PUEBLA, Pue., 9 de mayo (EFE).- Las remesas siguen siendo fundamentales para millones de mexicanos, especialmente en municipios como el de Tepeojuma, en el céntrico estado de Puebla, donde temen que el coronavirus acabe con esta importante fuente de subsistencia.
“(Mi hijo) vive en Chicago, trabaja en un restaurante y me apoya, tiene sus propinas y me apoya con 180 dólares o 200 que equivalen a unos 4,000 pesos mexicanos”, dijo este sábado en entrevista telefónica a Efe María Rodríguez, habitante de Tepeojuma.
Su primogénito vive desde hace 20 años en Estados Unidos, se fue a buscar el sueño americano y se quedó allá porque ya tiene familia propia. Ella no ha vuelto a verlo.
María Rodríguez, que prefirió no atender en persona debido al miedo que siente de salir de casa o recibir visitas en su hogar por el coronavirus, dijo sentir miedo porque su hijo pueda contagiarse y recibir malas noticias.
En todo Estados Unidos, son ya más de 1,270,000 los casos confirmados de coronavirus, que ha dejado al menos 76,400 muertes, según el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins.
En marzo, el puntual envío de remesas de su hijo permitió a María Rodríguez seguir adelante pese a la pandemia mundial, que ha llevado a la paralización de actividades no esenciales y al distanciamiento social, poniendo en una difícil situación a millones de mexicanos.
El envío de dinero por parte del hijo de María no es único, pues en marzo, México recibió 4,016 millones de dólares en concepto de remesas, un 49 % más que los 2,694 millones de dólares de febrero.
Esta cifra sorprendió porque es uno de los niveles más altos jamás registrados y porque se da en plena pandemia de COVID-19 en el mundo y especialmente en Estados Unidos, donde más de 20 millones de personas han perdido el empleo. En el estado de Puebla alrededor de 50 de los 217 municipios que tiene la región se ven muy beneficiados por el envío de remesas.
Y en algunos lugares como Tepeojuma, donde se estima que el 90 % de sus cerca de 8,500 habitantes viven de las remesas que envían parientes desde Estados Unidos, principalmente desde Nueva York o Chicago.
Mientras millones de familias en el país siguen viviendo de las remesas, resta saber si sus allegados del otro lado del Río Bravo podrán ayudarlos económicamente por mucho tiempo más.