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Canciones a las nacionalizaciones: el caso de Cuba

Marta Núñez Sarmiento*

XV

Ahora le toca el turno a las canciones patrióticas que los cubanos cantamos a las nacionalizaciones en 1959 y 1960. Me concentré en cinco de las que creó e interpretó el cantautor Carlos Puebla: Y en eso llegó Fidel, Todos por la Reforma Agraria, Mira yanqui cómo nos reímos, Yankee go home y Soy del pueblo.

Esos dos primeros años de la Revolución cubana fueron duramente definitorios. El amanecer del 1.o de enero de 1959 generó en todos los cubanos una explosión de alegría que se extendió hasta las mansiones de muchos de los poderosos. Todos pegaban en sus puertas carteles que decían “Gracias, Fidel” y “Fidel, esta es tu casa”. Pero las medidas radicales que tomaban los jóvenes gobernantes barbudos para alcanzar la soberanía absoluta y lograr la justicia social para todos fueron apartando a quienes pensaban que estos “muchachos” serían incapaces de romper con la historia corrupta de los gobiernos anteriores.

Comenzaron por confiscar las propiedades de los batistianos y de otros que habían adquirido los bienes ilícitamente, devolviendo todo ello al erario público sin compensación alguna. Le siguieron las nacionalizaciones justificadas por el derecho internacional por razones de utilidad pública, que se acompañaban con las indemnizaciones a los afectados. Propietarios de diversos países aceptaron las indemnizaciones, pero no así los de Estados Unidos, quienes se estimaba controlaban el 80 % de la economía cubana. Entre las nacionalizaciones que definieron los inicios de la guerra económica de EE. UU. contra Cuba estuvieron la Ley de la Reforma Agraria de mayo de 1959 y la que nacionalizó el grueso de las propiedades extranjeras en Cuba –en su mayoría norteamericanas– en agosto de 1960.

A lo largo de casi dos años el apoyo popular a los rebeldes creció, porque los más pobres constataron mejorías en sus condiciones de vida, a la vez que el siempre presente nacionalismo radical más el antiyanqui se manifestaban en consignas y canciones. A estas últimas me referiré.

Carlos Puebla se convirtió en el “Cantor del pueblo”, porque sus canciones de letras sencillas recogieron el sentir de los cubanos para convertirse en crónicas de las transformaciones de la Revolución. En dos de sus primeras canciones de 1959 y 1960, ¡Y en eso llegó Fidel! y ¡De todas maneras va!, también identificada como ¡Todo por la Reforma Agraria, Carlos Puebla expuso un contrapunteo entre los beneficios que la naciente Revolución en el poder estaba otorgando a los humildes y aquellos opresores a quienes despojaron de sus riquezas mal habidas o que simplemente poseían para enriquecerse a costa de la mayoría de los cubanos. Pero en estas dos primeras canciones, estos exopresores están indeterminados, al menos en sus nacionalidades. Les atribuye acciones como las de divertirse a costa del pueblo, “ganado el 100 %”, “rateros”. “forajidos”, “bandoleros” que hacían sufrir al pueblo, lo explotaban, “tragaban su tierra”, “seguían cruelmente la costumbre del delito” e “hicieron de Cuba un garito”. Carlos Puebla denunciaba el rejuego que desde inicios de 1959 realizaban los explotadores cuando demonizaban a los barbudos como antidemocráticos; les espetaba que ellos “jugaban a la democracia mientras el pueblo se moría” y que, además, comenzaban a conspirar contra él.

A quienes sí identifica claramente es a los protagonistas de los cambios revolucionarios: Fidel, el pueblo que sufría empobrecido, Cuba, la Sierra Maestra. A ellos les atribuye las funciones de detener los saqueos a los cubanos: “¡Llegó el Comandante y mandó a parar!”. Describe a la Sierra como el lugar desde donde se vislumbraba el porvenir.

En su canción sobre la Reforma Agraria, el principal actor positivo es esta ley que acompaña con la frase “¡De todas maneras va!”. Esta palabra se popularizó de inmediato para significar que esta y otras medidas que beneficiaban a Cuba se llevarían a cabo contra viento y marea. Y “¡Va!” ha permanecido en el imaginario popular hasta ahora, ya que después se usó para asegurar que en la zafra de 1970 “¡Los 10 millones van!” y, “¡De que van, van!”. Por su parte, el músico cubano Juan Formell bautizó a la orquesta que creó alrededor de 1969 como “Los Van Van” con esta consigna, con la que también se autodenominaron los pobladores de un nuevo barrio en Santiago de Cuba. Otro protagonista positivo de la letra de Puebla es “el pueblo” que se beneficiaba de la Reforma Agraria y que antes vivía en la miseria, además de los barbudos que nada tenían que ver con la antigua guardia rural que cometió barbaridades contra los pobladores rurales para proteger las propiedades de los latifundistas.

