Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Uno de los pilares fundamentales de la Cuarta Transformación de la República es la educación, de ahí la trascendencia de la nueva reforma educativa que abroga la mal llamada así, aprobada en el sexenio pasado con el fin perverso de obstaculizar la labor docente de los maestros, privatizar lo más posible las escuelas de todos los niveles y desnaturalizar la esencia del sistema educativo mexicano, enmarcado en el artículo tercero constitucional, es decir su gratuidad y ser laica y obligatoria para todo el pueblo.
Se elimina el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), el instrumento creado para concretar las acciones contra el ordenamiento constitucional, cuya dependencia del Ejecutivo era obvia como lo demostró durante el sexenio pasado. De ahí que se descalifiquen por sí mismas las declaraciones que hizo la Junta de Gobierno del INEE, una vez aprobada la derogación de la contrarreforma promovida por el ex presidente Enrique Peña Nieto.
En rueda de prensa señalaron que la propuesta de Andrés Manuel López Obrador, “representa un atentado contra el sistema de pesos y contrapesos de nuestra democracia, y en particular contra los órganos constitucionales autónomos. Esta separación y equilibrio de poderes es fundamental para el adecuado funcionamiento del Estado democrático”. Es curioso que no lo hayan visto así antes, cuando el avasallamiento del Ejecutivo sobre el sistema educativo fue total.
Ahora protestan porque habrán de perder privilegios y una fuente de ingresos indebida, puesto que se erigieron como el medio para socavar la labor magisterial con evaluaciones de carácter punitivo, como así se demostró en los hechos. Vale decirlo porque su presupuesto pasó de 290 millones de pesos, que devengó en 2013, a más de mil millones este año. En todo el sexenio ejerció recursos por más de 9 mil millones de pesos.
Lo que más llama la atención es que jamás advirtió el INEE el derroche de miles de millones de pesos, no en beneficio del sistema educativo sino en propaganda engañosa orientada a promocionar los supuestos beneficios de la contrarreforma; la realidad demostró que tal campaña tenía como objetivo perverso promocionar la imagen del secretario de Educación con fines políticos. Pero ahora el INEE se desgarra las vestiduras en una hipócrita defensa de la “democracia” y la división de poderes.
Por otro lado, las organizaciones sindicales enfrentadas desde hace décadas, la oficialista y la disidente, afirman cada una haber sido factor esencial para que López Obrador diera un paso trascendental para el país. Lo importante en este momento no es perder el tiempo en discusiones inútiles, sino en demostrar con hechos congruencia y voluntad para hacer realidad el nuevo proyecto educativo, sin politizar el tema y llevarlo a la palestra pública. Esto sería un gravísimo error.
Lo prioritario hoy es cerrar filas en torno al proyecto de nación que se resume como la Cuarta Transformación de la República. Sólo así será posible vencer las resistencias que surgirán en el camino por alcanzar tal meta. Esto no debe perderse de vista ni un instante, pues la derecha no dejará de mostrar su rechazo a toda acción democrática verdadera del nuevo régimen. Sobre todo las que incidan en el fortalecimiento del Estado de derecho y el bienestar del pueblo.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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