Opinión

¿Mentira o verdad?

Francisco Javier Pizarro ChávezMéxico en bancarrota

 

Durante su gira por la República en agradecimiento a los ciudadanos que le dieron su voto, el presidente electo, en el mitin realizado en Nayarit el domingo pasado, advirtió a sus simpatizantes que:

“El país está atravesando una situación económica y social muy difícil, posiblemente por la situación de bancarrota en que se encuentra” y no podamos cumplir todo lo que se está demandando; pero sí vamos a cumplir todo lo que ofrecimos en campaña Ese es el piso, y de ahí para arriba. Hasta donde nos alcance el presupuesto”.

La advertencia causó ámpula en el sector público y privado y ha sido motivo de críticas por demás sesgadas en medios de comunicación y redes sociales.

Vamos por partes: El primero en poner el grito en el cielo fue el magnate Claudio X. González Laporte, fundador y presidente del Consejo Mexicanos de Negocios. Dijo que el “adjetivo” utilizado por AMLO era “dramático” e inadecuado pues “México no está en bancarrota”.

El Secretario de Hacienda y Crédito Público y el Consejo, José Antonio González Anaya, también salió al quite y dijo que era todo lo contrario: México “presenta finanzas sanas”.

¿Verdad o Mentira? Antes de emitir un juicio es preciso advertir que la mentira se disfraza de verdad, mientras que la verdad se expone desnuda.

Y eso es justo lo que está ocurriendo en torno a este tema.

Desde la percepción clasista de Claudio X. González y demás oligarcas, México es un país boyante, esto es, próspero. Y cómo no lo van a concebir de esa manera. Ellos forman parte de la elite de 17 multimillonarios que están en la lista de los más ricos del mundo y acaparan el 12% del Producto Interno Bruto del país.

Para ellos, los 52 millones de mexicanos en situación de pobreza y el 80 por ciento de la población en situación vulnerable (datos de Coneval), no cuentan en el marco de los indicadores macroeconómicos.

Para ellos, lo que importa es la estabilidad de las tasas de interés, las reservas de que dispone el Banco de México, el índice de confianza empresarial y, por supuesto, el incremento de su rentabilidad y ganancias.

Por lo que se refiere al Secretario de Hacienda y Crédito Público, como buen tecnócrata, no le importa que el Gasto público sea superior al ingreso recaudatorio del presupuesto; le tiene sin cuidado que la deuda externa de México ande en los 10 billones de pesos; que el crecimiento de la economía del país durante 30 años no haya logrado superar la mísera tasa del 2.6 por ciento o que la producción de petróleo haya decrecido casi al 50%, cifras irrefutables y tangibles.

El enfoque de los medios de comunicación respecto a la advertencia del presidente electo de que existe la posibilidad de no poder atender todas las demandas de la sociedad, no se inclina a lo económico ni financiero, sino a lo político o mejor dicho a la politiquería.

El discurso de AMLO en Nayarit, para muchos de ellos (así lo han comentado) es una virtual confesión de parte, de que “no va a cumplir todas las promesas que hizo durante su campaña a los electores”, lo que minará su bono democrático y credibilidad, lo que sería para su gobierno, un punto de quiebre.

Ni el magnate Claudio X. González, ni el funcionario de la administración saliente, editorialistas y analistas no afines a AMLO, dieron respuesta o rebatieron la descripción puntual que hizo el presidente electo del grave y delicado entorno social y económico que enfrenta el país.

La reproduzco textualmente: México, dijo, “lleva 30 años en bancarrota, desde que está aplicando el modelo neoliberal. Imagínense cómo está el sector energético. Estamos produciendo petróleo como hace 40 años. ¿No es eso crítico? En pobreza, hay muchos más pobres que antes. En inseguridad, está peor. Ochenta homicidios diarios.

“Está bien que sea prudente, moderado, que no quiera estar echando culpas a nadie, pero ¿díganme ustedes si ha habido crecimiento, si ha habido paz, tranquilidad, si ha habido estabilidad? Estoy convencido que la respuesta de la mayoría del pueblo es un rotundo NO.

Esa es la verdad desnuda.