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Opinión

Opinión y Propuesta

Mtro. Andrés Vázquez López

La bandera del actual Gobierno de la 4T, es la lucha sin cuartel contra la corrupción. Lucha que ha llevado al presidente López Obrador y a su administración a perseguir al llamado huachicol, a desmontar el Sistema Nacional de Incubadoras para ensayar un esquema en el que los recursos le lleguen directo a los emprendedores, sin pasar por los intermediarios, de la misma manera que como intenta hacerlo con los campesinos o con varios grupos de la población; o a recortar los presupuestos en prácticamente todas las dependencias del Estado, destacadamente al INE, por ejemplo.

Me parece que todos esos esfuerzos son encomiables, porque buscan en su conjunto ir cerrando la puerta a la corrupción rampante que aqueja a la sociedad mexicana en todos sus frentes. No siempre son esfuerzos eficientes ni tampoco coordinados. A veces parecen incluso mal pensados y probablemente lo sean, pero en favor de la 4T, debo decir que por lo menos parecen bien intencionados y son mucho más que lo que gobiernos anteriores hicieron para combatir la corrupción en nuestro país.

Sin embargo, la impresión que da es que esta no es una estrategia sino que más bien es un conjunto de esfuerzos coherentes, pero más bien desorganizados, que apuntan a una meta común: el combate a la corrupción.

En ese afán, la 4T pasa por encima de lo que se le ponga enfrente, muchas veces sin reparar en los daños colaterales que esta lucha pueda generar. Hay espacios donde quizá, y sólo quizá, ello es justificable, como en el caso de los campesinos o del INE, donde los daños son económicos y probablemente se vean reflejados en la pérdida de empleos muchas veces de personas que no necesariamente eran parte de la corrupción, pero que vivían empleados por ella. Pero hay ámbitos de la vida donde el costo es demasiado alto como para ignorarlo o tan siquiera como para pensar en pagarlo. Uno de ellos es el sector salud y quiero referirme específicamente al abastecimiento de medicamentos para los pacientes enfermos de cáncer, especialmente los niños.

Al inicio de su mandato, el presidente López Obrador, señaló que uno de los aspectos en la lucha contra la corrupción en el sector salud involucraba a los laboratorios que producen y comercializan los medicamentos. Muchas veces estos laboratorios se sirven con la cuchara grande al inflar los precios de sus productos a niveles que los ponen fuera del alcance de la mayoría de las personas y que, en el caso del sector salud, afectan sus finanzas por ser francamente caros y excesivos. Cierto es que los laboratorios invierten grandes sumas de dinero en investigación y desarrollo de medicamentos para combatir tales o cuales enfermedades, pero cierto es también que sus precios son excesivos, por decir lo menos.

Una forma de presionar a los laboratorios para que bajen sus precios ha sido la disminución de las compras que el Estado Mexicano les hace para su sector salud, lo que ha traído inevitablemente el desabasto, lo que a su vez trae como consecuencia una afectación a la salud de los pacientes oncológicos, que simplemente no tiene razón de ser. Repito: es una afectación que simplemente no tiene razón de ser.

Para quienes hemos tenido la triste experiencia de vivir cerca de personas que han perdido la vida a causa de algún cáncer, sabemos que este tipo de enfermedades requieren de atención constante para que el paciente tenga alguna posibilidad de recuperarse o, si el mal está muy avanzado, para que cuando menos tengan una mejor calidad de vida en el tiempo que les resta en este mundo. Verlos extinguirse es una angustia terrible para quienes padecen la enfermedad y para sus seres queridos. Pero verlos extinguirse sin la atención médica necesaria lo hace todavía peor, porque se suma un sentimiento de impotencia ante el avance de la enfermedad, ya sea por la falta de recursos económicos suficientes para enfrentarla con algún grado de éxito, o por la sensación de abandono y rabia que se experimenta al no poder tener las medicinas que el pariente enfermo requiere. Las emociones se desbordan cuando se trata de niños enfermos, ya que, al contrario de los enfermos adultos, éstos apenas están empezando a vivir cuando han contraído la enfermedad. En su desesperación, hemos visto a sus padres manifestarse varias veces a fin de llamar la atención de las autoridades competentes y presionarlas para que consigan las medicinas al precio que sea. Apenas hemos visto cómo esa desesperación los llevó a manifestarse dentro del aeropuerto internacional de la Ciudad de México. A sus gritos de dolor y exigencia debemos unirnos todos, ya que el combate a la corrupción es muy importante y debe hacerse sin duda, pero no a cualquier costo y menos cuando ese costo supone la vida de persona alguna, máxime si son niños. Este debe ser un muy claro límite que el actual Gobierno de la 4T debe tener presente si es que quiere ser diferente y hacer un cambio positivo en este país.

Comprendo que una situación así coloca al Gobierno entre la espada y la pared: Por un lado su combate a la corrupción, con el cual parece querer lograr mejores precios de las farmacéuticas en las medicinas que producen y por otro lado el dolor y el sufrimiento humano que el desabasto que se ha generado provoca en los pacientes con cáncer y otras muchas enfermedades y en sus familias.

El Gobierno de la 4T debe entender que debe ser rápido y contundente en este asunto y resolverlo cuanto antes, ya que el costo humano que está pagando es altísimo y no puede darse el lujo de hacerlo, porque entonces se estaría igualando en los hechos, probablemente sin querer, pero al fin de cuentas en los hechos, a los gobiernos anteriores a los que tanto critica.

Ojalá el presidente de la República y su equipo en el sector salud tengan la habilidad, la creatividad y el coraje políticos para resolver este entuerto cuanto antes, de la mejor forma para todos, especialmente para los enfermos.

Ojalá que sí.

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