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Opinión

La Despreciada Memoria

Alberto Híjar Serrano

Los afanes transformadores del nuevo gobierno perjudican a trabajadores esforzados que han acumulado saberes y experiencias para cumplir sus responsabilidades pese a la carencia de recursos institucionales, especialmente regateados por la corrupción y hoy a nombre de la austeridad republicana.

En la presentación del excelente catálogo del Taller de Gráfica Popular sobre la trascendental exposición organizada por Helga Prignitz en el Museo de la Estampa, intenté denunciar la inexistencia y el nulo interés institucional para darle lugar adecuado a archivos y acervos que, al fin, son malbaratados o de plano destruidos. Una pareja de responsables de documentación en el Centro Nacional de las Artes ignoraron mi invitación para explicar su difícil trabajo y prefirieron el silencio con una extraña adopción de culpa. Fracasó mi intención al acentuar los amontonamientos de archivos y acervos en salones improvisados para tal fin en el CNA a raíz de los temblores de 2017. No hay remedio porque la arquitectura escenográfica de autor es enteramente inservible para la enseñanza de las artes, su investigación y documentación. En esta condición el trabajo de catalogación, digitalización, restauración y resguardo ordenado es cumplido gracias al amoroso trabajo de las responsables que se las ingenian para resolver las carencias y el desinterés institucional.

De poco sirve así la avanzada legislación sobre archivos, porque no hay recursos y lugares asignados para su cumplimiento. Son instituciones privadas como las fundaciones Slim, Harp Helú o el Museo Amparo de Puebla, y las de algunos coleccionistas y esforzados herederos, las que organizan y aportan locales, los equipan y los trabajan con mínimo apoyo oficial y mucho aprecio amoroso. Tal es el caso de María de Jesús de la Fuente de O’Higgins con sus 98 años a cuestas y el auxilio constante de dos documentadoras comisionadas. El Centro Tlatelolco y el Proyecto Arkheia en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM, son ejemplares en este importante cultivo de la memoria histórica.

La organización actual de la memoria patrimonial histórica a cargo de la esposa del Presidente de la República, Beatriz Gutiérrez Müller, abre la esperanza de que al fin se construyan las bases materiales y el reconocimiento laboral para garantizar el buen trabajo necesario, urgente y estratégico de la memoria nacional.

Hay injusticias debidas al afán de austeridad y combate a la corrupción. Está bien anular contratos de privilegio operativo, saqueos y desvíos presupuestarios, pero está mal castigar a quienes se distinguen por sus saberes incluyentes de las prácticas especializadas con capacidad de improvisar y crear a pesar de la precariedad. Es una barbaridad que se haya cesado a la directora del Hospital Comunitario de Magdalena, de Hermosillo, Sonora, Rebeca Villa Morales por permitir la utilización de un garrafón de agua Electropura cortado a la mitad en sustitución de la cámara de oxígeno necesaria, gracias a lo cual fue salvado de morir un niño recién nacido. Numerosos colegas se han solidarizado contra el cese con el envío de imágenes de lo que tienen que hacer en condiciones semejantes de carencia de equipo y de desabasto de medicamentos, por ejemplo la utilización de botellas de refresco como depósitos del suero. Resuelven así la corrupción del sistema de salud sujeto a recortes de plazas y presupuestos, mientras se aumenta la carga de trabajo con el fallido Seguro Popular o la inclusión de las trabajadoras domésticas a la Seguridad Social. Una vez más la decisión jurídica no corresponde a la terca realidad de carencias. Debiera premiarse a la directora cesada y al personal empeñado en cumplir con su trabajo para bien de los pacientes.

Tendría que venir tal iniciativa de los sindicatos encarcelando a caciques tan funestos como la dinastía de Joel Ayala en el Sistema de Salud y en el Gobierno de la Ciudad de México. Los sindicatos de la flamante Secretaría de Cultura incluyendo a los del Instituto Nacional de Antropología e Historia y del Instituto Nacional de Bellas Artes, los del Archivo General de la Nación y el Sistema de Bibliotecas, en especial, tendrían que exigir mejoras en las condiciones de trabajo como parte de relaciones de producción opuestas a la memoria nacional. No bastan los reconocimientos a los personajes seleccionados por los aparatos de Estado.

Los trabajadores en lucha tendrían que ser el fundamento del proyecto nacional opuesto a las decisiones de cúpulas de especialistas alejados de las prácticas concretas. Hay casos ejemplares dignos de apoyo como el de las jornaleras de San Quintín, Baja California, integradas a las movilizaciones del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Crece la resistencia sindical en las maquiladoras de Tamaulipas y en la Coca-Cola con la bandera del 20-32: 20 por ciento de aumento salarial y bono de 32 mil pesos como dicen los contratos colectivos defendidos por la excelente abogada laboral Susana Prieto, investigada y acosada por las tendencias empresariales y los funcionarios policiacos que les sirven, en lugar de contribuir a la consolidación de los trabajadores organizados como fundamento del movimiento obrero necesario para cumplir con la consigna de “primero los pobres”. Ejemplar es también la resistencia histórica de los trabajadores de la educación de la CNTE y de las víctimas de desplazamiento forzado por caciques protegidos por gobiernos tan corruptos como el de Chiapas, Guerrero y Morelos donde los defensores del territorio comunitario son hostigados y sufren el asesinato no aclarado de su dirigente y activista cultural, fundador y operador de la radio comunitaria Amilzinko, Samir Flores. Reconocer a las policías comunitarias que celebran la liberación de Gonzalo Molina después de más de cinco años de injusta prisión a la que opuso su dignidad plena de no aceptar su liberación bajo fianza o por indulto o amnistía, para al fin lograr la disolución de todos los delitos que le inventaron. Los trabajadores del campo tienen en él un gran ejemplo de dignidad totalmente opuesto al de dirigentes y funcionarios venales. Ojalá sea fructífera la relación con los que lo recibieron en CENCOS: el incansable intelectual orgánico Gilberto López y Rivas, el abogado laboral Porfirio Jiménez que ganó el pleito histórico de los braceros despojados de sus seguros, Nacho Valle el constante defensor de la tierra, el agua y el ambiente contra los megaproyectos transnacionales. Estos embriones de movimiento obrero poderoso son urgentes y necesarios para garantizar sus frutos.

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