Internacional

Hablan las víctimas de las FARC II

Zheger Hay Harb

El ex gobernador Alan Jara, secuestrado durante seis años, quien dictaba clases de inglés a los guerrilleros y quien luego de su rescate fue nombrado por el presidente Juan Manuel Santos director de la Unidad para la Atención y Reparación de Víctimas del Conflicto, también relató su calvario; contó que escuchó crecer a su hijo a través de la radio cuando recibía mensajes, porque tenía 7 años cuando fue secuestrado y cuando salió ya había cumplido 15.

Contó cómo fueron recluidos en jaulas: “Yo estuve en doce jaulas distintas y una de ellas era tan pequeña que no cabíamos los 34 que estábamos allí. Y ante las dificultades mi distracción fue contar las tablas y dividirlas por el número de secuestrados; a cada secuestrado nos tocaba de una tabla y media. Cada tabla tiene 20 centímetros y vivir en tabla y media es muy difícil”.

Relató también que “después de que se cayó la zona de distensión (donde se desarrollaba el fallido proceso de paz de Pastrana) que marcó un punto de quiebre porque nos separaron y cada grupo vivió su experiencia, su drama. Lo que le retumbaba a uno la mente era la orden de Jojoy: ‘El deber de ustedes es cuidar a los prisioneros, si no lo pueden lograr, el deber es no dejarlos escapar. Mátenlos’. Eso fue lo que causó la muerte de otros secuestrados”, sin especificar quiénes.

Pero en otro momento de su declaración dijo que cuando se producían bombardeos los guerrilleros trataban de sacarlos pero no podían.

“Duele profundamente que lo humanitario no se consideró durante años. (Se refiere al acuerdo humanitario para la liberación de secuestrados que durante el gobierno de Ernesto Samper logró la liberación de muchos y a lo cual Andrés Pastrana y Alvaro Uribe no quisieron acceder) Ese desprecio por la vida aún hoy genera un sentimiento entre el dolor y la tristeza.

Dice que perdonó a sus victimarios pero que no olvida el dolor y el daño causado. “Celebro este espacio donde espero se alcance a dimensionar la tragedia vivida durante décadas. A todos nos ha tocado sufrir en mayor o menor grado la afectación del conflicto, este debe ser un espacio para la dignificación de las víctimas, quiero un espacio para la paz”.

El general (r) Luis Mendieta fue secuestrado en la toma del puesto militar de Mitú el 1 de noviembre de 1998 cuando tenía el grado de teniente coronel. Sigue llamando terroristas a los guerrilleros de las FARC y dice que en esa acción 2,000 guerrilleros atacaron a 76 uniformados y 30 auxiliares bachilleres de la Policía y fueron secuestrados 45 oficiales y suboficiales y 16 auxiliares.

Relata que en ocasiones, en los 12 años que estuvo secuestrado, tuvo que marchar encadenado, arrastrándose porque el paludismo le impedía mantenerse en pie. Pide a la JEP que investigue dónde se encuentran los restos de secuestrados que, dice, murieron en cautiverio.

“Hubo una marcha, que denominamos la marcha de la muerte, que casi duró tres meses…Era la persecución constante por parte de la Fuerza Pública. Después de varios meses de caminar…ya no podía caminar… y pedí dos palos y los utilicé como muletas y así iba caminando poco a poco por la selva (...) mientras mis compañeros llegaban a las 4 de tarde……como yo me quedaba, llegaba a las 10 u 11 de la noche, muchas veces ni comía”. Dice que los guerrilleros le dijeron que su hijo había muerto en un accidente de tránsito. “Supe hasta el día que me liberaron que él estaba vivo”.

Finalmente Mendieta, quien es de las víctimas que más inflexible se ha manifestado, pidió que las penas contra los ex jefes de las FARC sean severas y dijo que no puede perdonar el daño que le causaron.

Sigifredo López era diputado de su departamento cuando las FARC se tomaron el recinto de la Asamblea y lo secuestraron junto con otros 11 diputados. Cinco años después, en un intento de rescate por parte de la Fuerza pública, sus compañeros fueron asesinados por la guerrilla. Inicialmente las FARC dijeron que sus muertes se produjeron por error en un enfrentamiento con otro grupo de la guerrilla, pero luego del acuerdo de paz varios ex comandantes guerrilleros se reunieron con las familias de los diputados y les pidieron perdón.

Luego de ser liberado Sigifredo fue acusado por la Fiscalía de haber delatado a sus compañeros para que fueran secuestrados. Los familiares de los diputados muertos terciaban en su favor y aseguraban que él no lo había hecho. Finalmente la Fiscalía tuvo que reconocer que no había mérito para su acusación; la entonces fiscal ocupa ahora el cargo de secretaria administrativa de la JEP, por lo cual él se queja.

“Lo que han hecho las víctimas al perdonar derechos de lesa humanidad es enorme, pero ¿qué han hecho las FARC? ¿Su perdón sí vino del alma? Los victimarios, que respondan”, dijo.

También dijo que la JEP debe llamar al ex presidente Alvaro Uribe para que explique por qué no accedió al acuerdo humanitario: “Espero que la JEP algún día le pregunté al ex presidente Uribe por qué no cumplía con su obligación ética y moral de salvar vidas humanas. Si se pudo lo más, que era un acuerdo de paz, ¿por qué no se pudo lo menos que era un acuerdo humanitario?...No le dio la gana de hacerlo (...) Uribe decía que no hacía el acuerdo humanitario porque eso incentivaba los secuestros. Decía: ‘Ustedes son la curva de sacrificio para que no haya más secuestros’. Nos condenó al olvido, hay algo más berraco (expresión colombiana por fuerte, terrible) que la muerte y es morir de olvido”.

La JEP ha realizado estas entrevistas en el marco del sistema integral de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición, que tiene como centralidad a las víctimas para que éstas tengan la oportunidad de narrar su versión. Tendrá también que escuchar a los ex guerrilleros y recaudar las pruebas que considere necesarias para llegar a un veredicto en justicia para cada uno de ellos.

La posición de los ex comandantes ha ido variando en la medida en que se han confrontado con sus víctimas. Así, han pasado del malhadado “quizás, quizás, quizás, con tono de canción con que respondió Santrich al inicio de los diálogos cuando le preguntaron si repararían a sus víctimas a ceremonias con las comunidades agredidas en las que han pedido perdón y éstas se lo han concedido. Luego de esos encuentros se ha producido un cambio tanto en las víctimas como en sus victimarios que han reconocido el horror de la guerra y los abismos de degradación que produjo un conflicto prolongado por más de sesenta años.

Los ex guerrilleros, las víctimas, la sociedad, todos, nos unimos en un NUNCA MAS.