Alfredo García
Crece la tensión política entre EU y China. En medio de complejas negociaciones comerciales entre Washington y Pekín, el Pentágono anunció la aprobación de una venta de armas a Taiwán por 2,200 millones de dólares, decisión considerada por el gobierno chino como “grave interferencia en sus asuntos internos que socavan la soberanía de China y sus intereses de seguridad”.
En diciembre de 1978 el presidente Jimmy Carter anunció la normalización de relaciones diplomáticas entre Washington y Pekín. La decisión fue precedida por las visitas a China de los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford. La iniciativa de apertura fue culminada por el Consejero de Seguridad, Zbigniew Brzezinski y el Secretario de Defensa, James Schlesinger. Carter aceptó las 3 condiciones de China para la normalización diplomática: Ruptura de relaciones con el gobierno de Taiwán, retirada de las fuerzas norteamericanas de la isla y abrogación del Tratado de Defensa Mutua.
Después de la derrota japonesa en la II Guerra Mundial, Japón fue despojado de todos los territorios ocupados en China. Sin embargo la revolución socialista iniciada en 1927 y continuada después de la retirada de las tropas japonesas, obligó al gobierno contrarrevolucionario chino respaldado por EU y Reino Unido a refugiarse en la isla de Taiwán en 1949 tras su derrota. En octubre de 1971, la ONU reconoció a la República Popular de China como “el único representante legítimo de China ante Naciones Unidas” y “expulsó” de su sede a los representantes de Taiwán.
Siete años después, en medio de la “guerra fría”, Washington reconoció al gobierno continental chino “como el único Gobierno legal de China”, con la intención de convertir a Pekín en potencial aliado en su batalla contra la URSS. Sin embargo el reconocimiento también estableció que EU podría mantener “relaciones comerciales y culturales de manera no oficial con el pueblo de Taiwán”.
Ese matiz calificado de “legislación brillante” por Shirley Kan, especialista en asuntos de seguridad de Asia del Instituto Global de Taiwán, permitió al Congreso de EU aprobar en abril de 1979, el Acta de Relaciones con Taiwán (TRA por siglas en inglés) para “ayudar a mantener la paz, seguridad y estabilidad en el Pacífico occidental y promover la política exterior de EU, al autorizar la continuación de las relaciones comerciales, culturales y otros lazos entre el pueblo de EU y el pueblo de Taiwán, y por otros motivos”, anfibología diseñada según Kan, “para ayudar a Taiwán a defenderse a sí mismo” incluyendo el suministro de “armas defensivas” a la isla, que desde entonces, cuenta con inusual aprobación bipartidista. El doble carácter de la política de EU hacia el gigante asiático para equilibrar la condición de potencia regional y el mantenimiento del control y dependencia en su histórico aliado taiwanés, fue descrito como “ambigüedad estratégica”.
Los gravámenes sobre tarifas arancelarias y ventas de armas compiten en la estrategia comercial del presidente Trump. Mientras el comercio global enfrenta una crisis sin precedentes por el aumento unilateral de impuestos a productos de importación procedente de aliados y adversarios de EU, una cifra mayor a los 8.1 billones de dólares en venta de armas sólo a países aliados del Medio Oriente figura hasta la fecha en la factura empresarial del magnate millonario. En el caso de Taiwán, desde 2010, EU ha vendido más de 15,000 millones de dólares en armas a la isla.
El uso de Taiwán como pieza negociadora, no debe sorprender. Desde su elección como presidente, Trump declaró que no se comprometía a un acuerdo a largo plazo entre EU y China sobre Taiwán, antes de ver progreso en la política monetaria y comercial de Pekín.