Con miedo al virus y al desempleo
MARIKANA, Sudáfrica, 18 de mayo (AFP).- Cae la noche en Mirakana, en el norte de Sudáfrica, es la hora del relevo: uno a uno, los mineros del equipo nocturno montan en los autobuses que los conducirán a sus pozos, cuya actividad se desarrolla ahora entre fuertes medidas contra el coronavirus.
Toma de temperatura, desinfección de manos, distanciamiento de seguridad... el ritual se repite varias veces hasta que los trabajadores descienden a la galería.
Tras estar varias semanas paralizada a causa del confinamiento impuesto contra el coronavirus, la industria minera sudafricana reanudó paulatinamente su actividad a principios de mayo. Aunque esté en declive, el sector contribuye al 8% de la riqueza nacional y da trabajo a 450,000 personas.
Eso sí, la vuelta al trabajo se realizó con una serie de precauciones, pues el tipo de actividad entraña altos riesgos sanitarios y la amenaza de la COVID-19 es una realidad que despierta una gran ansiedad.
“Consideramos las minas una actividad sin la que nuestra economía no puede sobrevivir”, declaró Phophi Ramathuba, consejero de Salud de la provincia de Limpopo (norte), “pero desde el punto de vista sanitario, esas minas pueden transformarse en un foco ideal de transmisión del virus”.