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Internacional

Alianzas y amistades peligrosas

El desempeño internacional de Donald Trump y sus desencuentros con aliados de larga data y compañeros de viaje, refuerza las evidencias de que los pactos políticos son circunstanciales. Otras experiencias prueban que las pretendidas “alianzas eternas” pertenecen a la esfera de la ficción, no a la política real.

Las concertaciones políticas, bilaterales, regionales o multilaterales, son más frágiles mientras son más asimétricas, suelen ser fugaces cuando se asientan sobre liderazgos individualizados o simpatías personales y pueden tener una débil sustentación cuando dependen de identidades ideológicas superfluas.

Los compromisos políticos más duraderos y sólidos son aquellos asentados en consensos genuinos y con firmes bases institucionales y jurídicas, como ocurre con las Naciones Unidas; suelen ser estables cuando responden a necesidades militares o de seguridad como la OTAN y son firmes al estar justificados por factores e intereses económicos que, no obstante, como prueba el Brexit británico, tampoco son definitivos.

En algunos casos las alianzas estatales son reforzadas por afinidades históricas y culturales, como es el caso de las relaciones entre Estados Unidos e Inglaterra o debilitadas por antecedentes negativos como los existentes entre Alemania y el resto de los países de Europa.

La cohesión política europea de posguerra fue favorecida por la instalación de gobiernos regidos por fuerzas políticamente avanzadas, especialmente socialdemócratas, que rechazaron el revanchismo e hicieron de la paz, la cooperación y la integración objetivos esenciales, atribuyeron a los estados el cometido de asegurar el bien común y, unos más que otros, participaron en la cooperación para el desarrollo del Tercer Mundo.

Lamentablemente, el auge del anticomunismo, incrementado en respuesta al triunfo bolchevique en 1917, aunque tuvo un paréntesis debido a la alianza concertada entre Roosevelt, Stalin y Churchill que, aunque fue decisiva para la derrota del fascismo, resultó circunstancial.

Esas circunstancias y otros factores negativos, influyeron en la debilidad de las estructuras internacionales derivadas del triunfo del socialismo que, aunque eficaces durante ciertas etapas, a la larga se disolvieron, comenzando por la propia Unión Soviética que sumó países que hubieran preferido la independencia. Un destino análogo tuvo el campo socialista cuya cohesión comenzó a quebrarse por la pugna chino-soviética para finalmente disolverse.

Comprender la naturaleza y el alcance de las alianzas, permite a los líderes, sobre todo de las naciones pequeñas y de países emergentes, principalmente aquellos que formulan proyectos que trascienden sus fronteras, a atenerse a la regla de que, aunque cuenten con ayudas externas y disfrutan de alguna solidaridad internacional, cuenten sobre todo con sus propios recursos y con soluciones nacionales.

Un elemento importante en el establecimiento de alianzas, es cuidarse de las “amistades peligrosas”, sobre todo cuando se trata de países que, por su desempeño, con razón o sin ella, son excesivamente problemáticos. También, siempre que pueda evitarse, debería evadirse la dependencia económica y el excesivo endeudamiento. Hay países imperiales o que aspiran a serlo que, con sus recursos y ayudas, bajo diferentes enfoques, procuran comprometer lealtades.

Debido a la belicosidad comercial de los Estados Unidos, algunos líderes retozan con la idea de forjar una alianza, tal vez entre China, Rusia e India y otros estados para confrontar a Estados Unidos, cosa a la cual, francamente, le veo poco futuro. No obstante, como he sido invitado, escribiré sobre el asunto.

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