CIUDAD DEL VATICANO, 13 de junio (EFE/AFP).- El Papa Francisco denunció a quienes “tienen las manos en los bolsillos y no se dejan conmover por la pobreza”, de “la que a menudo son también cómplices”, como los vendedores de armas, los especuladores y corruptos, según expresó en un mensaje publicado hoy con motivo del Día Mundial de los Pobres que celebra la Iglesia católica.
Entre ellos, el Pontífice incluyó a quienes “con el teclado de una computadora mueven sumas de dinero de una parte del mundo a otra, decretando la riqueza de oligarquías y la miseria de multitudes o el fracaso de naciones enteras”.
Francisco invitó a la Humanidad a “tender la mano a los pobres”, criticando “el cinismo” y la “indiferencia” de quienes mueven fortunas desde su ordenador o se enriquecen con la venta de armas y drogas.
“En estos meses, en los que el mundo entero ha estado como abrumado por un virus que ha traído dolor y muerte, desaliento y desconcierto, ¡cuántas manos tendidas hemos podido ver!”, declaró el Papa.
También criticó “a quienes para acumular dinero con la venta de armas que otras manos, incluso de niños, usarán para sembrar muerte y pobreza” o venden “dosis de muerte” para “enriquecerse y vivir en el lujo y el desenfreno efímero” o a los que “intercambian favores ilegales por ganancias”.
El Papa lamentó entonces que se haya desarrollado “una globalización de la indiferencia” en la que “nos volvemos incapaces de compadecernos”, ya “no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos”, precisó.
En su mensaje, el Papa recordó a los católicos “que la oración a Dios y la solidaridad con los pobres y los que sufren son inseparables” y que “para celebrar un culto que sea agradable al Señor, es necesario reconocer que toda persona, incluso la más indigente y despreciada, lleva impresa en sí la imagen de Dios”.
Y que, por tanto, “el tiempo que se dedica a la oración nunca puede convertirse en una coartada para descuidar al prójimo necesitado; sino todo lo contrario”.
Para Francisco, un católico no puede “sentirse bien” si “un miembro de la familia humana es dejado al margen y se convierte en una sombra”.
El Santo Padre valoró que en estos meses de pandemia, que han traído “dolor y muerte, desaliento y desconcierto”, se ha podido apreciar la solidaridad de tantas personas, y citó los médicos, enfermeras, farmacéuticos, sacerdotes y voluntarios y todos quienes han tendido la mano.
“Todas estas manos han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo”, añadió.
Y señaló que en esa situación, “encerrados en el silencio de nuestros hogares” se “ha redescubierto la importancia de la sencillez y de mantener la mirada fija en lo esencial”.
En cambio –dijo- “la generosidad que sostiene al débil” es “una condición para una vida plenamente humana”, y reconoció que la “Iglesia no tiene soluciones generales que proponer” frente al “grito silencioso de tantos pobres”.
Agregó que “este es un tiempo favorable para «volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo”.
Homenajeando una vez más a los médicos, enfermeros, farmacéuticos, voluntarios o sacerdotes que se entregaron en primera línea a combatir el virus durante la pandemia, poniendo en riesgo sus vidas, el papa consideró que todos ellos “han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo”.
Una generosidad que contrasta con “la actitud de quienes tienen las manos en los bolsillos y no se dejan conmover por la pobreza, de la que a menudo son también cómplices”.
Como conclusión, el Papa aseveró que “las graves crisis económicas, financieras y políticas no cesarán mientras permitamos que la responsabilidad que cada uno debe sentir hacia al prójimo y hacia cada persona permanezca aletargada”.
“Este momento que estamos viviendo ha puesto en crisis muchas certezas. Nos sentimos más pobres y débiles porque hemos experimentado el sentido del límite y la restricción de la libertad”, señaló.
“Nuestras riquezas espirituales y materiales fueron puestas en tela de juicio y descubrimos que teníamos miedo. Encerrados en el silencio de nuestros hogares, redescubrimos la importancia de la sencillez y de mantener la mirada fija en lo esencial”, concluyó Jorge Bergoglio.