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Opinión

Conviene frenar las inercias del pasado

Guillermo Fabela Quiñones

Nunca como actualmente el país está urgido de tomar un rumbo preciso que ponga fin a la incertidumbre que empieza a permear en la sociedad, no sólo debido al incremento de la violencia y la inseguridad, sino al freno drástico de la economía por la política de austeridad indiscriminada puesta en marcha desde el inicio del sexenio.

Esta situación se generó por las muchas expectativas que creó el cambio de gobierno, muchas de ellas impulsadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando era obvio que la inercia de más de tres décadas de nulo crecimiento, con todas sus consecuencias sociales, iba a hacer muy difícil que se lograran avances claros en favor del progreso prometido.

El mandatario acaba de fijar una fecha puntual para que se vean resultados en la estrategia para enfrentar los flagelos que más dañan el tejido social: seis meses, “cuando los programas sociales operen plenamente y entre en funcionamiento la Guardia Nacional”. Por más optimista que uno sea, es impensable que se pueda avanzar hacia tan anhelada meta sin antes romper con las inercias del pasado, sus causas y efectos.

Hasta el momento no se está viendo que se puedan dar pasos en esa dirección. No porque no lo quiera el presidente López Obrador, sino porque no hay mínimas condiciones objetivas que permitan romper las firmes ataduras con el pasado. Las habrá, sin duda, en cuanto la fuerza del nuevo gobierno se apuntale con políticas públicas que sumen a las masas, incluidas las clases medias, en un proyecto nacional verdaderamente progresista e incluyente.

En los cinco meses de conducción del gobierno morenista, lo que se ha visto son golpes de timón para sortear las embestidas de la derecha, no una estrategia clara en favor de la Cuarta Transformación. Tal táctica pudiera prolongarse, en detrimento del proceso transformador, si el Presidente no aprovecha el bono democrático con el que asumió su responsabilidad, con la finalidad de que los barones del dinero entiendan que pasaron en realidad los tiempos de la tecnocracia neoliberal.

Lo que se ha visto es un comportamiento que la cúpula oligárquica mira como la rendición de López Obrador, no obstante que se trate de mera prudencia para no soliviantar a la derecha, mientras que por otro lado se golpea a las clases medias, de por sí subyugadas por la reducción de su nivel de vida que esperaban cesara al dejar el PRIAN el poder político. No ha sido así porque la austeridad indiscriminada está contribuyendo a profundizar el decrecimiento económico y la capacidad productiva del país.

Esta situación no debe prolongarse más tiempo, porque el Ejecutivo se quedaría muy pronto sin la base social que votó por el cambio con la esperanza de que las presiones en sus bolsillos cesaran y pudiera vislumbrarse un regreso a la estabilidad verdadera, la que surge de la sociedad no de los mercados. Mientras esto no suceda seguirá la incertidumbre social y con ello la pérdida de confianza de la ciudadanía en el rumbo del país.

Son muchos los retos a enfrentar, lo sensato es dar prioridad a la solución de las causas profundas del estancamiento económico y de la ingobernabilidad, es decir frenar el predominio avasallante de la elite que lo recibe todo del Estado sin ofrecer nada a cambio. Esta situación es insostenible más tiempo.

guillermo.favela@hotmail.com

Twitter: @VivaVilla_23

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