Síguenos

Última hora

Fallece Edilberto Rosado Méndez, exsecretario de Desarrollo Rural y exdirector del ITESCAM

Opinión

¿Cuánto le queda a la democracia?

Iván de la Nuez

Diez años después de la crisis de Lehman Brothers, la aspirina se sigue distribuyendo, pero ya no es antídoto suficiente para calmar el dolor de cabeza que produce el mundo. Y eso que Steven Pinker sigue afanado en que estamos mejor que nunca: somos millones los que viajamos en avión, tenemos agua y teléfono, o gozamos de privilegios que antes eran exclusivos de la aristocracia.

Pero lo cierto es que el orden liberal, tal cual lo conocimos hasta no hace mucho, está bajo sospecha en casi todos los lugares, incluidos aquellos en los que impera.

Concentrémonos, si no, en el perímetro exclusivo de Occidente, donde gobierna esa democracia surgida del orden liberal esbozado por Montesquieu o Voltaire. Pues ahí tenemos a Estados Unidos y su Donald Trump; a una Inglaterra que se aísla de Europa con su Brexit; a una Italia que tantea el salirse de Europa y el Euro combinando ultraizquierda y ultraderecha; a una Hungría o una Polonia que se cierran a cal y canto contra los inmigrantes; o a una Alemania donde vuelve a crecer la serpiente del fascismo (ahora con el prefijo “neo” delante).

Si a esto le añadimos lo que está pasando en África, el éxito del modelo chino y del poder absoluto de Putin en Rusia, o la estabilidad imperturbable de las teocracias petroleras en los Emiratos..., entonces, cabe la pregunta: ¿cuánto lo queda a la democracia como modelo político?

Diez años después de la catástrofe de Lehman Brothers, Occidente sigue sin aprender de la debacle del comunismo; algo que, en términos políticos, prefirió interpretar exclusivamente como una victoria de la democracia liberal en todo el mundo.

Mientras esto ocurría, aguafiestas como Serguei Yurchak y Adam Curtis alertaban sobre la hipernormalización y el adormecimiento general que atenazaba al capitalismo global surgido de la caída del Muro de Berlín. Treinta años después, si algo sabemos es que a esa democracia le queda menos que al capitalismo. Basta con fijarse en el éxito mundial de la combinación entre autoritarismo y mercado que se expande, sin contrapeso.

Por el momento.

Siguiente noticia

Porros y narcos en la UNAM