Antropólogo Jorge Franco Cáceres
Durante las dos últimas décadas, México fue uno los países emergentes que recurrieron a los peores modelos antisociales y contrapatrimoniales para implementar las reformas estructrales dictadas por las agendas globales del FMI, la OCDE y las COP-ONU.
A pesar de todo, los poderes del Estado mexicano del Cambio Democrático (CD) y la Transformación Republicana (TR) no han compartido a la nación ningún informe estratégico sobre los daños ocasionados a los patrimonios culturales por las reformas señaladas del sexenio peñista.
Debido a tal omisión, aún no queda claro cómo será ponderado el desarrollo sostenible en las áreas estratégicas y tampoco cómo procederá el combate al cambio climático en las zonas vulnerables.
Tampoco se ha establecido con precisión cómo se ejercerán las capacidades competitivas para avanzar hacia ellos, es decir, cómo procederán los poderes, las autoridades y las instituciones para la entrega de nuevas cuotas empresariales y el control de ventajas mercantiles a empresas nacionales y extranjeras.
Informes estratégicos, daños patrimoniales y capacidades competitivas
Quizá convenga recordar a la Presidencia de la República y al Congreso de la Unión que, en asuntos concernientes al desarrollo sostenible y el combate al cambio climático, países como Alemania, Suecia, Dinamarca, Italia, Holanda, etc., han destacado por hacer públicos los informes estratégicos sobre daños patrimoniales y capacidades competitivas.
Gracias a ellos, hemos visto que algunos gobiernos han procedido a las consultas externas de acciones pertinentes para el desarrollo sostenible e, incluso, han permitido la certificación internacional de condiciones creadas por las empresas nacionales y los negocios transnacionales.
Advertimos sobre lo anterior, porque las nuevas políticas turísticas e industriales del gobierno mexicano no evidencian aún que serán una gran oportunidad para garantizar la sostenibilidad a largo plazo de los pasajes culturales y los recursos naturales de nuestro país. Esto ocurre porque las leyes, las instituciones y los programas siguen bajo términos esquemáticos de tecnócratas especializados, que no han mostrado capacidad para la planificación integral y la ciencia avanzada, ambos indispensables para cumplir con los compromisos del desarrollo sostenible y el combate al cambio climático.
Durante todo el sexenio pasado, reclamamos al presidente Enrique Peña Nieto esa preferencia mercantil que determinaba la incapacidad política, técnica y social de su gobierno para dar impulso a la Agenda 2030. Para esto, destacamos que debían enmendarse los privilegios de las rondas privatizadoras y las concesiones transnacionales, ya que estas transacciones solo entrañaban capacidades de abuso y/o modos de explotación de los patrimonios culturales. Se trataba de excesos mercantiles de las reformas estructurales que estaban por encima de los niveles considerados como sostenibles en las áreas estratégicas y las zonas vulnerables.
También, insistimos a los poderes peñistas que debían promoverse cambios nacionales, regionales y locales para que el turismo y la industria fueran realmente sostenibles bajo las actuales condiciones de cambio climático. No sucedió algo relevante al respecto, ni siquiera en Yucatán, donde más trabajo realizamos para divulgar las ventajas de un modelo peninsular avanzado de desarrollo sostenible bajo las actuales condiciones de cambio climático.
Reclamamos, entonces, la urgencia de priorizar los criterios de manejos integrales de carácter espacio-territorial, medioambiental y sociocultural en la asignación de posibilidades, en vez de solo privilegiar las cuotas empresariales y las ventajas mercantiles. Nunca vimos que el peñismo entendiera que el desarrollo sostenible constituía la máxima prioridad de la comunidad internacional que podía ser útil y conveniente para nuestro país.
Conclusiones
No cabe duda de que, para tratar de evitar otra falsa implementación de la Agenda 2030, debemos insistir ante los poderes del CD y TR para que compartan con la nación la información cualitativa y los datos cuantitativos de todo lo relacionado con los abusos industriales y los excesos turísticos de las empresas nacionales y los negocios transnacionales.
Durante el sexenio pasado se maltrataron los paisajes culturales para el turismo de clase mundial y se explotaron los recursos naturales para el comercio de bienes y servicios de exportación, llegándose a niveles fatales. Esto sucedió en el mar de Cortés y el golfo de México, donde hay patrimonios comunes que hoy día evidencian daños irreversibles por pésimos usos industriales y turísticos fuera de control.