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Opinión

Lado negativo y positivo

Francisco Javier Pizarro ChávezBono Demográfico

El fondo de Población de las Naciones Unidas define el Bono demográfico como “un potencial de crecimiento que resulta de los cambios en la estructura de edad de la población, especialmente cuando las personas en edad de trabajar —entre 15 y 64 años— son más que las personas dependientes –menores de 15 años y mayores de 65.

Desde hace dos décadas se sostiene que México cuenta con un significativo bono demográfico. En ese lapso la proporción de niños ha disminuido para dar paso a jóvenes y adultos.

En 2015 el número de habitantes era de 127 millones de habitantes, segmentada por población dependiente y productiva conforme a sus edades:

En ese año la población de menores de 0 a 10 años representaba el 27.6 por ciento; la de 15 a 64 años el 62.8% y mayores de 65 años el 9.8%.

Para el 2030 habría una transformación demográfica aún más aguda. La población de menores de 0 a 10 años, sería de 28.3%; la de 15 a 64, el 61.4% y la de mayores de 65 años, el 10.2%.

La proyección para el 2050, es la siguiente: población de 0 a 10 años, 16.9; de 15 a 64, 58.4% y la de 65 años y más, 24.7%.

Como puede apreciarse, el perfil de la población se modifica. La edad promedio de la población, que era de 27.4% en 2015, aumentará al 33.1% en 2030 y a 40.9 años en 2050.

México es un país de jóvenes. La cuarta parte de su población tiene de 15 a 29 años, lo que debería ser teóricamente, una de sus principales fortalezas. Infortunadamente no es así.

Las estadísticas referidas, son proyecciones demográficas, que por sí mismas, no garantizan el aprovechamiento del bono demográfico.

¿Por qué? Porque no se han implementado políticas públicas solventes para aprovechar ese bono demográfico, que muchas otras naciones quisieran tener. En México el ser joven no es una virtud sino una desdicha.

El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Información (INEGI), hace unos días dio a conocer cuál es la situación real de los 21 millones 600 mil jóvenes de entre 15 y 24 años que forma parte de la población mexicana.

El 44.3% de estos jóvenes viven en la pobreza; el 5.8% no tienen empleo y los que sí lo tienen, la mayoría (59%) laboran en la economía informal y, por tanto, carecen de seguridad social y prestaciones.

De los que forman parte de la economía formal, 8 de cada 10, perciben pagos por debajo del salario mínimo.

Y lo que es todavía más preocupante por la relevancia que la educación tiene para el desarrollo humano, el social y el desarrollo tecnológico y científico de todo país. El 66.8% de los jóvenes no va a la escuela.

Este lamentable entorno en que viven los jóvenes de hoy, el cual alimenta los flujos migratorios de miles de ellos a Estados Unidos, auspicia se sume a la delincuencia, sean prisioneros de las drogas, se suiciden e incluso se vinculen al crimen organizado.

Es realmente triste que los jóvenes, que son el futuro de toda nación, se vean inmersos en situaciones tan deplorables como las descritas.

Me pregunto. En este contexto ¿de qué sirve el famoso bono demográfico que la ONU define como un factor clave del crecimiento de la productividad, el desarrollo tecnológico y científico? De nada, dice el sentido común.

Afortunadamente, justo unos días después de la descripción del Inegi de la situación negativa que enfrentan los jóvenes en México, se dio a conocer un programa que tiene relevancia enorme y positiva.

Me refiero al programa “Jóvenes construyendo futuro”, que la titular de la Secretaría de Trabajo y Prevención Social (STPS), Luisa Alcalde, está promocionando a través de las redes sociales para que los jóvenes de 15 a 29 años de edad, se registren para tener acceso al trabajo y complementar sus estudios.

La meta del programa en el primer año de su implementación es la incorporación de 2 millones 300 mil de los 3 millones 900 mil jóvenes que no estudian ni trabajan, no porque no quieran hacerlo sino porque nadie les abre las puertas.

La inversión gubernamental será de 110 mil millones de pesos, y se contempla que los empresarios ayuden como tutores, no sólo contratándolos en sus negocios o empresas, sino también en su formación.

El programa está enfocado a las y los jóvenes que hayan terminado su bachillerato y no lograron entrar a la universidad.

Se les otorgará una beca de 2,400 pesos mensuales para sufragar sus estudios universitarios.

En el caso de los jóvenes que opten por conseguir un empleo, el programa cuenta con un amplio abanico de opciones para que aprendan, se capaciten y desarrollen nuevas habilidades: talleres, comercios, empresas, electricistas, diseñadores, mecánicos, músicos, agricultores, etc.

Según se ha difundido, el 70% de los jóvenes que se inscriban en el ámbito laboral, tendrán la oportunidad de incorporarse a grandes, medianas, pequeñas y micro empresas y cooperativas.

El 20%, podrán sumarse al gobierno federal en diversas áreas y/o dependencias y secretarías, para implementar los programas sociales.

El restante 10% de los inscritos podrán laborar también en organizaciones civiles.

Los que se inscriban para trabajar y capacitarse recibirán una beca de 3 mil 600 pesos mensuales hasta por un año y contarán con cobertura médica, siempre y cuando asistan puntualmente a sus labores y acaten los lineamientos de sus tutores o tutoras.

Este es el tipo de políticas públicas que requiere la juventud para salir de la pobreza y la marginación y para que nuestro país, catapulte y aproveche ahora sí, el bono demográfico con el que se cuenta.

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