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Opinión

Despojos, Depredación, Asesinatos

Jorge Canto Alcocer

Las crueles consecuencias del neoliberalismo en México

Mientras la atención de buena parte de los mexicanos se ha centrado en la consulta popular sobre el NAIM, el neoliberalismo criminal ha cobrado dos nuevas víctimas en nuestra patria: en la noche del miércoles, un grupo de sicarios persiguió por entre los cerros de Coloradas de la Virgen, Chihuahua, al líder rarámuri Julián Carrillo, a quien ejecutaron de varios disparos; unas pocas horas después, en Santiago Atasta, Oaxaca, un número indeterminado de hombres asesinó al líder zapoteca Noel Castillo. En ambos casos, las fiscalías “están investigando”, pero se cuenta con muy pocos elementos para dar con los culpables materiales.

Además de ser líderes indígenas, tanto Julián Carrillo como Noel Castillo tenían en común ser defensores de los recursos naturales de sus pueblos, asediados desde hace años por la depredación neoliberal. El territorio rarámuri es asediado por taladores de monte y desarrolladores turísticos, y para éstos últimos en particular la lucha indígena por sus derechos, amparados por la Constitución y los tratados internacionales se ha convertido en una amenaza para sus intereses. ¿Cuál ha sido la respuesta? ¿Negociar? ¿Cumplir la ley? Bah… basta con mandar sicarios de vez en vez y asesinar a los líderes. Sólo en los últimos años han ejecutado a una decena de activistas rarámuris, entre ellos a los abogados que los asesoraban, así como a un hijo de Julián.

La situación de Santiago Atasta, en la costa oaxaqueña, no es muy distinta a la de la sierra rarámuri. Allí, los indígenas zapotecas defienden sus playas y el río Copalita de las ambiciones de los empresarios turísticos, ya que estas tierras y aguas colindan con el desarrollo de Bahías de Huatulco. Noel Castillo, uno de los principales líderes de esta lucha, se convirtió en el quinto activista asesinado tan solo en lo que va del año, sin que la autoridad haya esclarecido ninguno de estos crímenes.

Estos dos proditorios asesinatos, ocurridos en días consecutivos, nos muestran nuevamente la siniestra faz del neoliberalismo. Para el logro de sus intereses, estos capitalistas salvajes, que tienen como única religión la maximización de sus ganancias, no paran mientes ante nada, mucho menos ante la vida humana. Pero eso sí, se llenan la boca para hablar de progreso, de libertad de empresa, de oportunidades para la gente, cuando en realidad propugnan por una cultura de muerte, de depredación, de destrucción.

En el caso del NAIM hasta ahora no sabemos se hayan cobrado vidas, pero sí que están desplegando con cinismo una interminable serie de mentiras. Entre ellas, que si AMLO obedece el mandato popular, se estará dando un terrible mensaje para los capitales internacionales. Pero… ¿De cuáles capitales estamos hablando? ¿De los capitales que por impulsar el turismo en la sierra rarámuri están asesinando a sus defensores? ¿De los que se quieren apropiar de las playas del pueblo zapoteca, para lo que han ejecutado a cinco líderes indígenas sólo este año? Pues efectivamente esperemos que nuestro presidente emita ese mensaje y muy claro: en México no debe haber lugar ya para el neoliberalismo y sus crueles consecuencias, sino para el desarrollo local, humano y sostenible. Ese fue el mandato del primero de julio, y eso esperamos comience a ser una realidad desde el primero de diciembre.

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