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Internacional

El viejo cuento del capitalismo bueno

Manuel E. Yepe

Cecilia Zamudio es una pintora y escritora nacida en Colombia que ha vivido en una decena de países del mundo. Su obra, muy versátil e integral, se define dentro del Colorismo Humanista y en ella resalta su preocupación y estudio por los procesos sociales e históricos.

Uno de sus más recientes trabajos está dedicado a demostrar que el capitalismo es salvaje por naturaleza, que no existe un capitalismo menos salvaje puesto que es un ordenamiento social que se basa en la explotación.

“Cada día se incrementa la pobreza a nivel mundial, a la par que las grandes fortunas crecen de manera exponencial: los capitalistas degradan cada vez más el planeta, y esclavizan y cosifican a más seres vivos. Excluyen a millones de seres humanos de una vida sana y digna al tiempo que exterminan especies y ecosistemas”, señala la brillante intelectual colombiana.

Millones de seres humanos, empobrecidos por el saqueo que perpetran las multinacionales que capitalizan sobre la destrucción de montañas y ríos, terminan apiñándose en los cinturones de miseria de las grandes ciudades.

Se intensifica el éxodo de seres humanos, desde los países más brutalmente saqueados, hacia la metrópoli del capitalismo. Pero los países enriquecidos a costa de empobrecer a los demás, cínicamente aprecian las riquezas pero no a las personas. Crecen los muros y las alambradas a la par que disminuye el análisis y la empatía. La arena de las playas se blanquea con la osamenta de miles de naufragados en su intento por huir de la caldera capitalista en que los hombres han convertido a sus países, a punta de saqueo y guerras imperialistas.

La patronal de los países en la Metrópoli capitalista, que también intensifica la explotación contra los trabajadores de la propia y precariza sus condiciones de vida, necesita un chivo expiatorio al que culpar de acciones contra las que ella no quiere cargar: usa sus medios de comunicación para alienar a las mayorías, aduciendo que la precarización de sus condiciones de vida se debe a “los inmigrantes”. Se intensifica en los medios de alienación masiva la promoción del racismo y del fascismo, para incrementar así la división de la clase trabajadora y multiplicar los niveles de la violencia racista.

La violencia contra las mujeres es también intensamente promovida por los medios de alienación masiva, dado que el machismo es parte fundamental de la superestructura capitalista: crecen las ganancias de unos pocos sobre la aberración del feminicidio.

La cosificación del ser humano se promueve hasta la saciedad. Los valores de la solidaridad son reemplazados por seudo virtudes consumistas. La noción de “justicia social” busca ser borrada, y suplantada por la perversa, egocéntrica y triste “caridad”.

“Mientras los medios de alienación capitalista adocenan a la gente con su promovido ‘no cambies el mundo, cámbiate a ti mismo’ (como si no se pudiera intentar hacer las dos cosas a la vez); los capitalistas continúan depredando. Implementan con mayor intensidad la Obsolescencia Programada (envejecimiento prematuro y programado de las cosas), convirtiendo el planeta en un basural. Envenenan la tierra y los alimentos de manera cancerígena, asesinan por hambreamiento a un niño cada cinco segundos, en un mundo en el que la agricultura actual alcanzaría para alimentar a 12 mil millones de personas.

“Los capitalistas aprovechan la precarización de las condiciones de vida que ellos mismos precarizan para ampliar su cantera de los esclavizables: crece la esclavitud moderna, la prostitución, el tráfico de niños”.

Es urgente salir de este sistema en el que un puñado capitaliza sobre la sangre, sudor y lágrimas de las mayorías. Ante la inevitable constatación del incremento de la explotación de la miseria, y del saqueo de la naturaleza, los grandes capitalistas arremeten con sus tanques de pensamiento: se tratan de colonizar nuestras mentes y manejar la percepción de la realidad.

Estos tanques de pensamiento intentan plantear el problema bajo luces deformantes, y para “ganar tiempo” se inventaron esta falsa dicotomía entre “capitalismo salvaje” versus un supuesto “capitalismo con rostro humano”.

El Capitalismo es salvaje por naturaleza, puesto que se basa en la explotación: no hay un “capitalismo menos salvaje” dado que la violencia del mismo es intrínseca a la aceleración de acumulación capitalista.

Cada día se acelera más la acumulación capitalista, y con ella la exclusión, la explotación, el saqueo, la represión, el terrorismo de Estado, las guerras imperialistas, el fascismo, racismo, machismo, y todas las formas de violencia.

(http://manuelyepe.wordpress.com)

(*) Este artículo se puede reproducir citando al periódico POR ESTO! como fuente.

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