Alberto Híjar Serrano
Miguel Nazar Haro sigue ganando batallas después de muerto. Salió invicto del único proceso construido por la tenacidad de Doña Rosario Ibarra de Piedra. Obsequiosa, la judicatura de Monterrey permitió su instalación en lujoso hotel adonde el empresariado regiomontano envió de inmediato los mejores vinos y licores, los más caros jamones, pathés y golosinas. Salió invicto. A Estados Unidos no pudo regresar porque dejó pendiente un juicio por el tráfico de autos de lujo. Hoy, 17 de febrero, Jesús Piedra hubiera cumplido 65 años de no haber desaparecido en alguno de los centros de interrogatorio y tortura de la Dirección Federal de Seguridad.
Éste y otros crímenes determinaron la colocación de una placa de mosaicos frente al edificio en Circular Morelia 8, colonia Roma. El evento reunió solidaridades muy diversas bajo la consigna MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA. En especial, se recordó la represión iniciada en Monterrey el 13 de febrero de 1974 de donde siguió, al día siguiente, a una casa de seguridad de las FLN en Nepantla donde fueron acribillados cinco militantes. Dos se salvaron, una sobrevive: Gloria Benavides. Ahí apareció el nombre de quien esto escribe y los papeles de ubicación de El Chilar, base de operaciones de los nueve organizados en el Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata en Chiapas. Seis fueron exterminados y tres fueron traídos a la ciudad de México según prueban los registros policiacos, entre ellos la primera mujer en esta tarea: Elisa Irina Sáenz, la compañera Murcia. Todos desaparecieron. En su honor y el de las decenas de secuestrados sin orden de aprehensión para ser torturados e interrogados sobre sus actividades revolucionarias hasta su ejecución, fue colocada una placa de mosaicos con dos grabados de Rini Templeton y la consigna al final de MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA.
Con intervenciones musicales adecuadas de un modesto equipo de sonido y de los cantores Alexander Bernal y Lorena Moctezuma y una poesía leída por su autor, David Roura, acompañada por una coreografía improvisada a cargo de una bailarina, fueron recibidas solidaridades y testimonios.
El de Álvaro Mario Cartagena, el legendario Guaymas de la Liga 23 de Septiembre, fue importante porque narró su sobrevivencia en el Campo Militar Núm. 1, donde vio a compañeros como Alicia de los Ríos Merino que nunca más apareció. La única pierna sostén de su cuerpo fuerte es prueba evidente de la sevicia paramilitar que lo tuvo sin atención médica con siete balazos, hasta descubrir la pierna gangrenada para su amputación. La memoria del cuerpo, evidente en este caso, funciona a la par del raciocinio como componente postraumático. Tres generaciones soportan este daño y lo procesan como pueden, le dan dimensión política con actos como la colocación de la placa.
Pero los criminales tampoco olvidan y al caer la noche del jueves, empezaron la destrucción a martillazos de los mosaicos grabados. En la noche siguiente, destruyeron del todo la placa y arrancaron el soporte metálico, pese a sus fuertes amarres en el prado del jardín iluminado en exceso para facilitar la vigilancia nocturna de los policías que resguardan las oficinas transformadas en defensoría de los derechos humanos. Años atrás, fueron dependencia policiaca y con Nazar asociado a su hijo del mismo nombre, ofrecieron servicios de seguridad privada en los mismos despachos, los mismos muebles y la misma antena que usó la DFS y la clandestina Brigada Blanca.
Intolerable para los criminales a sueldo del Estado, la placa ha sido destruida y el nombre Nazar Haro una vez más queda invicto. Con su poder autónomo para matar con el pretexto de la seguridad del Estado, los grupos especiales, por lo visto, siguen en pie.