Internacional

Castigo más allá de la muerte

Por Jorge Gómez Barata

La imagen del estéril esfuerzo que significa patear una puerta abierta o apuñalear un cadáver, ha sido desmentida en China donde el general Zhang Yang ha sido póstumamente expulsado del partido y degradado. El militar, sexto en la jerarquía estatal y política, había fungido como Jefe del Departamento de Asuntos Políticos del Partido, encargado de supervisar el funcionamiento del Ejército Popular Chino.

Lo curioso es que el aludido había admitido su culpabilidad al ahorcarse en su domicilio. La medida adoptada contra el finado reafirma la política de “tolerancia cero” con la corrupción, impulsada por el presidente Xi Jinping, y advierte que los ajustes de cuentas no conocen límites y puede incluso burlar a la muerte.

A fines del pasado año, siguiendo “la ruta del dinero”, el alto cargo fue vinculado con Guo Boxiong, el funcionario de más alto rango en la historia de la China Popular en ser condenado a cadena perpetua. Entonces se abrió un proceso judicial y político contra Yang, acusado de aceptar sobornos y adquirir bienes materiales de un valor que excedía sus posibilidades.

Antes que estos jerarcas, desde el 2012, habían sido descubiertos y condenados a diferentes penas de cárcel un millón y medio de funcionarios del estado y del Partido Comunista. Entre ellos más de 170 ministros y viceministros, unos 35 miembros del Comité Central y más de 60 generales.

Ante el suicidio, el periódico del Ejército Popular Chino, con más de dos millones de efectivos y dotado de armas nucleares, publicó un editorial en el cual se criticaba al “…Alguna vez noble y poderoso general que decidió terminar con su vida de manera vergonzosa”.

Con el inusual castigo, la doctrina que inspira la lucha contra la corrupción que incluye tanto a las “moscas” (funcionarios de bajo rango) como a los “tigres” (corruptos de mayor jerarquía), se ratifica y se amplía para incluir, además de a los vivos, a los muertos.

En países como China donde predomina el sector estatal de la economía, susceptible de mayor descontrol y donde debido a particularidades del sistema político, los altos cargos cuentan con atribuciones desmedidas, funciona el “centralismo democrático” y la “obediencia debida”, la corrupción es particularmente difícil de combatir, por lo cual de ello se ocupan no sólo los órganos judiciales y los aparatos de control, sino el partido y personalmente el presidente Xi Jinping, quien encabeza la cruzada. Allá nos vemos.