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Opinión

Agua ardiente

Jorge Lara Rivera

Muy al contrario de lo apresuradamente afirmado por Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, en la conferencia de prensa matutina que siguió a la consulta ciudadana por la termoeléctrica l, no hubo “abrumadora mayoría”, sino una decisión dividida. Y es que 59% por el Sí frente a 41% por el No, de los convocados en Morelos y municipios de Puebla y Tlaxcala se pronunciaron con respecto a la puesta en funcionamiento de la central eléctrica de Huexca, Morelos.

No obstante, fuera como fuese, es un hecho evidente que el capital político del actual gobierno le permite un amplio margen de maniobra. Y puede sentirse satisfecho con los resultados sobre todo al contrastarlos con el complejo contexto en que los obtuvo (un atentado homicida, protestas, provocaciones, urnas robadas, amagos de plantones). Precisamente por eso debe cuidar no dilapidarlo, ni propiciar un desenlace eruptivo. En vísperas de la consulta –combatida interesadamente por los saboteadores a sueldo de la oligarquía desde los medios que controla– el gobierno federal vio empañado el llamamiento a participar en su iniciativa democrática impulsado por el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador, debido al asesinato del activista Samir Flores conocido opositor a la entrada en funciones de ese complejo.

Asimismo, la previsible animadversión que el atentado suscitó en quienes rechazan eso, como el Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra y del Agua, con argumentos de un negativo impacto ambiental, afectaciones nocivas al suelo de alta sismicidad, los limitados recursos acuíferos y por consecuencia el riesgo a sus cultivos, manifiesta en protestas callejeras y en la propia capital de la República demandando que se pospusiera la consulta si no su cancelación; y responsabilizando al gobierno por el homicidio del activista Flores, no obstante el deslinde oficial negando cualquier implicación en aquél, enrareció el ambiente de la consulta ciudadana la cual pese a algunos incidentes violentos aislados se completó exitosamente.

Con todo el ejercicio democrático ocurrió, tuvo una participación modesta pero aceptable frente a sus 2 antecedentes y dado el entorno en que se enmarcó y a no tratarse de una elección federal. Y en una democracia basta obtener el 50% más 1 de los votos emitidos para obtener la victoria. A propósito del tema de centrales eléctricas, resulta oportuno traer de nuevo a cuento la cuestión de la hidroeléctrica La Yesca, situada entre Jalisco y Nayarit.

Y es que se debe cuestionar por qué, así como se hizo en el Metro capitalino con la placa de Gustavo Díaz Ordaz, no se retira el nombre del traidor Alfredo Elías Ayub que por culpa de Felipe Calderón la infama, ante los 12 años de sabotaje del vendepatrias que pese a su oneroso sueldo (y los últimos 4 meses previos a su jubilación se dilapidó dinero público pagando igual a un “director general adjunto”), desmanteló CFE y lo mismo prohijó fraudes multimillonarios (como los de Néstor Moreno Díaz, Arturo Hernández Alvarez, 2 altos funcionarios acusados desde Estados Unidos por recibir sobornos para concesionar el suministro y mantenimiento de todas las torres de alta tensión del país a una empresa norteamericana), quien con incuria “de clase mundial” redujo la capacidad generadora de electricidad mientras entregaba más de 50% de esa área estratégica vía 772 permisos por 25 años a productores “independientes” y “externos” (transnacionales como Iberdrola, EDF Internacional, Unión Fenosa, Mitsubishi, Intergen, Transalta y AES) que con recursos mexicanos naturales y públicos –268 mil millones de pesos hasta 2009 y serán 1 billón 600 mil millones al vencimiento (2041)– producen la electricidad cara revendida a los mexicanos, sin que Salvador Vega Casillas hiciese nada al respecto más que encubrir. Al respecto esta hidroeléctrica, tal como su nombre lo indica, resulta un material altamente combustible y una excelente oportunidad para mostrar que la 4a.Transformación va en serio.

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