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Entretenimiento / Virales

El Gobierno Mexicano debe planificar la sostenibilidad del desarrollo integral en las zonas marinas y costeras

Antropólogo Jorge Franco Cáceres y Dr. Antonio Benavides RosalesIntroducción

El desarrollo turístico de clase mundial y la industria globalizada del turismo premium han impactado de manera comprometedora los estados integrales de las zonas marinas y costeras de México. No puede ignorarse esta situación durante otro sexenio sin consecuencias funestas para las regiones mejor aspectadas para esta vocación.

Actualmente, es imposible encontrar una pequeña isla o alguna bahía con paisajes culturales completamente vírgenes, porque tres fenómenos conjugados: 1) el turismo internacional, 2) el desarrollo urbano, y 3) el cambio climático, han generado severos cambios e, incluso, graves daños a los paisajes culturales y los sistemas naturales.

Se trata de impactos industriales, tecnológicos y organizativos impuestos desde megaproyectos sectoriales, que han tenido consecuencias económicas-patrimoniales en los aspectos espacio-territoriales, medioambientales y socioculturales de las zonas marinas y costeras.

He aquí la urgencia de que el Gobierno Mexicano planifique la sostenibilidad del desarrollo integral en estas zonas, en vez de solo precipitar más normas centralizadas para los desarrollos turísticos.

Entre intereses de operaciones turísticas y desarrollos inmobiliarios, pero ignorando casi siempre los impactos industriales y urbanos, además de los efectos del cambio climático

Casi siempre ignorando los impactos industriales y urbanos, así como los efectos del cambio climático, las operaciones turísticas y los desarrollos inmobiliarios han mantenido una escala ascendente en el Caribe mexicano, el Pacífico sur, el golfo de California, etc. Hablamos de megaproyectos vinculados con cadenas de hoteles con vistas al mar y las lagunas costeras; cruceros entre islas, arrecifes y cayos; campos de golf con acceso a las playas, las zonas arqueológicas y las reservas naturales; excursiones basadas en el recorridos del shore; complejos residenciales de tipo paradisíaco, etcétera.

Las iniciativas sectoriales enlistadas han impactado los paisajes culturales de las pequeñas islas tropicales o subtropicales, las bahías, los cayos, los acantilados, los bancos, los arrecifes, las islas de barrera, etc., debido a que se han especializado en imponer modas turísticas de las culturas globales a las sociedades regionales y las comunidades locales, a partir de la construcción de enormes escenarios y el montaje de grandes espectáculos, exclusivamente destinados a la complacencia de los visitantes.

En el caso específico de la península de Yucatán, además de las afectaciones patrimoniales ocasionadas por los fenómenos extremos a los mares y las costas, las comunidades tradicionales y las tradiciones mayas de Quintana Roo, Yucatán y Campeche han sido instrumentadas de modo peculiar por las operaciones turísticas y los desarrollos inmobiliarios del turismo premium en México. Se les ha “vendido” desde las plataformas electrónicas como sensacionales atractivos “exóticos”, pensando siempre en los visitantes impresionados por la historia, la cultura y la arqueología mayas, para que adquieran servicios exclusivos en los principales asentamientos de las zonas marinas y costeras. Este tipo de uso comercial de los paisajes culturales regionales desde megaproyectos sectoriales, ha generado más ganancias a las compañías turísticas extranjeras que beneficios a las comunidades locales y cuidados a los sistemas naturales.

No cabe duda de que, por encima de los daños patrimoniales ocasionados por los huracanes, tormentas y mareas a las playas paradisíacas, las reservas naturales y las zonas arqueológicas, el desarrollo turístico de clase mundial y la industria globalizada del turismo premium se han convertido en los principales enemigos del uso sostenible de los patrimonios natural y cultural, y del desarrollo turístico a largo plazo en los más atractivos paisajes culturales de la península yucateca.

