Jorge Gómez Barata
Exordio: Hace unos diez años publiqué este artículo. Entonces no podía imaginar que un energúmeno como Dan Patrick, vice gobernador de Texas, propusiera sacrificar a los ancianos estadounidenses para salvar la economía.
Cada vez más personas arriban saludables a la tercera edad. El 80% de los que llegan a los 60 años, celebran también los 80 y mientras más evolucionan las sociedades, cuidan con mayor solicitud de sus ancianos. El adulto mayor de hoy no es un hombre doblegado por los años, sino uno que pasó la prueba del tiempo, un triunfador que confiesa haber vivido.
El alargamiento de la vida y consiguientemente la mayor presencia del adulto mayor en la estructura social, plantea nuevos desafíos, entre ellos, crear infraestructuras de servicios para atender adecuadamente a los que viven más. Se trata de estrategias y de políticas, así como de preceptos de convivencia familiar para asegurar la calidad de la vida de las personas en la tercera edad.
Antaño la sabiduría provenía de la experiencia. El conocimiento empírico, obtenido mediante la repetición de rutinas más o menos elementales, no es coherente con altos niveles de conocimientos científicos, técnicos y humanistas propios de la contemporaneidad. La calificación exigida hoy es aportada básicamente por sistemas escolares eficaces y exigentes, dotados con excelentes medios de enseñanza; así como por estudios superiores y de postgrado, entrenamientos profesionales y múltiples alternativas, complementados por los medios de difusión masiva y por la participación en la vida social.
Una revolución científica, productora de nuevas y eficaces tecnologías que rejuvenecen los procesos productivos, convirtieron la gestión empresarial y la dirección en disciplinas científicas, facilitando el acceso a considerables volúmenes de información y de nuevos conocimientos, acompañada por el liberalismo, la permisividad y la democracia que impusieron un estilo de vida joven, basado en paradigmas atípicos.
En una era de precariedad ideológica, romanticismo y confusión, de rebeldía desbordada y luchas por utopías pobremente definidas, los modelos eran los promotores del cambio: Kennedy le hizo justicia a los afroamericanos, Mao desde dentro del comunismo, retó lo que llamó “social imperialismo”, Marcuse reivindicó a Freud y Fidel Castro retó a Estados Unidos y vivió para contarlo. Mayo del 68 fue como una “consagración de la primavera”. Los jóvenes no tomaron el poder en ninguna parte, pero un febril afán juvenil se apoderó de la civilización.
Nada puede, sin embargo, impedir que la vejez sea acompañada por fenómenos desagradables, entre otras cosas porque es una acumulación de eventos críticos. Se vive con limitaciones, se padecen nostalgias y angustias, se sufre por ausencias y es imposible evadir la tragedia que representa la pérdida de la pareja.
Es preciso aprovechar los progresos de la medicina que favorecen la asistencia a los mayores y las tecnologías que aportan artefactos cada vez más perfectos para paliar los problemas visuales, auditivos, de locomoción y otros que acompañan a la vejez.
No hay que fiarse de las palabras, las hay cuidadosamente elaboradas y muy eficientes en la comunicación, que también pueden ser utilizadas para hermosear fealdades y en el peor de los casos para ocultar realidades terribles, una de ellas es: “Institucionalización de los cuidados del anciano…”
Esa expresión destaca la obligación de la sociedad de crear instituciones apropiadas para, en una escala comunitaria, contribuir con las familias trabajadoras al cuidado de los ancianos. No se trata de asilos donde los adultos mayores sean internados y tratados como discapacitados, sino de instituciones de salud, recreo y convivencia, apropiadas a las necesidades de la tercera edad y no de un eufemismo para ocultar entidades que por su condición de trasteros sociales y de virtuales almacenes de ancianos, son deshumanizadas e ineficaces aberraciones.
Los ancianos necesitan ayuda porque sus facultades físicas han mermado, suelen consumir medicamentos y precisan de alguien que se los administre, o al menos se lo recuerde, sus comidas deben poseer cualidades que las hagan apetecibles y digeribles y requieren de condiciones para el descanso, la recreación y el sueño. No obstante, lo que más necesitan es afecto, compañía y ser no simplemente aceptados, sino respetados y queridos.
Como bien ha sido dicho. No se trata sólo de agregar más años a la vida, sino de agregar más vida a los años.