Síguenos

Opinión

La circunstancia de cambiar

Cristóbal León Campos

Copas que suenan al brindar, señales de alianza, amistades que celebran, amores que se refrendan o despiden, convenios pactados, despedidas y reencuentros, actos humanos determinados por el tiempo y las circunstancias, el ruido del brindis a veces repica como eco que atormenta, las tazas suenan en cada ocasión que se bebe el café o se toma el té, aromas hipnotizantes, la vida es una circunstancia que asusta si no entendemos el tiempo por el que trascurrimos, acontecen las cosas, la casualidad es ajena de la suerte, la cadena de hechos se hilvana con cada paso que damos, el brindis por la vida se hace a cada momento, todo cambia, sin importar que muchas cosas se mantengan, brindar por la vida significa reconocer que vivimos, pero siempre rodeados del tiempo y las circunstancias particulares del instante mismo que se llama ahora, el pasado y el futuro sólo dependen del hoy, ni el ayer ni el mañana se materializan sin conjugar el verbo como acción en tiempo presente.

Una condición inherente al ser humano es su constante transformación, al interior de un río nunca corre la misma agua, nuestras íntimas emociones y pensamientos evolucionan, el cambio puede expresarse mediante la confirmación de una idea o un sentimiento, mediante su engrandecimiento al interior o también, puede significar un radical nuevo rumbo que nos conduzca a dejar atrás aquello que ya no nos satisface, ambas posibilidades son variables del hecho mismo de vivir, sin embargo, irónicamente, una de las contracciones más agudas en el ser humano, se manifiesta cuando llega el tiempo de aceptar los cambios, sean éstos del tipo que sean, en la amistad, el amor, el trabajo, en los sueños y metas o en proyectos y planes, sea en donde sea el cambio y la metamorfosis asusta porque nos obligan a redefinirnos, a reconstituirnos y a aceptarnos tal como somos, seres humanos vivos y en constante evolución.

Reafirmar o desestimar una idea o un sentimiento siempre es un proceso, una reflexión sensitiva que nos conduce a la valoración de las circunstancias que vivimos, cuestionamos nuestro tiempo existido al preguntarnos el origen de las cosas, las razones, los motivos, examinamos así nuestro interior para limpiarlo de aquello que nos hiere o para solidificar las convicciones de los actos realizados, ilusiones y utopías son estimadas o desestimadas, la esperanza renace en cada brindis sin importar que todo haya cambiado, de nada sirve aferrarse al eco si el murmullo que genera desistió a provocar más alegrías.

Las copas suenan al juntarse, siempre suenan, la vida es un brindes permanente, es la unión del tiempo y la circunstancia que nos define, nos condiciona y nos posibilita para convertirnos en lo que deseamos ser, las circunstancias y el tiempo no suelen coexistir en armonía, esa relación confrontada nos conduce a desencuentros internos que se reflejan en la vida exterior, la socialización e intimidad con otros es repercutida de una u otra manera, si no somos capaces de entender lo que acontece y hacer de esa contradicción una virtud, enfrentaremos constantemente situaciones adversas a los deseos, el café o el té se sirve caliente y frío, cada uno sabe cómo saborearlo, pero sus componentes son los mismos, aunque se acompañen de otros ingredientes o vayan solos, el hecho es que nosotros como humanos somos en el ahora, de cada uno depende cómo endulce o amargue sus sabores, modifique la temperatura y ofrezca lo que considere debe entregar a los otros, pero sobre todo a sí mismo.

Siglos de evolución han transcurrido y aún así, el cambio genera miedo, paraliza y nos hace dudar, pero cuando la calma regresa, cuando nuevamente damos paso a reconocer nuestros deseos internos y externos, entonces todo resulta más sencillo, aceptarnos a nosotros mismos es el primer paso para la transformación, amarnos como somos, no como otros quieren que seamos, buscar eso que nos hace feliz, luchar por ello, dar la batalla frente a las adversidades, sonreírle a lo difícil y sobrellevar los retos, conquistar sueños, construir los castillos que cada uno desee, hacer de la vida un brindis de alegría y amor, entregarse a la pasión que nos quema, admirar la belleza de la vida para poder consagrar la vida. Las circunstancias condicionan nuestras acciones, pero son precisamente nuestras acciones las que cambian las circunstancias, somos dueños del ahora, somos nuestros propios dueños, hagamos con cada nuevo brindis lo que deseamos en esta vida en el tiempo en que existimos en concordancia con nosotros mismos.

Siguiente noticia

El clan Gastélum Buenrostro, en capilla