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Muere otro niño migrante guatemalteco

Se encontraba también bajo custodia de autoridades de EE.UU. / Entierran a la niña Jakelin Caal

WASHINGTON, 25 Dic 2018 (AFP/EFE) .- Un niño migrante guatemalteco de ocho años detenido junto a su padre por la patrulla fronteriza de Estados Unidos tras cruzar clandestinamente desde México murió este martes, lo que atizó el debate sobre la política migratoria tras la muerte de otra menor en circunstancias similares.

“Un niño de ocho años de nacionalidad guatemalteca que había sido detenido por el servicio de vigilancia de fronteras de Estados Unidos murió poco después de la medianoche, el 25 de diciembre, en el Centro Médico regional de Gerald Champion, en Alamogordo, Nuevo México”, dijo a la AFP en un comunicado el servicio de vigilancia de fronteras de Estados Unidos (CBP).

Durante el lunes 24, los agentes vieron que el niño parecía enfermo por lo que fue trasladado al hospital junto con su padre. Las identidades de ambos no fueron reveladas.

En el comunicado, las autoridades explican que el niño fue diagnosticado inicialmente con un resfrío común y cuando las autoridades se disponían a darlo de alta se dieron cuenta de que tenía fiebre.

“El niño fue mantenido en observación durante 90 minutos y después dado de alta del hospital a mitad de la tarde del 24 de diciembre con una prescripción de amoxicilina y de ibuprofeno”, indicaron las autoridades.

En la noche, el cuadro evolucionó y el niño comenzó con nauseas y vómitos, por lo que fue trasladado nuevamente al centro médico, donde finalmente murió poco después de la medianoche.

Investigación

Según información del ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala, el niño y su padre fueron detenidos el 18 de diciembre tras haber cruzado la frontera por la ciudad de El Paso, en Texas.

El día 23 habían sido trasladados a la estación de Alamogordo, en el estado vecino.

Las autoridades estadounidenses señalaron que no se conocen las causas de la muerte del niño y prometieron que se realizará un “examen independiente y en profundidad de las circunstancias” del deceso.

El gobierno de Guatemala pidió una investigación “clara y resguardando el debido proceso”.

El 8 de diciembre la niña guatemalteca Jakelin Caal falleció en el hospital de El Paso, Texas, por causas aún no reveladas después de haber sido detenida junto a su padre tras cruzar ilegalmente la frontera desde México en la noche del 6 de diciembre.

Según el diario The Washington Post, que citó al CBP, la niña habría fallecido por “deshidratación y shock”.

Entierran a niña guatemalteca

Después de realizar un recorrido por la recóndita comunidad de San Antonio Secortéz, en el norte de Guatemala, primero frente a la casa de su abuelo, luego al hogar de su mamá y a la iglesia, el cuerpo de Jakelin Caal Maquín ingresó hoy al cementerio para su último adiós.

Apenas un mensaje con su nombre escrito en el cemento fresco, a pulso de la mano, se lee en la lápida de quien fuera una de las alegrías de la familia Caal Maquín y que, según cuenta el abuelo -Domingo Caal-, decidiera acompañar a su padre, Nery Caal, en su odisea hacia territorio estadounidense.

Para ello, los Caal hipotecaron el terreno de su propiedad y pagaron una cuantiosa suma a coyotes para llegar hasta la frontera de México con EE.UU., donde la Patrulla Fronteriza detuvo el 6 de diciembre a unas 163 personas, separó al padre y a su hija y, 48 horas más tarde, admitió que había fallecido la menor guatemalteca de origen maya q’eqchi’ por supuesta deshidratación.

Apenas el domingo por la tarde la Cancillería de Guatemala repatrió el cuerpo de Jakelin Caal en solitario, mientras el padre permanece en EE.UU. a la espera de conseguir el permiso para trabajar allí y poder enviar recursos a la familia para salir de la pobreza extrema en la que viven.

Mientras amigos, vecinos y familiares de Jakelin oraban por ella en una ceremonia evangélica, su padre, Nery Caal, lloraba y se tapaba la mirada con un paño a distancia, desde una videollamada en un teléfono celular sostenido por su hermano.

Claudia Maquín, la madre de Jakelin y otros tres hijos -una de apenas 6 meses de edad-, enrojecida de la tristeza pero con apenas un hilo de llanto, se despidió de su hija en casa, cuando la caravana que llevaba el ataúd pasó por allí, en su camino hacia el cementerio, remodelado este lunes.

Unos 45 minutos de camino más tarde, con ya apenas decenas de personas, fue el último recorrido de la menor, sobre quien ha pedido una investigación la Cancillería guatemalteca al Departamento de Estado estadounidense acerca de las razones de la muerte, así como el informe médico.

Tanto el abuelo como la madre prefirieron quedarse en casa y ya no ver al féretro ingresar al nicho, que guardará los restos de una menor que estremeció la remota comunidad de San Antonio Secortéz y al país entero.

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