PARÍS, Francia, 5 de noviembre (AFP).- El 5 de noviembre de 2015 Brasil vivió el peor desastre ambiental de su historia cuando una presa con residuos mineros se rompió y contaminó el Río Doce. Tres años después, los indígenas Krenak, que denuncian la destrucción de su modo de vida, piden “que se haga justicia”.
“Sentimos mucha tristeza al ver la impunidad que reina hoy”, afirma Geovani Krenak, miembro de esta etnia, en una entrevista con la AFP en París, donde recibió un reconocimiento por la lucha de su pueblo.
“Tres años después, nadie ha sido condenado”, agrega, denunciando que contrariamente a las alegaciones de la empresa Samarco, dueña de la presa, la ruptura del dique no fue el resultado de un banal “accidente” sino un “crimen premeditado” provocado por decisiones “irresponsables”.
La presa, ubicada en el estado de Minas Gerais (sudeste), contenía casi 40 millones de metros cúbicos de residuos de minerales cargados, con peligrosas sustancias contaminantes.
El tsunami de lodo que se formó tras su ruptura mató a 19 personas, arrasó varias localidades y recorrió más de 600 kilómetros por el Río Doce hasta el océano Atlántico, devastando fauna y vegetación a su paso.
Antes de la ruptura de la presa, los Krenak vivían a orillas del río Doce, donde subsistían gracias a la pesca, se abastecían del agua del río para beber e irrigar las plantaciones. Pero la contaminación masiva de sus tierras les privó de sus medios de subsistencia.