Sin embargo, por instrucciones de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), desde las direcciones de Fomento Ambiental, Urbano y Turístico, y la de Turismo, en el sexenio pasado solo se realizaron reuniones sectoriales para elaborar una Norma Oficial Mexicana que, lejos de la planificación integral para el desarrollo sostenible en nuestra región, acaso enfocaba los efectos del cambio climático sobre las operaciones turísticas y los desarrollos inmobiliarios. Criticamos al Gobierno peñista debido a esta falta de criterio científico y a su preferencia tecnocrática.

Desde su planteamiento denominado “Especificaciones de protección ambiental y mitigación de efectos adversos del cambio climático, en la planeación, diseño, construcción, operación y abandono de desarrollos inmobiliarios turísticos en ecosistemas costeros”, el Gobierno de Enrique Peña Nieto dejó de lado la necesidad de planificar la sostenibilidad del desarrollo integral, para solo precipitar normas centralizadas destinadas a proteger los intereses mercantiles de los megaproyectos sectoriales.

Pensar la sostenibilidad del desarrollo turístico en función de lo que sucede con el turismo premium, los paisajes culturales en riesgo, las zonas marítimo-terrestres y el cambio climático

Ignorando o no los efectos del cambio climático desde sus megaproyectos, no cabe duda de que los impactos de los servicios turísticos y los complejos inmobiliarios sobre los patrimonios natural y cultural de las zonas marítimo-terrestres son visibles en varios niveles en los municipios costeros de Quintana Roo, Yucatán y Campeche, como lo señalan algunos estudios hechos por el United Nations University Institute for Water Environment and Health (UNU-INWEH), para conocer la contaminación en las aguas del mar Caribe(Metcalfe y Drouillard, 2010).

A decir verdad, cada vez somos más los investigadores regionales que señalamos que la península de Yucatán tiene una falta general de conocimientos del paisaje cultural y también del desarrollo turístico que ahora ocurre bajo los efectos del cambio climático. Insistimos también en que son insuficientes los vínculos efectivos entre los actuales responsables federales y estatales del manejo público de los patrimonios natural y cultural, para controlar lo que sucede en las zonas marítimo-terrestres con los desarrollos turísticos. Ecologismo, medioambientalismo, indigenismo, derechohumanismo, etc., desde adentro de las instituciones federales o fuera de ellas, son simplemente fracasos cumplidos ante la voracidad del avance del turismo premium. No puede continuarse así bajo la Cuarta Transformación Republicana.

Compartimos también que sin enfoques integrados para formular el desarrollo turístico sostenible a largo plazo, la economía de servicios de clase mundial y complejos inmobiliarios premium no será sostenible a mediano plazo, debido a los problemas antropogénicos, y menos lo será a largo plazo por causa de los efectos del cambio climático. En consecuencia, el desarrollo turístico sostenible requerirá iniciativas federales que estén mucho más allá de las NOM de Semarnat, para tratar de imponer condiciones de sostenibilidad en las zonas donde el turismo premium tiene mayores volúmenes de operaciones y negocios.

En los municipios costeros de la península de Yucatán, las zonas marítimo-terrestres poseen los más atractivos paisajes culturales y son también las más expuestas al uso intensivo de la industria turística de clase mundial y a los efectos del cambio climático. Esto sucede, particularmente, en los sitios donde la organización espacio-ambiental y la convivencia sociocultural se han modificado drásticamente, debido a los megaproyectos sectoriales, desde disposiciones federales y estatales para favorecer al uso intensivo característico y exclusivo del turismo premium.

No cabe duda de que en los espacios-territorios federales donde se concentran las actividades del turismo premium con mayor intensidad y donde se someten al uso intensivo los patrimonios culturales y naturales presentes, se ha afectado de forma integral el valor patrimonial de toda la región circundante, pues en ellos se buscaba establecer las normas centralizadas destinadas a favorecer los intereses de los megaproyectos sectoriales. Esto sucedió porque los desarrollos turísticos premium, que aún se establecen en los municipios costeros, ocupan grandes superficies de zonas no urbanizadas previamente, requeridas para construir instalaciones de lujo en las que ofrecen productos anhelados por los habitantes de las ciudades y los visitantes de regiones lejanas.

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