La paz está indefensa. Mientras en la ONU los países europeos y el Grupo de Lima ponen una de cal y otra de arena, Estados Unidos escala su presión injerencista exigiendo elecciones presidenciales en Venezuela “libres, justas y creíbles”.
Elliot Abrams, enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, nefasto personaje condenado por tribunales norteamericanos en la “guerra sucia” contra Nicaragua mientras se desempeñaba como subsecretario de Estado del gobierno de Ronald Reagan y posteriormente indultado por George W. Bush, es el representante de Estados Unidos para “restaurar” la democracia en Venezuela. Abrams reiteró la importancia de que la comunidad internacional “presione para que el régimen de Maduro abdique de manera pacífica”.
El ministro del Exterior venezolano, Jorge Arreaza, acusó a Estados Unidos de “organizar, financiar y liderar una agresión” contra su país y denunció los movimientos de tropas norteamericanas en el Caribe y la compras de armas para los opositores. Mostrando fotos sobre la provocación en la frontera con Colombia el pasado fin de semana, demostró que el incendio de los camiones se realizó en territorio colombiano. “La agresión vino de Colombia, qué hipocresía”, señaló el canciller venezolano. “El Consejo de Seguridad no está para crear las condiciones para que otros hagan la guerra”, concluyó Arreaza.
Como eco de la embestida imperialista en la ONU, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, hizo un bochornoso llamado al gobierno mexicano durante un foro convocado en la capital del país azteca por la derechista, Oslo Freedom Forum, para que abandone su soberana política hacia Venezuela: “Si somos permisivos al respecto, si somos neutros respecto esto, el futuro de este continente no va a ser muy bueno” (…) “Lo único que hay que hacer es convencer a una dictadura usurpadora (…) de que se acople a las condiciones para tener elecciones libres y permitir dejar a la ciudadanía decidir”, declaró Almagro.
Acompañó en su intervención al abyecto solista, el dúo de los ex presidentes de Costa Rica, Laura Chinchilla y de Bolivia, Jorge Quiroga, ambos formados en el conservatorio de la Fundación Nacional para la Democracia (NED, en inglés) comprometidos a respaldar la injerencia de la Casa Blanca en América Latina por el resto de sus vidas. Chinchilla aseguró que “México ha estado ausente de los problemas que pasan en la región, no sólo en el caso de Venezuela, sino también en Nicaragua”. Por su parte Quiroga hizo un triste llamado a México: “Hermano mayor: súbanse al barco, reconozcan a Guaidó y ayúdenos a luchar por la democracia en Venezuela”.
La presión sobre México incluyó un confuso incidente en Caracas con el periodista norteamericano de origen mexicano, Jorge Ramos, quien fue retenido y expulsado del país por el gobierno venezolano. Al ser cuestionado el presidente Andrés Manuel López Obrador sobre “qué pueden esperar los mexicanos que se encuentran en Venezuela” respondió: “Eso es distinto, todo nuestro apoyo” y al mismo tiempo reiteró su posición de “solución de los problemas de manera pacífica”. El presidente Nicolás Maduro se encuentra bajo una grave situación de cerco y acoso por parte de EU al parecer subestimada por Ramos, durante la frustrada entrevista con el presidente venezolano. Ramos es un destacado periodista de Univisión de tendencia sensacionalista, que en ocasiones desborda su ética profesional.
El descalificado Abrams, especializado en el engaño, espera que esta semana se someta a votación en el Consejo de Seguridad de la ONU su proyecto de resolución, exigiendo a Venezuela que permita el “acceso de la asistencia humanitaria”, luz verde para la enmascarada intervención militar norteamericana. Rusia presentará otro proyecto de resolución acorde con la Carta de la ONU. Se espera que ambas resoluciones sean vetadas, con lo que se demostraría la ineficacia del Consejo de Seguridad de la ONU para garantizar la paz.