La flor de nochebuena (Euphorbia pulcherrima), conocida también como flor de pascua o cuetlaxóchitl, es uno de los símbolos más representativos de la Navidad en México. Su característico color rojo la convierte en la favorita para adornar hogares, plazas y oficinas durante diciembre. Sin embargo, su valor va mucho más allá de lo ornamental: esta planta posee usos medicinales, culturales y económicos que la han convertido en parte esencial de la identidad mexicana.
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De acuerdo con especialistas, la nochebuena cuenta con propiedades medicinales que permiten aliviar afecciones respiratorias como la tos y las anginas. También se utiliza en infusiones para tratar problemas de la piel, como erupciones o irritaciones, y en algunos casos se le atribuyen beneficios para reducir la inflamación.
En el ámbito cultural, la flor tiene un origen prehispánico: los mexicas la llamaban cuetlaxóchitl, que significa “flor que se marchita”, y la asociaban con la pureza y la nueva vida que obtenían los guerreros muertos en batalla. Hoy en día, sigue siendo un símbolo de esperanza y renovación espiritual durante las celebraciones decembrinas.
En lo económico, la nochebuena es un motor de producción agrícola. Morelos es el principal productor nacional, con más de 100 variedades registradas, seguido por estados como Guerrero, Puebla y Michoacán. Su cultivo genera miles de empleos temporales cada temporada, convirtiéndose en una fuente de ingresos clave para comunidades rurales.
Además, la flor se ha convertido en un elemento de innovación comercial, pues algunos productores han desarrollado variedades en tonos rosados, blancos y amarillos, ampliando su mercado internacional.
En conclusión, la flor de nochebuena es mucho más que un adorno navideño: es una planta medicinal, un símbolo cultural y un recurso económico que refleja la riqueza natural y espiritual de México.