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Embestida política

Alfredo García

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La ultraderecha contraataca. El ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, Luis Alberto Castiglioni, anunció el pasado martes que el próximo 22 de marzo tendrá lugar una cumbre de mandatarios de América del Sur para debatir el fin de UNASUR y examinar una nueva plataforma de integración, debido “al fracaso de la entidad por manipulaciones políticas e ideológicas”.

“El presidente Sebastián Piñera (Chile) ha invitado a todos los presidentes de América del Sur a una reunión cumbre de mandatarios, en la que se debatirá la finalización de UNASUR y al mismo tiempo de algunas propuestas de una nueva plataforma de integración”, indicó Castiglioni. Trascendió que los presidentes de Argentina, Brasil, Paraguay y Perú, liderados por Chile, protagonizan la embestida contra la organización independentista fundada por 12 países con gobiernos progresistas el 23 de mayo de 2008 y en vigencia desde marzo de 2011.

Como proyecto de integración regional, la UNASUR, impulsada por vientos bolivarianos procedentes de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela, su objetivo es “construir de manera participativa y consensuada un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico, político y comercial entre sus integrantes para establecer los primeros pasos de una integración mayor en la región, utilizando el diálogo político y tratar asuntos relativos a la educación, energía, infraestructura, financiación y medio ambiente entre otros, para eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la inclusión social, la participación ciudadana y fortalecer la democracia”. El 24 de octubre de 2011, UNASUR, recibió el estatus de miembro observador en la Asamblea General de Naciones Unidas.

Con una superficie de 17 millones 819,100 km2, una longitud de costa de 34,500 kms hacia el océano Atlántico y Pacífico, más de 400 millones de habitantes, el 26% del agua dulce de todo el planeta e incalculables recursos naturales, minerales y energéticos UNASUR se convirtió en motor del desarrollo multilateral del continente suramericano, ejecutando ambiciosos proyectos de infraestructura energética y carreteras interoceánicas, áreas de libre circulación ciudadana y residencia con derecho al trabajo, convalidación de títulos profesionales, creación de una Universidad del Sur y un Consejo de Defensa Suramericano para la cooperación en seguridad regional.

Es comprensible que al regreso de la oligarquía ultraderechista al poder vía “democrática”, gracias a la complicidad política y las engañosas campañas de propaganda electoral en Chile, Colombia, Brasil, Perú y Paraguay, UNASUR sea apreciada como un obstáculo al retorno del sistema neoliberal y la nostalgia clasista de marginación popular. También se entiende que el movimiento contra la gesta emancipadora de UNASUR sea liderado por herederos de los sangrientos dictadores Augusto Pinochet y Alfredo Stroessner.

El presidente Piñera amasó su fortuna estimada en 2,700 millones de dólares, acompañando las atrocidades del dictador chileno (1973-1990); y el presidente Paraguayo, Abdo Mario Benítez, nació, creció y se educó bajo el amparo de la dictadura paraguaya, cuyo padre fue secretario privado del general Stroessner durante todo su cruento mandato (1954-1989). Tanto Piñera como Benítez llegaron a la presidencia como resultado de los acuerdos secretos, que algún día serán conocidos, entre la oligarquía y las dirigencias de los partidos tradicionales (incluyendo la izquierda) sobre alternancia en el gobierno y laxitud hacia el entorno político y económico dictatorial, que dio lugar al fraude de “apertura democrática” que desde entonces padece el continente Suramericano.

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