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Opinión

Toccata (de retirada) y fuga (irresponsable)

Jorge Lara Rivera

 

Tal como se supuso, Estados Unidos pone pies en polvorosa ante el avispero que azuzó. Se ausenta del escenario por el complicado panorama que derivará del fin de la guerra civil siria cuyos resultados, a pesar de sus esfuerzos, no serán los que esperaba Washington.

Y es que el abusivo régimen de Bashar Al Assad, apoyado por la Rusia del megalómano Vladimir Putin y el intransigente Irán de los ayatolás, ha logrado mantenerse en pie pese a los golpes de una denodada lucha librada por los rebeldes de una fallida primavera árabe contra su régimen dictatorial dinástico y los propinados en la zona con la participación de múltiples intereses contrarios a él pero ajenos a su país, estragado por 7 años de guerra, presentes en su territorio. Inopinadamente Donald Trump, luego de alardear ante Turquía para que “se abstuviera de acciones que afectaran a sus tropas” estacionadas allí (14 mil efectivos) por puro intervencionismo, tras la cínica y feroz amenaza de su presidente de que emprendería en estos días una operación de magnitud mayor contra “los terroristas separatistas” que se esconden en Siria –la cual está ya lista según confirma el comando militar turco–, como siempre, se desdice.

Ignorando al Pentágono, la Casa Blanca ha terminado por aceptar que Ankara haga lo que quiera con los kurdos en Siria que tanto sirvieron a Washington para contener la expansión del sanguinario fanatismo del autonombrado “Califato o Estado Islámico”.

Así, muy orondo el Presidente Trump anuncia que con motivo de las fiestas decembrinas ya comenzó la nueva retirada estadounidense (con 2 mil 500 de 7 mil 500 soldados que regresarán) que implica para el Pentágono y el complejo militar/industrial el segundo gran fracaso de su política exterior belicista, desde su involucramiento e indecorosa salida de Vietnam.

Con impudor, míster Trump pretende justificar con un ardid que deja a los kurdos colgados de la brocha, en un predicamento extremo cuando el régimen de Tayyip Receip Erdogan ha proclamado que la operación que emprenderá Turquía en Siria tiene como objetivo “exterminar a los terroristas separatistas”. Su excusa, inverosímil hasta para sus compatriotas, para esta deserción es que “ISIS ha sido destruido”.

De esta manera, la Casa Blanca desecha a los miliciano kurdos luego de usarlos como peones en el pulso doble que sostiene con Rusia en la península arábiga (donde justamente en el otro, que se libra en el atribulado Yemen, su Congreso lo malquista con la quisquillosa monarquía saudí-árabe) y los abandona a su adversa suerte a manos de sus opresores de milenios (Rusia, Turquía, Siria, Irán e Irak) que se repartieron el Kurdistán, su patria que nunca logró ser un estado, para el despojo a esa etnia que con sus 30 millones de almas es la más grande minoría de Oriente Medio y cuya cultura se remonta a finales del siglo VII antes de la era cristiana.

La felonía estadounidense contra sus aliados circunstanciales en el teatro de guerra no era inesperada (ya antes había traicionado a los kurdos permitiendo ataques de turcos y bombardeos rusos contra ellos a lo largo de la lucha fraticida), pero llega demasiado pronto, mucho más de lo temido. Y resulta que hay terceros perjudicados –daños colaterales– por esa medida unilateral de la administración estadounidense actual, desatando la furia de demócratas y republicanos quienes consideran falsos los argumentos triunfalistas sobre ISIS, al punto de provocar la intempestiva renuncia del Srio. de Defensa, Gral. James Mattis, la cual se hará efectiva en febrero mientras queda hecha añicos la confiabilidad de Estados Unidos en el exterior. Se trata de una crisis con alcances de pronóstico reservado para los planes de reelección de Trump misma que supera la hiriente no del todo cicatrizada por sus declaraciones claudicantes en Moscú durante su visita a Rusia, cuando dijo confiar más en los servicios de inteligencia rusos que en las propias agencias gubernamentales del ramo.

Entre los afectados por el bandazo está también Israel que debe enfrentar a un régimen enemigo más resuelto de Damasco (con quien mantiene un estado de guerra desde su fundación en 1948) por el abierto apoyo de Irán –su declarado enemigo mortal– y un desfavorable cambio de equilibrio de fuerzas en la zona por la transferencia de equipamiento antiaéreo con tecnología de última generación a Siria, como represalia de la Rusia de V. Putin a la malicia de la aviación israelí. Irak igual queda ahora al libre alcance de sus rivales y voraces vecinos (Irán y Siria) al cambiar de dueño el margen del río Eufrates.

El retiro anticipado tampoco es buena noticia para la coalición de países occidentales –aliados de Estados Unidos en la OTAN– presentes en Siria para quienes ISIS es aún una amenaza real e inmediata al Viejo Continente –especialmente cuando los milicianos kurdos de Siria, dolidos con el gobierno estadounidense, están considerando liberar a 2 mil 500 yihadistas de ISIS que mantienen prisioneros. La pérdida de credibilidad y la desconfianza en los pactos con Estados Unidos es el costo de esta infamia contra los kurdos, cuyo futuro inminente es una masacre anunciada.

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