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Opinión

Sin escrúpulos

Jorge Lara Rivera

Ni ambages, como si faltasen signos ominosos a su autoritario régimen, el presidente de Turquía, Tayyip Recep Erdogan ha anunciado una inminente masacre – “operativo para exterminar a terroristas separatistas” la llama– que su país emprenderá contra los kurdos de Siria. El telón de fondo de esta feroz amenaza turca lo constituye el aumento de su presencia en el Mar Negro (crispada zona donde Ucrania ha aumentado sus bases navales y recién tuvo lugar el incidente en que barcos de guerra rusos detuvieron en aguas internacionales a naves ucranianas con sus tripulaciones –quienes permanecen encarcelados en Moscú– haciendo sonar las alarmas en las capitales europeas y Norteamérica, y provocando una escalada en las tensas relaciones bilaterales de Moscú con Ucrania a la cual en medio de la indignación de Europa y Estados Unidos, la Rusia de Vladimir Putin despojó de Crimea, provincia secesionista según Kiev) con una segunda base naval para su armada, al tiempo que se especula que hará pronto lo mismo en Chipre (donde convergen intereses estratégicos de Reino Unido y Francia, y se afectan los de Grecia, rival de Turquía, en la dividida isla –República Turca del Norte de Chipre y República de Chipre, de mayoría griega–) en el Mar Mediterráneo.

En contexto la distancia de Ankara con Estados Unidos, su otrora mayor aliado y eventual apoyo de los kurdos en Siria, tanto en lo económico como en lo político –como ejemplifica su desafío a la Casa Blanca exigiendo el retorno de 3 de sus diplomáticos destacados en Washington bajo acusaciones de intenciones golpistas– es innegable, mientras la aproximación al Kremlin es cada vez mayor –algo que inquieta a Europa que cuestiona al gobierno de Erdogan por su déficit en materia de derechos humanos, y particularmente a Grecia que mantiene un estado de guerra con Ankara. Producto de aquél es el acuerdo con Rusia, Siria e Irán (su rival chiíta) para combatir y retirarse de la zona ocupada por kurdos y rebeldes árabes, opositores al sanguinario régimen sirio de Bashar el Assad, pero al mismo tiempo enemigos del autoproclamado “califato” o “estado islámico o ISIS” atacado, a causa de sus sangrientos atentados, por Estados Unidos y la coalición occidental integrada por países europeos agraviados (aunque el 27 de octubre en Estambul, la zona europea de Turquía, líderes de Rusia, Alemania, Francia y Turquía –sin participación de Estados Unidos, Irán ni Arabia Saudita, también involucrados en la guerra civil siria– para detener el flujo migratorio que desborda a Europa y evidencia su doble moral, e impulsar una ‘salida política’ distinta de la mediada por la ONU encargada al noruego Geir Pedersen, al conflicto y afianzar el alto al fuego en Iblid, último reducto rebelde al régimen Bashar el Assad donde convergen variadas milicias yihadistas incluso el “Estado Islámico” y los kurdos).

Rusia, Turquía y Siria junto con Irán e Irak se repartieron y ocupan el Kurdistán, territorio nacional de la minoría étnica más numerosa de Oriente Medio (rebasa los 30 millones) cuya cultura se remonta a finales del siglo VII antes de la era cristiana, a quienes han masacrado, marginado y perseguido por miles de años. Entre las novedades del fiero régimen islámico que se apoderó de Turquía está el reforzamiento de su fuerza aérea con equipamiento ruso de última generación y de aviones ultramodernos de alta tecnología norteamericana, al tiempo que desarrolla su propia industria militar (que actualmente le provee 64% de sus “necesidades”); su declarado propósito de buscar dotarse de armamento atómico (hay bases estadounidenses de aviones y misiles con capacidad nuclear en su territorio) y su abandono del dólar como moneda franca para sus tratos comerciales internacionales.

Pese a las advertencias norteamericanas al régimen de Erdogan de no poner en riesgo a los soldados americanos, las milicias kurdas no pueden confiar en su protección: ya antes las ha traicionado. La cuestión es, no si la potente Turquía atacará a los kurdos, eso seguro, sino ¿quién los defenderá de ella, quien evitará ese baño de sangre?, porque, está visto, la ONU y la comunidad internacional en ese vecindario no.

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