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Nacionalismo blanco busca recuperar el dominio demográfico

RUSSELLVILLE, Estados Unidos, 8 de agoasto (Reuters) - Hace dos años, el movimiento nacionalista blanco de Estados Unidos sorprendió al país. Las manifestaciones neonazis en Charlottesville, Virginia, se volvieron fatales cuando un manifestante de extrema derecha condujo un automóvil a través de una multitud, matando a una persona e hiriendo a decenas más.

Algunos líderes del movimiento se reagruparon. En lugar de avivar la indignación, se propusieron construir apoyo con otra táctica: parecer normales.

Una meta más amplia es lo que muchos nacionalistas blancos llaman “Fase 2”: lograr la aceptación general de las ideas de extrema derecha rechazadas como repugnantes y lograr que los nacionalistas blancos alcancen puestos de influencia.

El esfuerzo de normalización incluyó una retórica suavizada y reuniones sociales que, para muchos grupos, reemplazarían cada vez más a las manifestaciones.

“La estrategia está enfocada internamente: hacer que las familias se reúnan”, dijo el bloguero de extrema derecha Brad Griffin, un nacionalista blanco de Montgomery, Alabama.

Recordó con cariño un viaje en tubing que organizó en 2018 para amigos que habían asistido a una conferencia nacionalista blanca local. El objetivo de tales reuniones, dijo, es difundir la ideología de extrema derecha lejos del espectáculo de una protesta pública.

“Es mucho más divertido hacer eso que salir y enredarse con ‘antifas’ (miembros del movimiento antifascista de extrema izquierda de Estados Unidos) y que te lancen globos con orina en la calle”.

Griffin habló en una entrevista antes de la masacre del fin de semana en El Paso, Texas, un evento que ha complicado las aspiraciones de que el movimiento tenga una relación más normal con la sociedad.

El sábado Patrick Crusius, de 21 años, mató a 22 personas e hirió a dos docenas más tras ponerse a disparar poco después de que apareciera un manifiesto en línea que explicaba su motivación y denunciaba una “invasión hispana” en Estados Unidos.

El ataque en El Paso también ha ejercido una nueva presión sobre un hombre que algunos nacionalistas blancos elogian por ayudar a avanzar en su movimiento: Donald Trump.

El presidente de Estados Unidos ha sido objeto de críticas constantes por su retórica racial incendiaria desde el lanzamiento de su candidatura en 2015, incluido el uso repetido de la palabra “invasión” para describir la inmigración a lo largo de la frontera con México.

El lunes, Trump emitió su rechazo más enérgico del supremacismo blanco hasta la fecha. “El odio no tiene lugar en Estados Unidos. El odio deforma la mente, hace estragos en el corazón y devora el alma”, señaló. “Estas ideologías siniestras deberían ser derrotadas”.