Síguenos

Última hora

Sicarios ejecutan a dos hombres en un Oxxo de Ciudad del Carmen

Opinión

Coincidencias no tan simples

Jorge Lara Rivera

Conforme se hacía público el encubrimiento que la Iglesia Católica había hecho con las violaciones y abusos sexuales contra menores e incluso adultos a su cuidado perpetrados a lo largo de décadas por sacerdotes en una diócesis estadounidense –otra más– lo cual resultó en la impunidad de la mayoría de los criminales, pues de los 20 implicados 11 han fallecido sin siquiera la molestia de una investigación y sólo 9 sobreviven y será difícil que vayan a la cárcel por su avanzada edad, crecía la indignación. Peor: recién el miércoles 24 un equipo de abogados de víctimas de violaciones y abusos sexuales cometidos por clérigos presentó una lista acompañada de fotografías y ubicación de las parroquias a cargo de 254 sacerdotes de la diócesis de la Bahía de San Francisco, California, identificados como pederastas. Y justo por estos días, un traspié mediático de Jorge Mario Bergoglio Sívori, conocido como ‘Francisco’, Papa 266° de la cristiandad católica, entorpeció la contraofensiva por él emprendida para encarar los escándalos de pederastia, pedofilia y abusos cometidos por la Iglesia que han dato pretexto a enemigos externos e igual internos en la jerarquía clerical pertenecientes al ala ultraconservadora encabezados por el arzobispo Carlo Maria Viganò, Nuncio Papal en Washington entre 2011 y 2016, quien exige su renuncia al trono de San Pedro, con respaldo de monseñor Jean-François Lantheaume, ex asesor en Washington de la legación de la Santa Sede.

La transcripción del comunicado remitido a los medios por la oficina de prensa del Vaticano, da cuenta que el martes 16 ‘Francisco’ afirmó ante varios sacerdotes de Lombardía, región del Norte de Italia, que sólo “el 2% de los abusos sexuales a menores los han cometido los sacerdotes” mientras que el 70% ocurre al interior de la familia, en el barrio, en gimnasios, con entrenadores y en colegios. Tal comentario ha irritado a sectores de la sociedad críticos, por más que matizara (“si hubiera sido un solo sacerdote es ya algo monstruoso”) y aclarara reiterando: “No nos justifiquemos porque representamos sólo el 2 por ciento”.

En realidad consiguió lo contrario, por la aparente trivialización de la magnitud de su responsabilidad, cuando se reprocha a la Iglesia su tibieza a la hora de castigar a los responsables y entregarlos a la autoridad. Precisamente la frustración y la rabia que tal complicidad despiertan pueden ser malas consejeras. Por ello el registro de una balacera ocurrida en las primeras horas de la tarde del domingo 21 en el domicilio del cardenal Norberto Rivera ubicado en la colonia Florida, al que 3 personas armadas pretendieron ingresar según refirió el jefe de gobierno capitalino, José Ramón Amieva y en cuya refriega murió José Javier Hernández Nava, un policía local integrante del equipo de seguridad del purpurado –¿quién paga ese servicio?, de donde los agresores escaparon en 2 vehículos con dirección al Edomex o Hidalgo (La Procuraduría capitalina informó la localización de un sospechoso en un hospital de Naucalpan, Edo. de México, ingresado grave por 3 heridas de bala e identificado como Pavel “N”, de 33 años, residente en Ecatepec) admite tesis coincidentes con la venganza y el ajuste de cuentas al prelado, en igualdad de circunstancias con las líneas de investigación de allanamiento, riña con sus custodios, igual que para asalto y plausible secuestro.

Lo anterior, teniendo en cuenta los agravios provocados por la doble moral de Rivera Carrera evidenciada por sus posiciones conservadoras, intolerantes y prejuiciadas en torno a la interrupción del embarazo, la eutanasia, las adopciones monoparentales y homoparentales, matrimonios entre personas del mismo sexo; y su impune encubrimiento a curas pederastas en sonados casos como el de Marcial Maciel, superior de los Legionarios de Cristo y del Regnum Christi, de clérigos que pudieron sustraerse a la justicia con su ayuda, y alguno a quien protegió causando que se le demandara en Estados Unidos. Se sabe que el cardenal ha sido blanco de otros ataques, incluso recibió explosivos –aunque hay que ser cautos pues el Episcopado mexicano suele ser muy mitotero: recuérdese que la madrugada del martes 25 de julio de 2017, un cóctel molotov lanzado desde una moto por un encapuchado a su sede provocó alharaca en círculos tradicionalistas aunque los daños materiales fueron mínimos.

De ahí la cautela y las contradicciones en las versiones dadas por las autoridades (el Srio. de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, descartó la hipótesis de un atentado contra el sacerdote, pero el gobierno de CDMEX afirmó que “fue una agresión directa”). Norberto Rivera se negó a presentar denuncia aduciendo que no fue testigo de los hechos. ¿Se tratará, acaso, de una respuesta a la escandalosa complacencia clerical con la violencia contra culturas y fes distintas –incluso ante matices a su dogma– y hacia la comunidad lésbico, gay, bisexual, travesti, transgénero, transexual e intersexual por ejercitar libre su sexualidad (natural desde siempre, según descubrimientos de la ciencia contemporánea respecto a 12 matices entre las categorías ‘varón’ y ‘mujer’ y condiciones cromosomáticas peculiares relativas al fenotipo y el genotipo reveladas por la ‘prueba de matiz genético’) e incluso el beneplácito que algunos de sus agentes muestran frente a prácticas discriminatorias y marginantes; a su praxis machista, su presunta defensa de la vida cuando se trata de óvulos fecundados, fetos, embriones, pero no a personas viables ya vivas; por su acedo egoísmo en torno a la familia argumentando contra el matrimonio igualitario y la adopción de hijos, aunque sabe que impera la diversidad de ésta desde la de Jesús –plausible madre soltera, adopción de un hijo de padre desconocido–, pasando por las monoparentales, homoparentales, las de afinidad en situación de calle, las encabezadas por abuelos, un abuelo o abuela, tío, tía, hermano, hermana, padrino, madrina, etc., e igual ante su silencio frente masacres, ajusticiamientos y misoginia, y sus descaradas explicaciones discriminantes tendiendo a legitimar esos crímenes de odio perpetrados a través de la historia contra razas, mujeres e integrantes de la comunidad LGBTTTI en el mundo (en especial Rusia y Latinoamérica –México tristemente), a pesar de lo generalizado en miembros del clero de prácticas contrarias a la heteronormatividad sexual que pregonan (de la cual cuentan también con entusiastas practicantes entre sus filas –como Rodrigo Borgia, alias Papa Alejandro VI– en cualquier nivel jerárquico pese a votos de castidad y celibato, con el agravante de realizarlas contra menores.

Siguiente noticia

Valorar el momento y actuar en consecuencia...