de tantas actitudes inconsecuentes de la industria turística, los campesinos resilientes no empeñarán sus mejores esfuerzos contra el modelo de desarrollo actual, sino contra los proyectos privados que imponen momentos difíciles y condiciones adversas en las comunidades macehuales. Aquí, procede aclarar a la PR y al CU que no se trata de una simple diferenciación argumental, sino de la manera pacificadora que ellos tienen de enfrentar el mundo creado, ahora que son conscientes de que no podrán evadirlo ni cambiarlo.
¿Qué pueden hacer la PR y el CU contra el desprecio turístico al estatus de resiliencia viva?
No cabe duda de que el desprecio de la industria turística pone a prueba el estatus de resiliencia viva en la Zona Maya con sus proyectos de clase mundial. Plantea situaciones estructurales desde el modelo turístico global que superan las capacidades sociales y las potencias culturales de los campesinos macehuales ante circunstancias imprevistas que pueden llevarlos al límite, es decir, que se cuestionen si los seguidores de la Santísima Cruz tienen fortaleza y voluntad para continuar adelante como tales, pueden dejarse vencer o resistir ante los intereses extranjeros y sus acciones desintegradoras.
El estatus actual de resiliencia viva en las comunidades macehuales implica tener condiciones ciertas desde los poderes del Estado mexicano, para proceder ante el mundo turístico creado con los recursos desarrollados en función de las nuevas circunstancias políticas y mercantiles. De esta manera, las personas resilientes entre estos campesinos mayas no solo serán capaces de sobreponerse a las adversidades compartidas, sino de aprovecharlas para crecer en forma personal y desarrollar su potencial como seres humanos.
Si la resiliencia viva es algo que los adultos mayores y los jóvenes macehuales pueden desarrollar a lo largo de sus vidas, sin duda, el estatus resiliente en la Zona Maya puede avanzar con respaldo de los poderes estatales ante las circunstancias creadas por los grandes megaproyectos de la industria turística. Esto significa que, encontrándose, incluso, al borde del abismo social, debido a despojos políticos y trampas empresariales, los campesinos mayas procederían contra situaciones adversas a su cultura y su identidad; lo que harán sin importarles el fracaso político, y no se darán por vencidos.
Conscientes del estatus de resiliencia compartida, las personas resilientes sabrán usarlo a favor de la vida tradicional y el legado ancestral en las comunidades macehuales. Estas personas podrán trazar metas temporales más objetivas que no solo tendrán en cuenta sus necesidades materiales y sentimientos espirituales, sino también los recursos disponibles para conseguirlas con respaldo de los poderes estatales frente al avasallador proceso de globalización turística que se les impone en el centro de Quintana Roo.