WASHINGTON, EE.UU., 4 de diciembre (AFP/REUTERS/EFE).- Estados Unidos despedía este martes al ex presidente George H.W. Bush, cuyos restos yacen en capilla ardiente en el Capitolio en Washington, en el segundo día de honras fúnebres al 41º mandatario.
Desde la noche del lunes, miles de personas desfilaron silenciosamente frente al ataúd cubierto con la bandera estadounidense ubicado en la Rotonda del Capitolio, para saludar a Bush, quien falleció el viernes a los 94 años en su casa de Houston.
La muerte de Bush, quien ocupó la Casa Blanca Entre 1989 y 1993 luego de ser un condecorado piloto de caza de la Segunda Guerra Mundial, embajador en China, jefe de la Agencia Central de Inteligencia CIA y vicepresidente de Ronald Reagan, llevó a los estadounidenses a reflexionar toda su vida de servicio al país.
El presidente Donald Trump tiene previsto asistir a un funeral de Estado este miércoles en la Catedral Nacional de Washington, el primero para un presidente desde la muerte de Gerald Ford en 2006.
Bush no era adepto a Trump y había hecho público que no lo había votado en 2016. El propio Trump lo criticó durante la campaña electoral. Pero el lunes, el mandatario destacó su trayectoria, diciendo que “ejemplifica” la verdadera grandeza de Estados Unidos.
La Casa Blanca también invitó a los familiares de Bush a quedarse en Blair House, la casa de huéspedes del presidente, mientras están en Washington para eventos relacionados con el funeral.
Bush es el 12º presidente de Estados Unidos en ser velado en el Congreso. El primero fue Abraham Lincoln luego de ser asesinado en 1865.
El demócrata Bill Clinton, que sucedió a Bush luego de su primer y único mandato, estará entre los asistentes el miércoles a la catedral, junto con docenas de líderes extranjeros, incluida la alemana Angela Merkel.
Bush será enterrado en la Biblioteca y Museo Presidencial que lleva su nombre en el campus de la Universidad de Texas A&M, junto a Barbara, su esposa, que murió en abril; y Robin, la hija de ambos, que murió de leucemia a los tres años en 1953.
A pesar de sus índices de aprobación récord después de la operación “Tormenta del desierto”, Bush decepcionó a los estadounidenses en el frente interno. La economía de Estados Unidos entró en recesión en 1990, y la recuperación fue lenta, lo que contribuyó a la victoria de Clinton.