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Voluntad imparable

WESSELING, Alemania, 17 de agosto (ACNUR/UNHCR).- Fueron casi 6 mil kilómetros en silla de ruedas: así logró escapar Nujeen Mustafa, de 18 años, desde Alepo hasta Alemania. La joven, que aprendió hablar en inglés viendo series, durante su odisea, que duró cerca de 13 meses, además pudo ayudar a otros refugiados que encontró en su camino.

La joven atravesó diversos lugares hasta llegar a Colonia, donde se reencontró con su hermana. Pasó por Turquía, Grecia, Macedonia, Serbia, Croacia, Eslovenia y Austria, antes de asentarse en el país germano.

Esta chica es imparable, le quiere probar al mundo que la canciller alemana, Angela Merkel, hizo bien al abrirle las puertas a los refugiados.

Nujeen quiere ser astronauta y es muy probable que un día lo consiga. Nujeen es de Siria, tiene 18 años y vive en Wesseling, un suburbio de Colonia. Nujeen fue solo una más del millón de personas que llegaron a Alemania huyendo de la guerra en su país, de los crímenes del Daesh y de un destino sin futuro. Ella, como muchos otros, recorrió 5.782 km en un mes, incluidos los del mar que separa Turquía de Grecia. Ella, como muchos otros, pagó miles de euros para poder reconstruir su vida en un lugar donde cada mañana no temiera morir.

La gran diferencia es que Nujeen hizo todo ese peregrinaje subida a su silla de ruedas, empujada por su hermana, Nasrine, de 25 años. El motivo es que Nujeen nació prematura, con una enfermedad llamada tetraplejia espástica. Una parálisis de la que ha conocido el nombre por primera vez en Alemania. Ahora, esta valiente joven relata su viaje en Nujeen: el increíble éxodo en silla de ruedas desde las arrasadas tierras sirias hasta Alemania, un libro escrito con la ayuda de Christina Lamb.

Nujeen tiene claro que, algún día, volverá a Siria. Le gusta pensar en su país como en una amiga enferma con la que se reunirá cuando vuelva a estar sana. “Será dentro de mucho mucho tiempo y yo ya no seré la misma. Tendré en la cabeza muchas cosas nuevas, otra cultura, pero estoy segura de que regresaré. A veces, incluso me imagino cómo será el día en que la vuelva a ver”. ¿Y cómo será esa nueva Nujeen? ¿Cómo será su futuro? “Pues, siendo coherentes con el plan, estudiaré Físicas, que es algo básico para ser astronauta”. Su mirada no deja lugar a duda de su determinación. “¿Sabes que Alemania es el país europeo que más gente ha mandado al espacio exterior? ¿Estoy o no estoy en el lugar adecuado

Esta adolescente se hizo famosa por hacer en silla de ruedas el peligroso viaje a Europa. Su rebeldía y su resistencia, documentadas recientemente en un libro de memorias, han inspirado ya a millones de personas. Refugiada ahora en Alemania, Nujeen tiene la mirada puesta en un futuro aún más brillante.

Armada con un cerebro extraordinario y una voluntad de hierro, Nujeen, de 18 años, se adapta con determinación a su nueva vida en Europa. Además de asistir a la escuela por primera vez y aprender alemán con rapidez, aún encuentra tiempo para usar su adquirida visibilidad pública como plataforma para el cambio positivo.

“Necesitamos un poco de optimismo en el mundo”, dice Nujeen, que ahora vive con su familia en Wesseling, una pequeña ciudad en el oeste de Alemania. “Siempre había creído que todo el mundo está aquí para cumplir una misión, pero todavía no había encontrado la mía. Ahora tengo una voz, puedo ayudar a la gente.”

Nujeen nació en Manbij, al norte de Siria, en una gran familia kurda que se trasladó a Alepo cuando ella era pequeña. Sus padres no podían pagar una escuela que pudiera acomodarla, así que pasó la mayor parte de sus primeros años dentro de casa, viendo documentales en el apartamento de su familia en el quinto piso.

Recuerda haber visto un reportaje hace seis años de cuando los disturbios en las calles al otro lado de su ventana anunciaban el inicio del conflicto sirio. Ella nunca soñó que se desencadenarían una serie de eventos que la llevaron a iniciar una nueva vida en Europa.

“En los dos últimos dos años he aprendido realmente a apreciar lo que tengo. Porque sé lo que significa no tener estas cosas”, dice, deseosa de demostrar el alemán casi fluido aprendido en menos de 18 meses. “Si alguien me hubiera dicho entonces que iba a tener esta vida estable, habría dicho que estaba loco. No estaba segura de sí me iba a despertar al día siguiente. Ninguno de nosotros lo estábamos.”

Cuando la guerra se fue intensificando, Nujeen y su familia escaparon de Alepo por el norte de Siria y cruzaron la frontera con Turquía. Allí, la familia se separó. El hermano de Nujeen, Bland, se unió a su hermano mayor, Shiar, establecido en Alemania hacía una década. Poco después, sus cuatro sobrinas jóvenes y dos hermanas les siguieron, dejando atrás a sus padres.

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