Síguenos

Opinión

Afirmaciones, Negaciones y Oposiciones en los Programas Políticos

Víctor Flores Olea

Opino que muy pocos, entre los treinta millones de mexicanos que votaron por AMLO el primero de julio, pensaron que la Cuarta Transformación ofrecida por el candidato en su campaña, sería muy fácil de lograr, al entrar a un nuevo período de la historia del país. La terca realidad ha dado la razón a la mayoría de los escépticos, que sin embargo votaron por López Obrador porque ya resultaba intolerable el “más de lo mismo” que ofrecía el resto de los candidatos.

Es indudable que las transformaciones sociales y políticas, cualquiera que sea el camino elegido, resulta muy complicado. En el caso de AMLO hay muchas razones que dificultan la meta: una oposición que se reconstruye, una derecha que comienza a creer en la fidelidad de AMLO a su programa transformador, la congestión de las cuestiones a transformar, y entonces el inevitable atropello de unas sobre otras y, tal vez, el descuido sobre algunas más, como el “involuntario” recorte a los presupuestos universitarios y otras fallas menores o de importancia que AMLO se ha precipitado a corregir.

Resulta impresionante para nuestra política, y para cualquier política, el espectáculo de este rosario de iniciativas con que ha iniciado AMLO su sexenio, naturalmente con el apoyo de millones de votos ciudadanos, pero también con la oposición de las mayorías de las cúpulas de los poderes político y económico. Este, tal vez, sea un escenario previsible para buena parte del sexenio. Mencionaremos todavía una ley para recortar los salarios más elevados del gobierno y aumentar los más bajos, además que incrementarán los programas sociales a beneficio de los marginados, que resulta su principal prioridad. AMLO tomó medidas enérgicas para cancelar la construcción de un aeropuerto lujoso y parcialmente construido.

Además, en una estrategia plena de simbolismos, el día de su toma de posesión convirtió a Los Pinos, la residencia oficial del presidente, en un complejo cultural abierto al público, que generó imágenes de personas comunes y corrientes, a quienes antes se les había prohibido el acceso al sitio con un perímetro de seguridad impenetrable, paseando libremente en sus terrenos con expresiones de asombro y alegría.

En su campaña electoral López Obrador prometió una revolución. Se comprometió a que, en caso de resultar electo, pondría un alto a la corrupción, terminaría con la impunidad, fortalecería la economía, traería la paz al país, eliminaría la desigualdad y devolvería sus derechos a las minorías que han sido privadas de los mismos.

Este conjunto de puntos programáticos resultó enormemente popular entre los electores que le otorgaron una victoria aplastante el 1 de julio proporcionándole mayoría en ambas cámaras.

En su discurso de toma de posesión el primero de diciembre, declaró: “A partir de ahora se llevará a cabo una transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo, profunda y radical, porque se acabará con la corrupción y con la impunidad que impiden el renacimiento de México”.

Podrían mencionarse todavía un conjunto de medidas que confirmarían la clara inclinación de AMLO hacia la austeridad: vive aún en su casa tradicional, circula por la ciudad en un modesto automóvil, finalizó con el boato que suponen las guardias presidenciales (que además han sido ya torturadores del estudiantado y del pueblo, participando en el primer plano de la matanza del 2 de octubre de 1968, según testimonio de Julio Scherer y Carlos Monsiváis). Esto último ayuda a explicar la decisión de AMLO de desaparecer las guardias presidenciales y de crear una Guardia Nacional que combinaría mandos militares con civiles, y que ha sido grandemente discutida en el congreso y en los medios de difusión del país.

Vale la pena subrayar que AMLO, en este corto tiempo, dio vida también a una Comisión de la Verdad para investigar a fondo la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que ha sido ocultado o disimulado por los altos mandos del gobierno anterior, tanto civiles como militares, y desde luego, por las autoridades del gobierno de Guerrero.

Como parte imprescindible del programa político de AMLO, debemos mencionar su slogan “Los pobres primero”. Y, desde luego, su voluntad de buscar el desarrollo de los estados del sur del país. Además de buscar el desarrollo de América Central, en un acuerdo aparentemente ya logrado con Estados Unidos y Canadá para efectuar inversiones en esa parte del continente como una manera de frenar las caravanas de migrantes que, pasando por México, pretenderían llegar a nuestro vecino del norte.

Puede verse, incluso en este breve resumen, la concentración tumultuosa y compleja de asuntos cruciales no sólo para el sexenio de AMLO sino para el futuro de país entero. Sumémonos a las voluntades que se proponen llevarlo a buen fin y cooperemos con una visión tan amplia del país.

Siguiente noticia

Cataclismo trumpiano: retira tropas de Siria y Afganistán; renuncia del Gral. James Mattis