Puebla vuelve a dedicar la mayor parte de sus epítetos adversos a los protagonistas negativos de la saga que relata: los que “pretenden repartir la tierra en cartuchos”, los “egoístas innombrables”, “gente de mente flaca, que exigen para la vaca lo que le niegan al hombre”. Los que gritan con voz extraña “que primero está la caña que el hombre con su miseria”. Lanza la consigna “¡Latifundios para qué!”, que era ya un clamor popular. Por cierto, este “¿para qué?” se escuchó por primera vez pocos días después del 1.º de enero de 1959 cuando la población exigió que todos los que participaron en la lucha armada entregaran sus armas a las recién creadas Fuerzas Armadas Revolucionarias y a la Policía Nacional Revolucionaria. Y concluye su cantar pronosticando que “…aunque lluevan raíles de punta, ¡la Reforma Agraria va!”.

Estimo que Carlos Puebla resalta más a los antiactores que se enfrentan a la Revolución que a quienes la respaldan, quizá para detallar con su lenguaje sencillo las actitudes de quienes se oponían a las transformaciones que beneficiaban a los más humildes.

La Reforma Agraria se firmó el 17 de mayo de 1959 y un mes después, el 19 de junio, cuando Fidel escuchó las bombas que explotaron en los alrededores de donde le hablaba a la población, propuso de inmediato que el 26 de Julio de ese año se celebraría con una gran concentración popular en la entonces Plaza Cívica en La Habana, a la que arribarían campesinos de toda la Isla, quienes se alojarían en las casas de los habaneros. Tendrían que ver cómo eran esos guajiros cuando arribaron a la capital: limpios con sus ropas humildísimas y sus zapatos raídos pero lustrados, todos con su sombrero de guano y sus machetes. ¡Ya muchos eran dueños de sus tierras! Y por mis observaciones de socióloga, quien a los 13 años albergó con su familia a dos campesinos orientales, les aseguro que en la actualidad los hijos y los nietos de aquellos casi famélicos guajiros son de los cubanos con más altos ingresos, porque cultivan el 100 % del tabaco, casi la totalidad del café y del cacao, más del 50 % de la caña y producen el 70 % de los productos del agro y de la ganadería que consume la población.

Veamos qué dice Carlos Puebla de las nacionalizaciones de las empresas extranjeras de agosto de 1960. En esta nueva confrontación entre el pueblo y quienes intentan retornar al pasado para oprimirlo, el cantor identifica expresamente al antiactor u actor opuesto: yankee. Como solía proceder “pedagógicamente”, Puebla explica a los cubanos qué sienten los yankees: están dolidos, sufren, tienen rabia porque el pueblo triunfó y porque la Revolución avanza rápidamente. Critica nuevamente las campañas mediáticas de mentiras hacia la Revolución que desde la prensa de Estados Unidos la difamaban, usando un recurso muy cubano: ante esto el pueblo le suelta primero su risa y después una rotunda carcajada. “De todo lo que tú piensas y dices / en tu manía de difamar / mira, yanqui, cómo nos reímos / ja, ja, ja, ja, ja, ja / Como tú no puedes nada / contra esta marcha impulsiva / la sonrisa primitiva / se nos volvió carcajada”.

En ¡Yankee go home! el protagonista negativo vuelve a ser el vecino del norte, identificado con todas sus letras. Esta vez no se le enfrenta solo el pueblo cubano, sino todos los pueblos del mundo, gritando ¡Yankee go home! Quienes exclaman esta consigna por doquier no saben inglés más allá de “míster” y “hello!”, pero comprenden perfectamente qué significa la frase que da el nombre a la canción. Fueron los momentos de agosto de 1960 en que Fidel mencionaba desde la tribuna una por una las empresas nacionalizadas, mientras que, como una coletilla a cada una, el pueblo exclamaba “¡Se ñamaba!”.

Recuerdo que se celebraba en La Habana un Congreso de estudiantes de América Latina en el estadio Latinoamericano y un colombiano llamado Alejandro tomó su acordeón y cantó una tonada que se popularizó de inmediato. Decía más o menos así: “Dicen los americanos / que Fidel es comunista / y no dicen que Batista / mató a 20 mil cubanos. / ¡Cuba sí, Cuba sí, Cuba sí / Yanquis no!”.

Les comento que el cariño y solidaridad hacia Cuba del conocido cantautor de Colombia Alejandro Gómez Roa se mantuvo hasta su reciente muerte…y su canción ¡Cuba sí, yankees no! quedó inscrita desde entonces como un himno antiimperialista a nivel mundial.

Concluyo con Soy del pueblo, una canción que describe la ideología patriótica de Carlos Puebla, quien siempre se definió como “el Cantor del pueblo”. Y es cierto que en su extenso repertorio transformó en tonadas trovadorescas la manera de pensar de los cubanos, sobre todo de esos que se beneficiaron con la Revolución. Como en este trabajo me concentré en las nacionalizaciones de 1959 y 1960, no incluí otras emblemáticas canciones que Puebla universalizó como ¡Hasta siempre, Comandante!, dedicada al Che.

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