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Opinión

Los oscuros acuerdos del despojo

Ricardo Andrade Jardí

Más allá del cinismo y la corrupción que ha marcado los últimos años del neoliberalismo prianista en nuestro agraviado país, y particularmente los sexenios de Calderón y Peña, otra patética y siniestra noticia sale a la luz. Una vez más lo urgente supera a lo importante, ya no son dos tráileres llenos de cadáveres, ahora sabemos que son 12, 20, 30... el horror que marca el fin del sexenio supera las posibilidades de descripción racional; pero la noticia que nos ocupa es otra, igualmente detestable; los oscuros acuerdos del gobierno de la telebasura encabezado por Enrique Peña Nieto (EPN) bajo las siglas del PRI, con la British Petroleum (BP). Y ahí es donde podemos entender con más claridad la cultura del despojo que el PRIAN en su, ojalá, último gobierno de la historia, le orquesto al país como estocada final. Durante todo el sexenio vimos a un grupo político, nacido en Atlacomulco, compuesto por apátridas lacayos del imperialismo y serviles, hasta el asco, a los organismos financieros mundiales. Políticos que se dedicaron, bajo las instrucciones impuestas desde la Casa Blanca (la de Washington) en seis años junto a sus iguales del PAN, PRD, genéricos y similares, inscritos en el “Pacto por México”, que es en realidad el Pacto contra México, a legalizar o pretender legalizar los mecanismos jurídicos y políticos para despojar a la nación mexicana de sus riquezas naturales, en un momento donde estos recursos son vitales para garantizar la soberanía nacional y la supervivencia planetaria; entregaron estos recursos a consorcios transnacionales o nacionales, donde hasta el grupo criminal de los Z, presumiblemente, es ya una empresa petrolera, tal vez con socios incluso entre los funcionarios que hoy están apunto de dejar el poder político, que no el fáctico.

El último sexenio de la tecnocracia priísta será recordado en la historia moderna de México, junto al del panista Fecal, como el de los gobiernos que más muertos, más corrupción, más impunidad y más despojo nos ha dejado, hasta ahora. Por lo que no deja de ser un signo alarmante el acelerado interés de decretar o autorizar como últimas acciones del desgobierno de muerte que nos impusieron, los “mega proyectos” del saqueo por todo el país, los oscuros y nada benéficos, para las y los mexicanos, acuerdos comerciales con otras naciones, la autorización estúpida de mega granjas porcinas sobre una de las más grandes reservas planetarias de agua o el capricho de construir un nuevo aeropuerto en el más inadecuado de los territorios posibles, las nulas sanciones a las empresas mineras que van dejado una estela de destrucción ambiental y muerte por todo el territorio nacional y un largo etc., de destrucción de biosfera y ecosistemas. Mucho han querido insistir en que el derrame de petróleo provocado por la empresa británica British Petroleum (BP), en abril de 2010, no afectó las costas mexicanas, argumentos mentirosos que apuestan por imponer como verdad absoluta la ignorancia desde la que se suscriben estos argumentos y con los cuales en una última acción del criminal gobierno del genocida Peña Nieto, se hace público que el lacayo y servil gobierno mexicano ha aceptado un pago ridículo, por concepto de indemnización por parte de la petrolera por los daños ambientales. Podríamos decir a favor de todas y todos que lo bueno de la ignorancia es que de todas formas estos políticos ignorantes y perversos y sus familias, más allá de sus corruptas fortunas, se alimentarán de la misma mierda que hoy intenta ocultar.

A 50 años del 68, destrucción y muerte es la herencia que el moribundo nuevo PRI nos deja; junto con el anuncio de las tempestades que la imposición del despojo de tierra y territorio oferta.

Por lo que no está de más recordar, lamentablemente, que el futuro coordinador de gabinete del gobierno entrante, el empresario Alfonso Romo nos presume un día sí y otro también, que todos esos “mega proyectos” de muerte y despojo se quedan y que: “México será un paraíso para la inversión”, lo que hay que traducir en lenguaje popular como: “un territorio autorizado para el despojo y saqueo absoluto de sus inmensas riquezas naturales”; pero los truenos de la tormenta también anuncian las contradicciones del sistema y la inevitable lucha de clases; porque al saqueo y la muerte se le resisten históricamente la dignidad rebelde y la defensa por la vida y el territorio.

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